🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

Kamui

domingo, 8 de junio de 2025

Mi Segunda Pubertad: Confesiones de una Puta 🌺


Mi vida cambió por completo el día que cumplí veinte años.


Hasta entonces, había sido un chico más del montón. Invisible. Torpe. Callado. Como si mi existencia apenas dejara huella.


Pero todo eso quedó atrás cuando mi cuerpo decidió despertar… en una dirección completamente distinta.


No fue una fantasía.

No fue un deseo reprimido.

Fue real. Físico. Irrefutable.


Una segunda pubertad.

Solo que esta vez, no me estaba convirtiendo en hombre.

Todo lo contrario.


Al principio fueron cambios sutiles:


El vello desapareciendo como si se esfumara.

Mi piel se volvía más suave, como si cada poro se afinara con mimo.

Los pezones comenzaron a inflamarse, volviéndose sensibles, vivos.


Y luego, más.


Mis caderas se ensancharon, con una suavidad lenta pero implacable.

Mi cintura se afinó hasta parecer esculpida.

Mis mejillas adoptaron un rubor natural, como si estuviera perpetuamente excitada o avergonzada.

Y mi voz…

Más suave, más dulce, con una dulzura que parecía empapada de coquetería.


Pero nada, absolutamente nada, me preparó para lo que siguió.

Mi pene  desapareció... en su lugar una emdidura que Empeso a lubricar.


Sí. De verdad.

Ahí abajo.

Sin intervención, sin fantasías. Solo… sucedía.

Como si mi cuerpo dijera: ya estás lista.


Y entonces mi mente cambió también.


Ya no pensaba como antes.

Ahora mis pensamientos eran más… sensuales. Más atrevidos.

Me descubrí deseando miradas, caricias, dominación.

Miraba los cuerpos masculinos con hambre.

Quería ser tocada, tomada, adorada… poseída.


Y cuando me vi desnuda frente al espejo… por poco caigo de rodillas.



Tenía una figura delgada y delicada, de curvas suaves, con un aire angelical que contrastaba con la lujuria en mis ojos.

Mi piel era pálida, casi luminosa, como porcelana caliente.

El cabello, ahora largo, cayendo en ondas doradas sobre mis hombros. Un rubio claro, como miel con sol.

Los pechos pequeños pero firmes, redondos y bien formados.

La cintura angosta, las piernas largas, el rostro de muñeca: labios rosados, nariz respingada, ojos grandes y húmedos.


Ya no era yo.

Era una chica.

Una belleza joven, con cuerpo de fantasía y mirada traviesa.


Y en casa, todo cambió.

Papá empezó a tratarme como su nena.

El orgullo de la familia.

La única hija entre los hermanos.

Mamá me llevó a comprar mi primer brasier,

me habló del ciclo, del cuidado íntimo,

y me entregó su antigua caja de lencería.

Encajes, sedas, tangas...

Y yo, en secreto, me los probaba en el espejo,

tocándome, humedeciéndome solo de verme.


Tuve mi propia habitación,

con paredes lilas, espejo de cuerpo entero,

y un cajón lleno de premdas que…

no tardé en aprender a usar.



Pero esa transformación tenía un precio:

las exigencias de ser mujer.

Maquillarme. Caminar con elegancia.

Cruzar las piernas. Ser recatada.


O fingirlo, al menos…


Porque por dentro, ardía.


Mi cuerpo no solo quería amor…

quería ser follado.

Mi clítoris latía como loco al menor roce.

Comencé a masturbarme todos los días,

a veces tres veces seguidas.

Mis dedos no eran suficientes.

Necesitaba más. Más grande. Más profundo.


Así fue como descubrí lo que realmente deseaba.


Las BBC.

Grandes. Negras. Venosas.

Hombres que sabían lo que hacían.

Dominantes. Incontenibles.


La primera vez que estuve con uno,

apenas vi su miembro…

me arrodillé sin pensarlo.

La besé, la chupé, la adoré.

Sentí que nací para eso.



Me destruyó la garganta.

Me hizo tragar cada gota.

Y yo le rogué por más.


Desde entonces… no pude parar.


Me vuelven adicta.

Las necesito en mi boca,

entre mis piernas,

en mi culo.

No me niego a nada.


Soy una perra obediente para ellos.

Me corren por dentro, me rellenan,

me usan, me graban, me comparten…







Y me encanta.

Lo necesito.


Mi segunda pubertad no solo me convirtió en mujer.

Me convirtió en puta.

Y no me arrepiento ni por un segundo.


Porque no hay placer más grande

que sentir una BBC rebotando dentro de mí,

mientras mis uñas se clavan en las sábanas,

y grito como la zorra que siempre estuve destinada a ser.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es inportante para el equipo del blog, puesdes cometar si gustas ⬆️⬇️