Mis padres estaban a punto de firmar el divorcio. Aunque intenté entender sus razones, no podía aceptar que se dieran por vencidos. Traté de hablar con ellos, buscando convencerlos de que reconsideraran su decisión, pero fue en vano. Ambos parecían decididos, atrapados en un ciclo interminable de discusiones y resentimientos. Sentía que algo en mi familia se estaba rompiendo, algo que no estaba listo para perder.
Esa noche, me senté junto a la ventana de mi habitación y miré las estrellas. Las luces titilantes del cielo parecían burlarse de mi incapacidad para hacer algo al respecto. “Ojalá pudiera entender qué está pasando realmente entre ellos… Tal vez así podría ayudarlos,” susurré al aire, deseando que alguien escuchara mi súplica desesperada.
De repente, el ambiente a mi alrededor cambió. El aire se volvió pesado, casi sofocante. Una voz profunda y misteriosa resonó en mi cabeza: "¿De verdad quieres salvar su matrimonio?" Me quedé helado, mirando a mi alrededor, pero no había nadie. La voz continuó: "Puedo darte la oportunidad de arreglarlo, pero tendrás que hacer un sacrificio." Antes de que pudiera responder, mi visión se oscureció, y sentí que caía en un profundo abismo.
Me desperté en un lugar extraño, como un vasto espacio onírico envuelto en neblina. Frente a mí se alzaba una figura etérea, cuya forma era difícil de distinguir. La voz que antes escuché habló de nuevo: "La razón de su separación está ligada a tu madre. Ella es la clave para salvar su matrimonio."
Antes de que pudiera hacer preguntas, sentí un tirón repentino. Era como si algo me empujara fuera de aquel lugar. Cuando abrí los ojos, me encontré en una habitación familiar, pero algo estaba mal. Mi cuerpo se sentía diferente. Mis manos eran más pequeñas y delicadas, y al mirar hacia abajo, me di cuenta de que estaba usando una blusa ajustada que revelaba unos pechos grandes y redondos.
Con el corazón latiendo a mil por hora, corrí al espejo más cercano y me quedé paralizado al ver el reflejo de mi madre mirándome desde el cristal. “Esto no puede estar pasando…” susurré, tocando mi rostro ahora extraño.
La voz volvió a hablarme: "Te he enviado un mes al pasado, justo antes de que los problemas se intensificaran. Estás aquí para evitar que lleguen al divorcio. Para lograrlo, tendrás que entender lo que salió mal y solucionarlo desde la perspectiva de tu madre."
"¿Por qué estoy en el cuerpo de mi madre?" pregunté con desesperación, mientras mis manos temblaban al sujetar el marco del espejo.
"Tu padre, en un intento de revivir la pasión de su matrimonio, propuso algo nuevo: sexo anal. Pero tu madre lo rechazó. Ese rechazo abrió una brecha emocional entre ellos, que poco a poco fue creciendo hasta volverse irreparable. Ahora tienes un mes para evitar que ese momento se convierta en el detonante de su separación."
La revelación me dejó atónito. ¿Todo este caos por una propuesta rechazada? La voz continuó: "Deberás actuar como tu madre en todo momento. Aprende a comportarte como ella, a pensar como ella, y sobre todo, a manejar la relación con tu padre. Tienes que encender nuevamente la chispa entre ellos antes de que sea demasiado tarde."
Respiré hondo, intentando asimilar la magnitud de mi tarea. Miré mi reflejo de nuevo: el cabello largo y castaño de mi madre caía en suaves ondas sobre mis hombros; sus ojos, llenos de confusión y miedo, me devolvían la mirada. “Esto es demasiado,” murmuré, pero sabía que no podía darme el lujo de rendirme.
🍃El comienzo de la misión🍃
La mañana siguiente fue un desafío. Intentar ser mi madre no era tan sencillo como imaginaba. Me levanté temprano para preparar el desayuno, organizar la casa y asegurarme de que todo estuviera en orden, mientras intentaba comportarme como ella. Mi padre me observaba con curiosidad, quizás notando algo diferente en mi comportamiento, pero no dijo nada.
Decidí seguir el consejo de la voz y "entrenar" el culo de mamá. Pasé horas investigando sobre cómo hacer de la experiencia algo más placentero, aprendiendo todo sobre limpieza, dilatación y las mejores prácticas para hacer que la experiencia fuera menos incómoda. Compré lubricante y dilatadores para asegurarme de que todo fuera más suave y natural.
Durante las tardes, cuando estaba sola en mi habitación, comenzaba a explorar mi nueva anatomía. Tocaba mis caderas, sentía la suavidad de mi piel, y observaba cómo se movía este cuerpo. Al principio, una sensación de vergüenza me invadía, pero con el tiempo comprendí que esto formaba parte de mi proceso de adaptación. Cada toque, cada descubrimiento me acercaba más a mi objetivo, y aunque al principio fue incómodo, entendí que era necesario para sentirme más cómoda y conectada con mi nuevo ser.
Finalmente, llegó el día clave. Mi padre y yo (en el cuerpo de mi madre) estábamos solos en casa. Había creado un ambiente romántico: velas encendidas, música suave, y yo llevaba un vestido que realzaba mis nuevas curvas. Aunque me sentía nervioso, sabía que debía actuar con confianza.
Durante la cena, me acerqué a él con una sonrisa, buscando su mirada.
—Amor, he estado pensando… —dije, dejando que mi voz sonara dulce y seductora—. Quizás podamos probar cosas nuevas… lo que tú quieras.
Vi cómo sus ojos se iluminaban de sorpresa y deseo. En ese momento, supe que estaba en el camino correcto para salvar su matrimonio.
Después de aquella extraña experiencia, desperté en mi cuerpo original. Todo parecía diferente. Mis padres, que antes estaban a punto de separarse, ahora estaban juntos, más unidos que nunca. La casa tenía un aire renovado, como si las cosas hubieran cambiado para mejor. Había sanado la grieta que los separaba.
Pero justo cuando empecé a asimilar que todo había vuelto a la normalidad, escuché la voz una vez más, resonando en mi mente: "Cuando el matrimonio esté nuevamente en peligro, regresarás a ser tu madre".
Me quedé en silencio, pensando en lo que había hecho y lo que aún podría venir. Sabía que la paz era temporal, pero por ahora, había logrado lo que tanto quería: salvar a mi familia. El futuro aún era incierto.