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sábado, 27 de abril de 2024

🆕️Eva





Convertirme en la madrastra de mi amigo ciertamente no estaba en mis planes para este año. Pero cuando me diagnosticaron esta segunda pubertad, mi familia me repudió. Tenía 21 años y todavía vivía en casa.

Mi familia era extremadamente religiosa y pensaban que esta condición genética era obra del diablo, algo antinatural. Y cuando la progresión de mi envejecimiento se hizo evidente, fue la gota que colmó el vaso. Bajo su creencia religiosa, podían tolerar que cambiara de género, pero el envejecimiento acelerado que sufrí fue la gota que derramó el vaso. Mi familia me echó de la casa.

Mi apariencia, más cercana a la de una mujer de 40 años, con piel morena y cabello castaño oscuro, y con pronunciadas curvas femeninas, hacía que llamará la atención donde quiera que fuera. 

Perdida en el caos del centro de la ciudad, me encontré con un viejo amigo que estaba al tanto de mi situación. Entre lágrimas y desesperación, compartí con él mi difícil situación familiar y el rechazo que había enfrentado.

 Mi amigo me ofreció una habitación en su hogar. No es que tuviera muchas opciones en ese momento. Él vivía solo con su padre, quien resultó ser un buen hombre.

Mientras me adaptaba a este nuevo cuerpo y esta nueva vida, sentía la necesidad de encontrar una manera de contribuir al hogar que me había abierto sus puertas. Consciente de que no quería ser una carga para mi amigo y su padre, decidí asumir un rol más "femenino", convirtiéndome en esa figura que hacía falta en la casa. 

Por las mañanas, me levantaba temprano, dispuesta a hacer mi parte para mantener el hogar en funcionamiento. La cocina se convirtió en mi refugio. El aroma acogedor del café recién hecho y el sonido reconfortante de los utensilios en acción llenaban la casa de una atmósfera cálida y hogareña.

Después del desayuno, me sumergía en las tareas del hogar con dedicación y diligencia. Desde la limpieza hasta la organización, cada tarea se convertía en una oportunidad para demostrar mi gratitud y devolver la generosidad que se me había brindado. Establecer esta rutina no solo me permitía encontrar mi lugar en el hogar, sino también sentirme útil y valorada en un entorno que había llegado a considerar como propio.

Decidí abrazar esta nueva fase de mi vida con determinación. Acepté que ya no era el joven que solía ser, sino una mujer de 40 años con senos prominentes que colgaban delicadamente en mi pecho y una vagina entre mis piernas, marcando el final de una etapa y el comienzo de otra desconocida.

A pesar de los cambios físicos y las incertidumbres que me invadían, me esforcé por vivir cada día con dignidad y aceptación. Reconocí que mi destino había tomado un rumbo inesperado, pero me negué a dejarme abrumar por ello.

Fue entonces cuando decidí adoptar el nombre de Eva. Era un nombre que resonaba con la idea de un nuevo comienzo, de un renacimiento


Un par de meses después...


Hubo una noche en particular en la que mi amigo salió con una chica, y en casa solo estábamos su padre y yo. Estábamos charlando y, de repente, surgió la pregunta inevitable: ¿tenía novio? Al responder que no, por razones obvias, él comenzó a hablar de su ex esposa.

Me sentí mal por él al escuchar cómo había sido dejado por una persona que lo abandonó por alguien más adinerado. No podía evitar sentir lástima por su situación, pero también encontraba algo entrañable y atractivo en él.

Lo siguiente que supe fue que estábamos acurrucados, compartiendo un momento de intimidad mientras él comenzaba a acariciarme. Me confesó que había pasado mucho tiempo desde la última vez que había estado con una mujer. No sé qué tenía él, pero me dejé llevar por el momento.

Luego, la conversación se volvió más candente mientras hablábamos sobre temas sexuales. Sentía mariposas revoloteando en mi estómago y mi vagina se humedecía al hablar de eso, al mismo tiempo que me ruborizaba por la excitación del momento.

Pronto tocó el tema del sexo oral, y me sorprendió al decir que su esposa nunca se lo había hecho. Esa revelación fue el colmo para mí, así que decidí tomar el asunto en mis propias manos, literalmente.

Me arrodia frente a el y mientras chupaba la polla de este hombre, un hombre que me doblaba la edad, lo escuché gemir: "Yo tampoco he follado en mucho tiempo".

Tragué saliva pensando en lo que vendría después...

Fue el comienzo de una nueva etapa en nuestras vidas. A pesar del riesgo, decidimos mantener nuestras relaciones sexuales en secreto, muchas veces compartiendo la misma cama y disfrutando de momentos de pasión y conexión íntima. Sin embargo, siempre vivíamos con la constante preocupación de ser descubiertos, especialmente por su hijo.

 sabiendo que teníamos que enfrentar la realidad eventualmente. Aún no sabíamos cómo reaccionaría su hijo ante la noticia de que su padre y yo éramos pareja.





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Como tan muchachos?.... jejje aqui rin de vuemta con un nueevo cap para el blog jejeje


Bebe mucha agua💖

jueves, 4 de abril de 2024

Incluso después de pasar meses desde que tomé esa decisión trascendental, todavía me cuesta creer que la mujer radiante que veo reflejada en el espejo sea realmente yo. Fueron meses de deliberación interna, de enfrentarme a mis propios miedos y dudas antes de dar ese paso tan crucial en mi vida. Como un empleado corporativo atrapado en la rutina de la carrera de ratas, durante años me había aferrado a la escalera corporativa como si fuera la única vía hacia la felicidad y el éxito. Pero conforme ascendía cada peldaño, me daba cuenta de que algo esencial faltaba en mi vida.


Comencé a cuestionar el propósito de esta existencia tan monótona y absorbente. ¿Qué significado tenía todo este esfuerzo desenfrenado por escalar posiciones en la jerarquía empresarial? ¿A dónde me conducía realmente este camino trazado por las expectativas sociales y laborales? Esas interrogantes se convirtieron en un eco constante en mi mente, impulsándome a buscar respuestas más allá de las paredes de la oficina.

Intenté llenar ese vacío interno con sesiones de terapia, pero las palabras de los terapeutas apenas lograban calmar mi agitado corazón. La sensación de insatisfacción persistía, como una sombra que se aferraba a mi espíritu. Fue entonces cuando, en un momento de desesperación y deseo desesperado de encontrar mi verdadera identidad, descubrí un sitio web que ofrecía trajes de cuerpo femeninos.

Intrigado por las reseñas entusiastas de otros clientes, me sumergí en la experiencia de leer testimonios de hombres que habían encontrado una nueva plenitud al abrazar su feminidad. La idea de transformarme, de dejar atrás la piel que había llevado durante años, se convirtió en una tentación irresistible. Aunque inicialmente vacilé ante la idea de dar este paso, la promesa de una vida más auténtica y plena me impulsó a seguir adelante.

finalmente reuní el coraje para hacer el pedido. Esperé con nerviosismo la llegada del paquete que contenía la llave hacia mi nueva identidad.

Después de esperar ansiosamente durante una semana, finalmente llegó el tan esperado traje, una obra maestra de diseño adaptado a mi tipo de cuerpo, pero también un desembolso considerable de dinero que había invertido en mi búsqueda de autenticidad. Con manos temblorosas, sostuve la piel artificial en mis manos, la emoción y la aprensión se mezclaron en mi pecho mientras sostenía en mis manos el traje que prometía cambiar mi vida para siempre.


El innovador traje de piel ofrecía la fascinante posibilidad de integrarse completamente con mi cuerpo, alterando mi ADN, morfología y fisonomía mientras permaneciera en él. Según las detalladas instrucciones adjuntas, se recomendaba utilizar el traje en sesiones no superiores a las 168 horas continuas. Esta limitación se imponía para evitar la fusión permanente del traje con mi organismo, un fenómeno irreversible que podía tener consecuencias impredecibles. 


Con manos temblorosas, desempaqué el paquete y desdoblé el traje ante mí. La suave piel sintética femenina parecía palpitar con energía, como si estuviera impaciente por envolverme en su abrazo transformador. Con un corazón lleno de expectativas y una mente llena de incertidumbres, me desvestí lentamente y me deslicé dentro del traje que representaba un nuevo comienzo, una nueva versión de mí mismo.


Cerré los ojos y me sumergí en la experiencia, dejando que las sensaciones desconocidas, Cuando finalmente abrí los ojos y me enfrenté al espejo, apenas pude reconocer al individuo que me devolvía la mirada.

La figura que me observaba desde el otro lado del cristal era una versión más auténtica y vibrante de mí mismo,  Una mujer desnuda se erguía frente a mí, con curvas suaves y delicadas que parecían esculpidas por la mano de un artista. En ese instante, algo dentro de mí se encendió, una chispa de reconocimiento y aceptación que me inundó con una sensación de bienestar y éxtasis. No sabía entonces que estaba presenciando el comienzo de mi nueva vida, una vida como suemy.


A medida que los días pasaban me sumergía más en mi nueva identidad como suemy, comencé lentamente, llevando el traje solo en la privacidad de mi apartamento,no superana las 72 horas de usa consecutivo, aprovechando cada momento libre para explorar y nutrir esta faceta oculta de mí mismo. Cada vez que regresaba al trabajo o tenía un día libre, me sumergía en el confort de mi nueva piel, deslizándome en vestidos elegantes y accesorios cuidadosamente seleccionados que me ayudaban a expresar quién era realmente.


Dedicaba horas a perfeccionar mi maquillaje y a practicar el arte de caminar con gracia en tacones altos, transformando mi apartamento en un santuario donde podía ser completamente yo mismo, Mis salidas se limitaban a momentos fugaces en el balcón, donde podía sentir el viento acariciar mi piel y la libertad de ser quien realmente quería ser.

Pero con el tiempo, el anhelo de conexión humana y de pertenencia me impulsó a dar un paso más allá de la seguridad de mi departamento, comencé a explorar el mundo exterior, enfrentándome a la incertidumbre con la esperanza de encontrar un lugar donde encajar, donde ser aceptado por completo.

A medida que me aventuraba más allá de los confines de mi apartamento, me encontraba rodeada de una multitud de caras desconocidas, cada una cargada con sus propias expectativas y deseos. Entre la multitud, los hombres se acercaban con una mirada hambrienta en sus ojos, atraídos por la apariencia femenina que había cultivado con tanto cuidado. Sabía muy bien cuáles eran sus intenciones, sus halagos y sonrisas ocultaban deseos más profundos, deseos que no tardaban en hacerse evidentes.

A pesar de conocer las verdaderas motivaciones detrás de sus elogios y coqueteos, encontraba un placer perverso en la situación. Sabía que para muchos de ellos, mi apariencia era simplemente un medio para satisfacer sus deseos más básicos, pero eso solo agregaba emoción a cada interacción. Después de todo, ¿por qué no aprovechar la situación y sacarles algo de provecho a esos tipos?


 encontraba maneras de convertir sus halagos en oportunidades lucrativas, utilizando mi encanto y mi ingenio para sacarles dinero o favores. Era un juego peligroso, pero en cada transacción, sentía una sensación de poder y control sobre mi propia vida, una sensación que había estado ausente durante tanto tiempo en mi existencia anterior.

Aunque sabía que estas interacciones eran superficiales y temporales, me permitían mantenerme a flote en este nuevo mundo en el que había decidido sumergirme. A través de estas transacciones, encontraba una forma de afirmar mi propia valía y de asegurarme de que nadie me subestimara o me menospreciara. En un mundo donde la belleza podía ser un arma poderosa, yo estaba determinada a utilizarla para mi propio beneficio, aprovechando cada oportunidad que se presentaba para asegurarme un lugar en este nuevo y emocionante mundo que estaba explorando.

Tenia mas exito siendo este alterego femenino  que mi yo original, pronto llego el día en que cerré la puerta de mi antigua vida laboral detrás de mí, sentí un peso levantarse de mis hombros, una sensación de liberación que solo se comparaba con la ligereza que sentía al volver a ponerme mi traje femenino. 

En ese momento, supe que estaba dando el primer paso hacia una nueva vida, una vida en la que podía ser completamente fiel a mí mismo, sin importar las expectativas de los demás. 


Después de varios meses inmerso en mi alter ego como Uemy, puedo afirmar con total convicción que optar por abrazar mi verdadera identidad ha sido una de las decisiones más acertadas de mi vida.


Una mañana, simplemente desperté con la certeza de que sería más feliz siendo quien realmente soy. Antes de vestirme con el traje, decidí tomar el control de mi vida y liberarme de las ataduras de la rutina corporativa: llamé a la oficina y renuncié a mi trabajo. Una vez enfundado en el traje, me embarqué en una aventura sin precedentes, decidido a no quitármelo. Mantuve citas, disfruté de salidas nocturnas y exploré la ciudad, y sin percatarme, había superado con creces las 162 horas de uso recomendado. En ese momento, mi ADN y mi cuerpo habían adoptado una nueva forma de manera irreversible.


Aunque todavía me asombra cuánto he evolucionado desde aquellos días atrapado en la monotonía de la vida corporativa, cada cambio ha sido una mejora palpable. Cada día, me siento más auténtico y en armonía conmigo mismo, deleitándome plenamente en la experiencia de vivir sin máscaras ni limitaciones.

Aunque ya no ostento el prestigioso título de gerente en alguna gran empresa, debo admitir que prefiero mil veces la vida que llevo ahora. Desde que decidí abrazar mi verdadera identidad como Uemy, he encontrado un nuevo sentido de libertad y empoderamiento. Ahora, los hombres que buscan mi atención saben que deben pagar por ella, lo que me otorga un control que nunca antes había experimentado. He construido una pequeña fortuna gracias a mi belleza y mis atributos, aunque algunos podrían considerarlos algo exagerados, pero los amo y me han permitido forjar mi propio camino en este mundo.


Sin embargo, en medio de todo este nuevo estilo de vida, he encontrado algo inesperado: el comienzo de una relación con un chico que ha logrado traspasar las barreras que yo misma había erigido. Aunque al principio estaba escéptica y reacia a permitir que alguien se acercara demasiado, él ha demostrado ser diferente. Su sinceridad, su ternura y su capacidad para aceptarme tal como soy me han conmovido profundamente. A través de él, he aprendido a bajar mis defensas y a permitirme ser vulnerable, algo que nunca pensé que podría hacer.


No puedo evitar sentir cierta incredulidad al recordar que decidí tener relaciones sexuales con él en nuestra primera cita. Fue un paso inesperado, pero al mismo tiempo, una muestra de la intensa conexión que sentí desde el momento en que nos conocimos.


 incluso las siguientes  noches, cancelé salidas con otros hombres que estaban dispuestos a pagar sumas exorbitantes solo por tener la oportunidad de estar conmigo. Sin embargo, ninguna cantidad de dinero o promesa de lujo pudo competir con la atracción y la química que experimenté con este chico en particular. Opté por seguir mi corazón y elegía el sobre el dinero. Aunque pudo haber parecido arriesgado para algunos, para mí fue una decisión impulsada por el deseo de seguir mi instinto.


Es emocionante contemplar la posibilidad de que esta relación evolucione hacia algo más significativo. Sin embargo, incluso en medio de esta reciente felicidad, una pregunta persiste en mi mente, una interrogante que jamás antes me había planteado: ¿podría quedar embarazada?La noción de la maternidad, una perspectiva que alguna vez consideré remota, ahora se materializa ante mí. Mi cuerpo ha experimentado una transformación radical gracias al traje de piel, y ahora me cuestiono si esta nueva forma también abarca la capacidad de concebir y llevar a un hijo. Es una interrogante que nunca antes había considerado, pero que ahora me inunda con una mezcla de esperanza y temor ante las incertidumbres del porvenir.Contemplar la perspectiva de ser madre resulta tanto emocionante como aterradora. A medida que profundizamos en nuestra relación y nos acercamos más el uno al otro, la idea de formar una familia juntos adquiere fuerza en mi mente. No obstante, también afloran dudas y temores. ¿Estoy verdaderamente preparada para asumir la responsabilidad de traer una nueva vida al mundo? ¿Cómo influirá esto en nuestra relación y en nuestras vidas individuales?