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Kamui

viernes, 14 de marzo de 2025

De madre a mejor amiga


Apenas amanecía cuando llegué a casa. Mis tacones resonaban sobre el piso como campanas delatando mi regreso. Cada paso era una mezcla de dolor y placer… mis piernas temblaban, aún adoloridas por la noche que había vivido. La sensación del aire fresco sobre mi piel apenas cubierta por el vestido ajustado me hacía sentir expuesta… pero extrañamente viva.






Mis caderas bamboleaban solas al caminar, ese movimiento que ahora era natural, ese contoneo involuntario… femenino. El roce de las bragas de encaje me irritaba un poco, el sujetador me apretaba el pecho y mis pezones aún estaban sensibles… pero todo eso ya formaba parte de mí.


Él me había dejado en la puerta, dándome un beso en la mejilla y una palmadita en el trasero… como si ya me perteneciera. Como si yo fuera realmente su chica.


Al entrar, traté de caminar de puntillas, pero los tacones no perdonaban. Me dirigía directo a mi habitación cuando pasé por la cocina… y ahí estaba ella.


¡¡¡Debbie!!!...


Mi madre… o al menos, quien solía serlo. Ahora era otra mujer… una igual a mí. Ya no era “mamá”, ahora era mi mejor amiga, mi cómplice… y en cierto modo, mi guía en esta nueva vida femenina.


Me miró de reojo y sonrió con una complicidad que me sonrojó al instante.


—“Al fin llegas, querida… se nota que te divertiste anoche.”


Me quedé helada. Sentí la cara arder. Sabía que lo notaba… mi maquillaje corrido, el pelo revuelto, el olor a sexo impregnado en mi piel, y la manera en que aún caminaba con las piernas abiertas por lo que él me había hecho.

—“Sí…” —murmuré bajando la mirada— “Fue… una noche intensa.”

Ella se acercó y me abrazó, con ese calor maternal que ya no venía desde una figura superior… sino desde una igual. Otra mujer que entendía perfectamente lo que yo sentía.

—“No te avergüences, cielo. Estoy orgullosa de ti… estás abrazando tu feminidad. Ya eres una mujer completa.”

Me estremecí. Sentía ese nudo en la garganta, una mezcla de emoción y vergüenza. ¿Cómo podía sentirme tan plena y tan sucia al mismo tiempo?

—“Anoche hice cosas que… solo había visto en películas para adultos… me dejé llevar, Debbie… me siento como una puta.”

Ella rió con suavidad y me acarició el rostro.

—“No digas eso, cariño. Las mujeres también disfrutan… también se entregan. No hay nada malo en eso. Es parte de lo que eres ahora.”

—“Pero… me follaron el culo… me arrodillé, le chupé la polla… y me tragué su semen…” —susurré, sintiendo el ardor del recuerdo en mi garganta.



—“Lo noté, cielo… aún lo llevas en el aliento. Créeme, yo también lo hice cuando salía con tu padre…” —dijo con una risa cómplice— “A veces hasta me sentía orgullosa cuando me dejaba completamente usada…”

Me quedé boquiabierta. ¿De verdad esa era la mujer que me crió?

—“Anda, ve a darte una ducha… aún hueles a sexo… y te aseguro que tienes más de un fluido masculino pegado al cuerpo.”


Me dirigí al baño y cerré la puerta. Me miré al espejo y ahí estaba… esa otra yo. Labios gruesos, mejillas sonrojadas, el rímel corrido… y mi cuerpo. Mis pechos aún firmes dentro del sujetador, mis caderas anchas, mi cintura fina… el cuerpo de una mujer de verdad.

Me desnudé. Las bragas aún estaban húmedas. Me miré el trasero en el espejo… lo noté un poco hinchado, el agujero apenas recuperado. Me toqué el vientre y luego el monte de Venus. No había rastro de mi vida anterior… solo ese coño que ahora era mío, húmedo, palpitante al recuerdo de la penetración.


El agua caliente bajó por mi piel, y cada roce despertaba memorias. Cuando mis dedos pasaron por mis pezones, gemí. Recordé cómo él los lamía, cómo me los chupó hasta que me rogué por más. Bajé mi mano entre las piernas, sentí el ardor… y recordé cómo me empujaba fuerte, cómo gemía al llenarme… incluso recordé cómo él eyaculó dentro de mí, y luego me obligó a lamerlo limpio.

Mi ano aún dolía. Pensé que no se cerraría nunca… pero mi cuerpo ya se adaptaba. Estaba cambiando.

Al salir, me puse unos pantis, mi cuepo descasanba del ropa,  y me sente un momento. Me sentía cansada, sucia… pero viva.


Toc toc.

—“¿Cariño?” —era Debbie— “Solo quería saber algo más… ¿usaste protección anoche?”

Me quedé helada. Tragué saliva.

—“No… creo que no.”

Ella sonrió con esa calma que ahora me parecía más de hermana mayor que de madre. Sacó una pastilla y me la tendió.


—“Tómala… evitará un embarazo. Aunque… si alguna vez quisieras vivir toda la experiencia de ser mujer… estaré aquí para ayudarte.”


La tomé y me senté en la cama. Me quedé en silencio unos segundos, hasta que susurré:


—“Gracias… Debbie.”


Ella me besó la frente y sonrió.


—“De nada, amor. Ya no parece que alguna vez fuste  mi hijo… pero yo simpre sere tu madre… y créeme, esto recién comienza.”

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