7:30 PM
Melissa se mir贸 en el espejo una 煤ltima vez, asegur谩ndose de que su maquillaje estuviera perfecto. Llevaba un vestido rosa ajustado con un pronunciado escote. Su madre le hab铆a ayudado a arreglarse, insistiendo en que no usara sost茅n para destacar su figura reci茅n adquirida. Sus tranzas enmarcaban su rostro impecablemente maquillado, y a煤n pod铆a sentir el olor floral del sal贸n de belleza donde hab铆a pasado gran parte de la tarde.
Mientras esperaba que su cita llegara, no pudo evitar perderse en sus pensamientos, recordando los extra帽os eventos que la hab铆an llevado a este momento.
Todo comenz贸 meses atr谩s, cuando los m茅dicos le diagnosticaron un extra帽o caso de "segunda pubertad". Al principio, el proceso de transformarse en mujer fue suficiente para ponerlo al borde del colapso. Sus pechos comenzaron a crecer de manera acelerada, sus caderas se ensancharon, y su voz se volvi贸 m谩s dulce y mel贸dica. Todo era desconcertante, casi irreal, pero los cambios no se detuvieron ah铆.
Con el paso del tiempo, su cuerpo evolucion贸 hacia algo que no esperaba: el de una mujer madura y voluptuosa. Sus curvas se acentuaron a煤n m谩s, su piel adquiri贸 un resplandor suave y radiante, y una extra帽a energ铆a maternal parec铆a emanar de cada uno de sus gestos. Los m茅dicos lo llamaron "MILF de inicio temprano", una condici贸n rar铆sima en la que los afectados desarrollaban las caracter铆sticas f铆sicas y hormonales de una mujer madura.
Lo m谩s inquietante era c贸mo su nueva apariencia recordaba cada vez m谩s a las mujeres de su familia materna. Sus caderas anchas, los pechos plenos y la manera en que su cuerpo se mov铆a con naturalidad femenina eran innegables vestigios de su herencia gen茅tica. Poco a poco, dej贸 de reconocerse frente al espejo, mientras se daba cuenta de que estaba convirti茅ndose en una versi贸n m谩s joven y sensual... de su propia madre.
Al principio, el espejo era su peor enemigo. Cada vez que ve铆a su reflejo, sent铆a que estaba mirando a una de las amigas de su madre o a alguna de sus t铆as, y no a s铆 mismo. Su rostro, aunque familiar, parec铆a pertenecer a otra persona, alguien ajeno. La confusi贸n no se limitaba a 茅l; incluso su hermana menor comenz贸 a llamarlo "t铆a", incapaz de reconocer al hermano que alguna vez tuvo.
Fue su madre quien se convirti贸 en su mayor apoyo durante este proceso. Paciente y comprensiva, lo gui贸 en cada paso, ense帽谩ndole c贸mo vestirse con elegancia, maquillarse con sutileza y comportarse como una verdadera dama. Compart铆an la misma talla, as铆 que no solo hered贸 su ropa, sino tambi茅n sus curvas generosas, lo que hac铆a imposible no compararse con ella.
Con el tiempo, comenz贸 a aceptar su nueva realidad. Bajo el nombre de Melissa, se present贸 al mundo como la hermana reci茅n llegada de fuera de la ciudad, una historia que su madre hab铆a ideado para protegerlo de las preguntas inc贸modas. Y aunque todav铆a hab铆a momentos de duda, Melissa empez贸 a encontrar una extra帽a comodidad en su nueva vida, abrazando la feminidad que ahora defin铆a cada aspecto de su ser.
Su madre, siempre preocupada por su bienestar, le consigui贸 un trabajo en la florer铆a de una amiga local. All铆, rodeada de ramos de flores y fragancias dulces, Melissa empez贸 a sentirse m谩s c贸moda con su nueva vida. Cada d铆a se sent铆a m谩s como una mujer m谩s del vecindario, ayudando a organizar eventos, charlando con las clientas habituales y adapt谩ndose a su papel.
Pero entonces, algo inesperado comenz贸 a suceder. Melissa empez贸 a sentirse atra铆da por los hombres, especialmente por aquellos mayores. Era una sensaci贸n nueva y desconcertante. Su cuerpo reaccionaba de maneras que jam谩s hab铆a experimentado: una calidez que la invad铆a, un leve temblor en sus piernas, y un deseo que no pod铆a ignorar. Esa atracci贸n la confund铆a y, a veces, la asustaba, pero su madre, ahora su hermana mayor y confidente, era la 煤nica persona con quien se atrev铆a a hablar.
Una tarde, mientras doblaban ropa en casa, Melissa rompi贸 el silencio.
—Mam谩… digo, hermana… no s茅 c贸mo decirte esto, pero creo que estoy sintiendo cosas por los hombres. —Sus mejillas se sonrojaron, y evit贸 mirarla directamente.
Su madre la mir贸 con una sonrisa comprensiva, dejando las camisas a un lado.
—Es normal, Melissa. Tu cuerpo ha cambiado, y con eso vienen nuevos sentimientos. No tienes que avergonzarte de eso.
—¿Pero por qu茅 ahora? Nunca me pas贸 antes. —Melissa baj贸 la mirada, jugando nerviosa con el dobladillo de su falda.
—Porque ahora eres una mujer, y las mujeres sienten atracci贸n. Es algo hermoso, no algo de lo que debas huir. —Le tom贸 las manos, mir谩ndola con ternura.
Unos dias m谩s tarde, todo cambi贸 el d铆a que su antiguo entrenador apareci贸 nuevamente hanian pasado meses sin verlo, pero ah铆 estaba,la florer铆a. 脡l no la reconoci贸, pero Melissa lo identific贸 de inmediato. Alto, atractivo y caballeroso, su mera presencia hac铆a que su coraz贸n se acelerara, melissa ya no ve铆a con los mismos ojos, le perecia atractivo, mas que cualquiera otro hombre, lo que comenz贸 como una visita casual pronto se convirti贸 en una rutina; cada semana, encontraba una excusa para pasar por la tienda.
Una noche, mientras cenaban juntas, Melissa decidi贸 contarle a su madre lo que estaba pasando.
—Creo que le gusto a alguien. —Dijo con timidez, revolviendo la sopa en su plato.
—¿De verdad? ¿Qui茅n? —pregunt贸 su madre, arqueando una ceja con curiosidad.
—Mi antiguo entrenador… ha estado viniendo mucho a la tienda. Siempre me dice cosas bonitas, pero no s茅 qu茅 hacer. —Melissa jugueteaba con su cuchara, claramente nerviosa.
Su madre sonri贸, apoyando la barbilla en una mano.
—¿Y qu茅 sientes cuando lo ves?
—Me siento… rara. Como si me faltara el aire, pero al mismo tiempo no quisiera que se fuera. —Sus ojos brillaban con una mezcla de emoci贸n y confusi贸n.
—Eso, mi ni帽a, se llama atracci贸n. Y por lo que me cuentas, 茅l tambi茅n siente algo por ti.
Cuando finalmente el entrenador la invit贸 a salir, Melissa no supo qu茅 hacer. Esa noche, sentada en el sof谩, busc贸 el consejo de su madre.
—¿Y si no estoy lista? —pregunt贸 Melissa, abrazando un coj铆n contra su pecho.
—Melissa, eres una mujer incre铆ble, fuerte y hermosa. Claro que est谩s lista. Solo escucha a tu coraz贸n. —Su madre le acarici贸 el cabello con cari帽o.
Tras esas palabras, Melissa se arm贸 de valor y acept贸 la invitaci贸n. Aunque estaba nerviosa, no pod铆a evitar sentir una mezcla de emoci贸n y anticipaci贸n mientras pensaba en su cita. Sab铆a que era un momento importante, el comienzo de un cap铆tulo completamente nuevo en su vida.
Su madre, ahora su "hermana mayor", insisti贸 en ayudarla a prepararse. Esa ma帽ana, la llev贸 al sal贸n de belleza.
—Hoy es un d铆a especial, Melissa. No podemos dejar nada al azar. —dijo su madre con una sonrisa mientras ambas entraban al lugar.
Melissa se dej贸 guiar. La estilista le lav贸 el cabello, le dio un corte elegante y lo molde贸 en suaves ondas que enmarcaban su rostro. Luego, una manicurista le pint贸 las u帽as en un delicado tono rosa p谩lido.
—¿Qu茅 opinas? —pregunt贸 la estilista cuando terminaron.
—Me veo… ¿hermosa rde verdad? —Melissa se mir贸 al espejo, a煤n asombrada por su reflejo.
—Te ves hermosa. —respondi贸 su madre con una sonrisa orgullosa.
De regreso a casa, Melissa decidi贸 tomar un ba帽o relajante. Se sumergi贸 en el agua caliente, rodeada de espuma perfumada, dejando que la calidez calmara sus nervios. Mientras tanto, su madre seleccionaba opciones de maquillaje en el tocador.
—Tienes que de×stacar tus labios, Melissa. Los hombres siempre notan eso primero. —dijo mientras revisaba los labiales.
—¿De verdad? —pregunt贸 Melissa, levantando una ceja desde la puerta del ba帽o.
—Cr茅eme, cari帽o. Algunas cosas nunca cambian.
Ya m谩s relajada, Melissa se sent贸 frente al espejo mientras su madre la ayudaba con el maquillaje. Aplicaron una base ligera, sombras suaves que resaltaban sus ojos, y un labial rojo que hac铆a que sus labios lucieran irresistibles.
—Es como si estuvieras en una pel铆cula. —dijo Melissa mientras su madre terminaba con los 煤ltimos toques.
—Claro que s铆, pero t煤 eres la estrella.
Finalmente, lleg贸 el momento de elegir el vestido. Abrieron el armario y revisaron las opciones.
—¿Este rojo? —sugiri贸 su madre, sosteni茅ndolo contra su cuerpo.
—Demasiado atrevido. —respondi贸 Melissa, mordi茅ndose el labio.
—¿Y este negro con encaje? Es elegante pero no exagerado. —ofreci贸 su madre.
Melissa asinti贸, tomando el vestido y sosteni茅ndolo frente al espejo. Era perfecto. Se lo puso con cuidado, ajust谩ndolo en las caderas, y luego eligieron unos tacones negros que completaban el look.
Cuando estuvo lista, su madre la mir贸 de arriba a abajo con orgullo.
—Melissa, te ves espectacular. Ese hombre no sabr谩 qu茅 hacer cuando te vea. —dijo con una sonrisa.
—Gracias… por todo. No s茅 qu茅 har铆a sin ti. —respondi贸 Melissa, abraz谩ndola con fuerza antes de salir, lista para enfrentar lo que esa noche le deparara.
Y ahora, aqu铆 estaba, ajust谩ndose el vestido mientras esperaba que 茅l llegara. Cuando son贸 el timbre, su madre la detuvo antes de que saliera. Con una sonrisa p铆cara, sac贸 un par de preservativos de su bolso y se los entreg贸.
—Los vas a necesitar, cari帽o —dijo su madre con una mirada traviesa.
Melissa se sonroj贸, murmurando un apenado:
—¡Mam谩!
La cena fue perfecta. Sentados en un restaurante acogedor, hablaron como si fueran una pareja que se conoc铆a de toda la vida. Su antiguo entrenador era amable y encantador, y Melissa no pod铆a evitar sentirse cada vez m谩s atra铆da por 茅l. Cuando la cita termin贸, 茅l sugiri贸 llevarla a su apartamento, y Melissa, mordi茅ndose el labio, acept贸.
Esa noche fue todo lo que hab铆a imaginado. En el calor de la pasi贸n, Melissa finalmente experiment贸 lo que significaba ser mujer en cuerpo y almalm.
A la ma帽ana siguiente
Melissa despert贸 con los primeros rayos del sol que entraban por la ventana del apartamento. Se estir贸 perezosamente, sintiendo el aroma del caf茅 que 茅l ya hab铆a empezado a preparar en la cocina. Sus ojos recorrieron la habitaci贸n: su vestido estaba en el suelo, y sus bragas descansaban junto a los preservativos usados que hablaban de la intensidad de la noche anterior.
Se puso las bragas lentamente y se dirigi贸 al ba帽o. Al mirarse en el espejo, se qued贸 observando su reflejo. Ya no ve铆a rastros del chico que alguna vez fue. Ahora solo quedaba Melissa, una mujer en toda la extensi贸n de la palabra. Con una sonrisa leve y un suspiro, se dijo:
—Esto es lo que soy ahora.
Decidida a comenzar el d铆a, se dirigi贸 a la cocina. Encontr贸 a su entrenador prepar谩ndole una taza de caf茅. Sin pensarlo mucho, Melissa tom贸 los ingredientes y comenz贸 a preparar el desayuno. Era su forma de decirle que, despu茅s de todo, esto no era solo un encuentro casual. Era el comienzo de algo mucho m谩s profundo.
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