Desperté con la luz del sol filtrándose por las cortinas. El calor me golpeó la piel y, por un instante, tuve que recordarme a mí misma dónde estaba. Este cuerpo… mi cuerpo ahora, el de mi madre, se sentía extraño y familiar al mismo tiempo. La suavidad de la piel, el peso de mis curvas, la forma en que los músculos respondían a mis movimientos: todo me recordaba que yo no era quien solía ser, y, sin embargo, todo era mío.
Al abrir los ojos, lo vi. Un hombre dormido a mi lado, respirando tranquilo, ajeno a la realidad que yo escondía detrás de mi sonrisa. Antes, yo era Caleb, un chico tímido y aburrido, que vivía encerrado en un barrio que nunca me comprendió. Ahora, una mujer segura, dueña del cuerpo que una vez perteneció a mi madre, podía mirar el mundo desde otra perspectiva: una perspectiva que nadie sospechaba que era mía.
Un año atrás, todo esto parecía imposible. Había estado harto de mi vida, de sentirme invisible, de ser el chico que nadie notaba. Cuando descubrí ese hechizo extraño y peligroso, supe que podía cambiarlo todo. Con él, desaparecí de la faz de la tierra y tomé el cuerpo de mi madre. Ella… nunca volvió. Nadie sabe que ya no está. Y yo, con paciencia y astucia, he construido una vida completamente nueva.
El hombre a mi lado no es importante en el pasado, pero sí en el presente. Es parte de mi nueva rutina. Lo conocí hace meses; lo necesitaba para reforzar la ilusión de que mi vida no había cambiado demasiado, de que la mujer que todos creían ser mi madre seguía siendo la misma. Pero él no sabe que yo soy otra persona completamente. Lo observo mientras duerme, y siento una mezcla de triunfo y excitación: cada respiración tranquila es un recordatorio de que mi plan funcionó.
Me levanté con cuidado, estirando mis brazos y notando la diferencia de fuerza y flexibilidad en este cuerpo. Caminar hacia el baño fue como reencontrarme con un mundo nuevo. Cada paso resonaba distinto en mis caderas, y al mirarme en el espejo, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Esta mujer, mi madre, había sido siempre elegante, refinada, meticulosa. Ahora, sin embargo, puedo jugar con su imagen, cambiarla, mejorarla… dominarla.
Me senté en el borde de la cama, recordando cómo era mi vida antes del hechizo. Caleb era invisible, insignificante, atrapado en un mundo que me ignoraba. Tenía sueños, sí, pero siempre me sentí demasiado pequeño para alcanzarlos. Y ahora… ahora estoy viviendo un sueño que jamás habría imaginado. Una vida de poder, libertad y posibilidades ilimitadas. La casa, los muebles, los secretos: todo es mío para moldear.
Preparé el desayuno mientras el hombre todavía dormía. La cocina estaba intacta, como siempre la había dejado mi madre, pero con un año de experiencia a mis espaldas, he añadido mi toque personal: platos nuevos, colores más vivos, aromas que reflejan la vida que quiero vivir. Me gusta ver cómo mi entorno refleja quién soy ahora, no quien fui ni quien era mi madre.
Mientras bebía mi café, pensé en cómo la vida había cambiado en solo doce meses. Antes, mi madre vivía sola, con la soledad como compañera silenciosa, después de su divorcio. Ahora, en su cuerpo, tengo todo lo que ella tuvo y más. La soledad se transformó en libertad, en una sensación de control absoluto. Nadie sospecha nada; todos creen que ella sigue siendo la misma mujer, preocupada por el pasado, por sus recuerdos, por su vida anterior. Nadie sabe que yo soy la que maneja todo ahora.
El plan había sido delicado y malicioso, y la ejecución perfecta. Desaparecí sin dejar rastro, asegurándome de que mi madre no pudiera volver, y ocupé su cuerpo. Cada detalle fue calculado: su trabajo, sus amigos, sus rutinas, incluso sus pensamientos más íntimos. Aprendí a caminar como ella, a hablar como ella, a reír como ella. Ahora puedo sentarme frente a cualquier persona y convencerla de que sigo siendo la mujer que siempre fue… pero con mi toque personal.
Me levanté de la mesa y caminé hacia mi vestidor. La ropa que elegí refleja mi nuevo yo: audaz, sensual, segura. Me probé un vestido que mi madre solía usar en ocasiones especiales, pero lo llevé con mi estilo, con mi actitud. Me miro al espejo y me reconozco: no soy Caleb, no soy mi madre. Soy la combinación perfecta de ambas, con el control total de mi identidad.
El hombre en la habitación se despertó con un bostezo y me miró con ojos somnolientos. Sonreí, y él respondió con un gesto torpe de cariño. A veces es divertido jugar con la ilusión: él cree que soy su amiga, su compañera, su apoyo… sin saber que yo soy quien siempre observó y planeó desde las sombras.
Pasé el día organizando la casa, ajustando detalles que harían que la vida de mi madre pareciera natural. La cocina impecable, los documentos en orden, las facturas pagadas, la correspondencia respondida. Todo debía estar perfecto, porque cualquier descuido podría levantar sospechas. El mundo cree que ella sigue siendo la misma mujer, pero en realidad, soy yo quien decide cada movimiento, cada palabra, cada gesto.
Mientras revisaba la correspondencia, encontré un mensaje que me hizo sonreír de forma malévola. Era de un viejo amigo de mi madre, alguien que nunca había confiado plenamente en ella. El mensaje era cordial, pero vacío; un simple recordatorio de que la vida continúa. Yo podría cambiarlo. Yo podría manipularlo. Todo estaba bajo mi control ahora. Mi madre ya no existe, y no hay vuelta atrás.
Más tarde, me senté frente al espejo para arreglarme el cabello. La textura, el brillo, la forma en que caía sobre mis hombros… todo era un recordatorio de la transformación que había logrado. Pensé en Caleb, en el chico tímido y retraído que alguna vez fui, y sonreí. Él nunca habría imaginado esto, nunca habría tenido la audacia ni la fuerza para hacerlo. Ahora, en cambio, soy dueña de mi destino, dueña de la vida que siempre quise.
El hombre regresó a la habitación y nos sentamos juntos a hablar de cosas triviales. Mientras hablábamos, no pude evitar sentir un placer sutil en cada palabra que decía, en cada gesto que ignoraba la verdad. Él no sabe quién soy, y mientras él cree que su mundo es seguro, yo estoy construyendo algo completamente diferente, una vida que es solo mía.
Por la noche, mientras el hombre dormía nuevamente, me quedé despierta, mirando el techo. Pensé en todo lo que había sacrificado y todo lo que había ganado. Caleb desapareció, mi madre desapareció, y lo único que quedó fue yo. Una versión nueva, audaz y segura de mí misma, viviendo una vida que antes solo podía soñar. Y, aunque había algo de culpa que aparecía a veces, era pequeña y manejable. Porque al final, mi plan funcionó, y ahora, soy la que decide quién vive y quién se queda en el pasado.
Un año después, puedo decirlo con claridad: nunca he estado tan viva. Cada gesto, cada mirada, cada decisión me pertenece. He tomado lo que quería, y lo he hecho mío. El mundo cree que mi madre sigue aquí, pero en realidad, es mi vida la que se despliega frente a mí, brillante y sin restricciones.
Mientras me acurruco en la cama, observando la silueta del hombre dormido a mi lado, sonrío. Esta es mi vida, mi cuerpo, mi mundo. Todo lo que él cree conocer es solo una ilusión, y yo disfruto cada momento de ese poder silencioso. Porque, después de todo, tomé lo que quería y nadie puede arrebatármelo.
Y así, después del cambio, sigo siendo Caleb… pero transformada, reinventada y dueña de una vida que jamás habría imaginado. La soledad se convirtió en libertad, el miedo en audacia, y el pasado en un recuerdo distante. Todo está bajo mi control, y nadie sospecha que la mujer que todos creen conocer, ya no es la misma. Soy yo ahora, y nunca volveré a ser otra cosa.
Muy buena, habrá continuación?
ResponderEliminarNo lo digo en tono de hate ni nada pero si no vas a poner imágenes de referencia aunque sea una no pongas nada, se siente muy chafa al menos para mi
ResponderEliminarVete a chingar a tu puta perra mierda madre pinche estúpido imbecil idiota
EliminarTodo bien en casa? En ningún momento te falte el respeto como para que te expreses así de mi, deberías aprender a moderar tu comportamiento o ir a terapia. Si gustas te puedo ayudar a buscar ayuda profesional.
EliminarBendiciones