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Kamui

domingo, 11 de mayo de 2025


Abro los ojos y la habitación se siente extrañamente familiar, pero también desconocida. Hay fotos en las paredes de un hombre robusto y una mujer voluptuosa abrazados, sonriendo. Ella... soy yo.


Me siento en la cama y la sábana resbala por mis nuevos senos. Dos enormes globos redondos que rebotan ligeramente con cada movimiento, tan firmes y pesados que me recuerdan a pelotas de playa infladas al máximo. Mis manos tiemblan al deslizarse por mi piel suave, acariciando mi cintura estrecha y mis caderas anchas, amplias, diseñadas para... parir.


—¿Cómo llegué aquí? —susurro. Pero entonces, veo una pila de recibos en la mesa de noche. Todos a nombre de "Marta Ramírez". Mi nombre. Mi nombre es Marta... recuedo es nombre ¿o no?


Cierro los ojos y las imágenes se arremolinan en mi mente. Yo... era un chico normal. Un chico común y corriente. Pero alguien, algo, modificó mi cuerpo. Lo retorció, lo moldeó, lo transformó en esta figura femenina desbordante. ¿Pero quién? ¿Por qué?


—¡Mi pene! —jadeo al llevar una mano entre mis piernas. Pero ya no está. En su lugar, siento los labios suaves de una vagina caliente y húmeda, palpitando, sensible... como si me recordara constantemente que soy una mujer ahora.


Y entonces, una punzada. Un calambre. Me llevo la mano al vientre y lo siento abultado, tenso. Mi piel se estira, y debajo, siento un suave aleteo. Algo se mueve.


—No... no puede ser —digo mientras las lágrimas nublan mi visión. Estoy embarazada. Llevo una vida creciendo dentro de mí. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Quién soy realmente?


Los recuerdos siguen viniendo, fragmentados, confusos. Mi esposo. Mi esposo llega hoy. Y él espera que sea la esposa perfecta, que lo reciba con una sonrisa, que lo mime, que lo complazca... pero algo está mal. Empiezo a recordar una voz, oscura y burlona.


—No importa cuánto llores, Marta. Esa vida es tuya ahora. Nunca más serás él. Ahora eres ella. —La voz resuena en mi cabeza, como un eco perturbador. Es la voz de él, del hombre que me hizo esto. Un loco con una sonrisa torcida, un hombre obsesionado con convertir a otros en mujeres obedientes y complacientes. Y yo fui su último experimento.


Pero entonces, siento otra cosa. Un papel arrugado en el suelo. Lo levanto y leo: "Querida Marta, disfruta tu nueva vida. Haz feliz a tu esposo. Sé una buena esposa. O tal vez... podrías terminar igual que la última. —J."


Las palabras se clavan en mi mente como cuchillos. ¿La última? ¿Cuántas más han pasado por esto? ¿Y cuánto tiempo me queda antes de perderme completamente en esta identidad que me han impuesto?


—¿Quién soy...? —susurro, sintiendo cómo el vientre se mueve suavemente bajo mi mano.


Y la voz en mi cabeza responde, dulce y seductora: "Eres Marta, la esposa embarazada y amorosa. Eso es todo lo que necesitas recordar.



1 comentario:

  1. Falta un poco más de intensidad. Como por ejemplo que el se diga a si mismo. No yo soy un hombre esto no puede estar pasando necesito escapar de aquí. Y al tratar de escapar y huir aparezca el sujeto que le hizo eso. Y luego el la tome por la fuerza a la cama y el ahora ella intente safarse y se empiece a dar cuenta que es más débil. Y el le de un beso y la penetre y ahí con cada embestida empiece a tener nuevos recuerdos como cuando se casó, cuando quiso formar una familia y perdió su virginidad y con cada embestida sus recuerdos se solificaban más y finalmente ambos se corren al mismo tiempo dando por finalizado el hechizo o lo que sea. Y luego ella empieza a pedir más negandose a que ese sea su último hijo y que quiera tener más.

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