🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

sábado, 9 de noviembre de 2024

En cuepo de la madre de mejor amigo



Era una mañana como cualquier otra, o al menos eso pensaba antes de mirar al espejo. El reflejo que me devolvía no era el mío. Me froté los ojos, esperando que fuera solo una pesadilla, pero no. Ahí estaba, un rostro que no reconocía, un cuerpo que no era el mío. Me miré fijamente, y los detalles me golpearon de inmediato: mi piel ahora era suave y tersa, mi cabello largo y oscuro caía en ondas perfectas, y mis pechos… mis pechos eran grandes, plenos, como nunca había imaginado. Incluso sentí un leve dolor en el pecho, como si mis senos estuvieran adaptándose a su nuevo tamaño.


No sabía qué estaba pasando. ¿Tal vez magia? ¿Alguna maldición? ¿Aliens? Pero lo que sí sabía era que me había transformado en la madre de mi mejor amigo, una mujer madura y experimentada, una madre amorosa y esposa devota. Ahora era ella, con su rostro sereno, sus grandes caderas y su cuerpo curvilíneo, todo adornado con ropa que no me pertenecía, pero que de alguna manera parecía ajustarse a mí con demasiada naturalidad.



La Confusión Inicial


Tratando de comprender lo que había ocurrido, me levanté de la cama. Miré mis manos, las cuales ahora estaban cubiertas de anillos y pulseras, mi nueva figura femenina, el ajuste perfecto de la ropa en mi cuerpo. Cada prenda parecía resaltar un aspecto de esta nueva mujer en la que me había convertido. La blusa que llevaba me abrazaba el busto, destacando mis senos, y la falda ajustada resaltaba mis caderas anchas, mientras que el cinturón ceñido marcaba mi cintura, dándole una forma perfectamente femenina. Cada paso que daba, la tela de la falda se deslizaba suavemente sobre mi piel, y sentía el peso de mi nuevo cuerpo moviéndose con una gracia que no reconocía, pero que a la vez parecía completamente natural.



Mi cuerpo ya no era el mismo de antes. Cada vez que me miraba al espejo, algo en mí cambiaba. No solo era una mujer ahora, sino una madre y esposa atrapada en un rol que no era mío, pero que mi cuerpo aceptaba con una naturalidad desconcertante. A medida que recorría la casa, mis movimientos, antes tan torpes, ahora eran fluidos. Me observé en el espejo del pasillo y vi cómo mi nueva postura, más erguida y confiada, me hacía ver completamente distinta. Mis caderas se balanceaban con un ritmo natural, mis manos ahora se movían con suavidad, como si todo el tiempo hubiera sido así.


Lo único que sabía es que ahora estaba viviendo una vida que no era mía, en el cuerpo de la madre de mi mejor amigo.




Al bajar al comedor, me sobresalté. No encontré a mi mejor amigo, sino a su padre, quien me miró con una expresión de deseo. Mi nuevo cuerpo reaccionó de una manera instintiva. La forma en que él me observaba, con esos ojos llenos de deseo, hizo que una corriente de incomodidad recorriera mi cuerpo, pero también algo más. Una parte de mí, una que nunca supe que existía, comenzó a responder. Mi nueva feminidad, mi cuerpo, parecía reaccionar a él de una manera involuntaria. Él se acercó rápidamente, tomó mi cintura y, sin previo aviso, me besó.


El contacto fue electrizante, y aunque mi mente trataba de rechazarlo, mi cuerpo parecía completamente entregado. La suavidad de sus labios, la calidez de su contacto, hicieron que me olvidara por un momento de mi identidad anterior. ¿Qué me estaba pasando? ¿Cómo podía mi cuerpo reaccionar así a algo que nunca había experimentado antes?


El momento fue interrumpido por la llegada de mi mejor amigo, Ethan, que, al verme, se detuvo en seco. Parecía confuso, pero no fue hasta que me miró a los ojos que entendí lo que sucedía. Él, mi mejor amigo, estaba viendo a su madre… pero no era ella. Era yo.


Ethan me miraba fijamente, sus ojo, que claramente le incomodaba ver a su padres darse cariñoa. Por un instante, me sentí atrapado. Algo me impulsaba a sonreírle, una sonrisa cálida y maternal, como si mi vida anterior ya no importara. ¿Era esta la nueva yo? ¿Era esta la nueva versión de la vida que debía llevar? ¿Cómo me comportaría ahora como la madre de mi mejor amigo?




Pasaron las horas, y las tareas cotidianas parecían fluir con una naturalidad inquietante. Me encargué de la casa, limpié, preparé el desayuno, todo con una habilidad que no sabía que tenía. Mi nuevo cuerpo parecía moverse con facilidad, como si hubiera sido ama de casa toda mi vida. La suavidad con la que me movía por la cocina, la forma en que tomaba el cuchillo y lo manejaba con destreza, todo eso era nuevo para mí, pero mi cuerpo lo hacía de forma natural. Mi mente aún trataba de comprender lo que estaba sucediendo, pero mi cuerpo parecía estar completamente adaptado a este nuevo rol.



Cuando Ethan me encontró en la cocina, preparándole un sándwich para el almuerzo, se acercó lentamente. En lugar de sus usuales bromas, ahora parecía observarme con una mezcla de respeto y amor. Al darme el abrazo habitual de madre e hijo, sentí una conexión extraña, como si hubiera estado abrazándolo de esta manera durante años. Pero al mismo tiempo, la incomodidad se hacía presente. No podía dejar de pensar en todo lo que había cambiado, en cómo ahora su cuerpo parecía completamente ajeno al mío.


Y luego, había esos momentos en los que mi "marido", el esposo de la mujer que ahora era yo, me miraba de una forma diferente, como si algo hubiera cambiado en mí, algo que solo él podía notar. En esos momentos, sentía como si mi cuerpo estuviera tomando una vida propia. Cada vez que se acercaba a mí, podía sentir su presencia, su necesidad de conexión, y sin darme cuenta, me encontraba respondiendo a él con gestos que no había planeado.


Por la noche, cuando me acosté en lo que ahora era mi cama, sentí la tensión en mi pecho. La ropa de dormir me quedaba perfectamente, y aunque era la misma cama, todo se sentía extraño. No solo por la cama en sí, sino por todo lo que representaba. Estaba en el cuerpo de otra persona, una persona con una vida completamente diferente, una vida llena de responsabilidades, amor y deseo. Mi mente luchaba por regresar a lo que conocía, pero el cuerpo que ahora habitaba me arrastraba hacia una nueva vida, hacia un rol que no entendía, pero que mi cuerpo parecía aceptar con entusiasmo.




Mis pensamientos volvían una y otra vez a mi mejor amigo, Ethan. ¿Qué pensaba él de todo esto? ¿Cómo me veía ahora? Mientras me acomodaba en la cama, mi mente se preguntaba si alguna vez podría regresar a mi vida anterior o si me quedaría atrapado aquí, viviendo como la madre de mi mejor amigo, en un cuerpo que no era mío, pero que de alguna forma había comenzado a reclamar como propio.


La incertidumbre me envolvía. Algo en mi interior deseaba adaptarme a esta nueva vida, dejar de luchar contra ella. Pero cada vez que me miraba en el espejo, veía los restos de la persona que solía ser, la que ahora parecía lejana e irreconocible. Las horas pasaban, y aunque mi cuerpo comenzaba a aceptar su nueva forma, mi mente seguía atrapada entre dos mundos. ¿Era este el futuro que me esperaba?


¿Sería capaz de regresar algún día a mi vida anterior? O, tal vez, ¿me quedaría atrapado aquí, viviendo como la madre de mi mejor amigo, sin nunca poder saber qué le había sucedido a él? La incógnita de nuestro destino seguía flotando en el aire, mientras yo, atrapado en esta vida, trataba de encontrar una forma de adaptarme, de vivir este nuevo papel, aunque no sabía tal vez mañana  despierte  nuevamente  En mi cuerpo original...



viernes, 8 de noviembre de 2024

 


¿Qué demonios estoy haciendo?... Estoy cubierta de semen, mis piernas tiemblan, y aún siento en mi piel el calor de sus manos. ¿Cómo he llegado a esto?



Todo comenzó con un frasco pequeño de pastillas "X-change", un invento supuestamente "seguro" que permitía transformarte en una mujer por unas cuantasñ horas. En principio, era solo un juego, una especie de broma privada. La primera vez que la probé me quedé paralizado frente al espejo, hipnotizado por lo que veía. No era yo. Mis facciones se habían suavizado; mis ojos grandes y labios carnosos brillaban con un atractivo que jamás pensé tener. Mi cabello largo caía en ondas, y mi figura era todo curvas: unos senos redondos y firmes, una cintura estrecha que se acentuaba con unas caderas amplias y unas piernas largas, suaves. Era... impresionante.


La primera vez que salí en ese cuerpo fue solo para caminar por la ciudad, nada más. Sentía los ojos de los hombres sobre mí, cómo me miraban de pies a cabeza, y eso encendió una chispa en mí.


El aire en mi piel desnuda, el movimiento de mis caderas al andar, cada paso hacía que mis sentidos se despertaran de una forma intensa. Nunca había entendido del todo cómo era ser visto como una mujer, pero ahora, cada mirada me daba una descarga de placer y poder.


La segunda vez no me resistí a arreglarme un poco más. Me maquillé, me puse un ropa ajustado y me paré frente al espejo, sorprendida de lo natural que me resultaba ese ritual. Aplicar el lápiz labial, el rímel… era como si cada trazo liberara algo dentro de mí.


 Esa noche, me encontré en un bar, conversando y riendo con chicos que no tenían idea de quién era realmente. Sentía cómo mi voz era más suave, mis gestos más delicados, y cada coqueteo me hacía sentir viva de una manera adictiva.


Con el tiempo, lo que empezó como una pequeña escapada se volvió una necesidad. Salía cada vez más a menudo en ese cuerpo femenino. Cambié mi guardarropa: tacones altos, vestidos provocativos, lencería que abrazaba cada curva. En una tienda de ropa, una dependienta me sugirió un conjunto de encaje y no pude resistirme. Cuando me lo puse, el roce de la tela contra mi piel me hizo estremecer; me miré en el espejo del probador, admirando cómo me quedaba, cómo mis senos se alzaban en el sujetador, mis caderas llenaban las bragas. Esa noche lo estrené y sentí que el mundo entero estaba a mis pies.



Con el tiempo, conocí a un chico, y no me tomó mucho tiempo perder la vergüenza. Su sonrisa, sus manos recorriendo mis muslos, su aliento en mi cuello… ni siquiera lo llevé a casa. Nos dejamos llevar en su coche, sus manos enredadas en mi cabello, mis labios en los suyos, susurrando palabras que apenas recuerdo ahora. Me dejé llevar como nunca antes, y esa experiencia me cambió.


Lo que al principio era una fantasía ahora era una adicción. Pasé de tomar la pastilla una vez al mes a cada semana, hasta llegar al punto de buscar cualquier oportunidad para transformarme y perderme en esa nueva versión de mí. Cada vez que miraba el frasco, sabía que estaba cruzando una línea, pero el deseo era más fuerte. Con el tiempo, comencé a tener sueños en los que me veía rodeada de hombres, sentía el peso de sus cuerpos, el calor de sus manos… y en esos sueños, el deseo era incontrolable. Quería más.



Ahora, cada vez que me transformo, sé que voy a salir en busca de esa atención, de esos encuentros. He perdido el control, y eso me asusta y me excita al mismo tiempo. Siento que estoy viviendo una doble vida, una que no puedo dejar. Me miro en el espejo cada noche antes de salir, ajustando mi ropa, acomodando mis senos en el escote, alisando mis medias sobre mis piernas, sabiendo que, en el fondo, he cambiado en más formas de las que la pastilla prometía.


¿Qué he hecho?


domingo, 3 de noviembre de 2024

Sra welsh

Cuando regresé al vecindario, todo parecía igual, pero yo era irreconocible. Con el cuerpo de una mujer madura, curvas exuberantes y una piel suave como la seda, era Brittany, la nueva esposa del señor Welsh. Nadie, ni siquiera mi propia familia, sospechaba que alguna vez fui alguien distinto. Asumí mi papel de ama de casa y esposa, una transformación tan radical que apenas recordaba mi vida pasada.


Todo comenzó cuando el señor Welsh, un hombre mayor y misterioso, me hizo una propuesta que me dejó atónito. Al principio, pensé que era un juego o una broma extraña, pero sus intenciones se volvieron claras rápidamente. Welsh deseaba una esposa que se ajustara a sus necesidades exactas, alguien que fuera su “muñeca” perfecta. Con hormonas, cirugías y un régimen estricto de feminización, me moldeó a su ideal: una mujer voluptuosa y completamente suya.


Después de rechazar sus avances y propuestas, Welsh me secuestró. Me llevó a un lugar aislado y frío, y allí comenzó un proceso de “reeducación”. No solo me administró hormonas sin descanso, sino que también planeó cada aspecto de mi feminización. Al principio, me resistí con todas mis fuerzas, pero con el tiempo, él hizo imposible cualquier resistencia. Las cirugías, las sesiones de entrenamiento en cómo caminar, hablar y comportarme como una mujer sumisa, todo formaba parte de su plan meticuloso para convertir a un joven sin importancia en la esposa perfecta.




Recuerdo la primera vez que me miré en el espejo después de las cirugías finales. Tenía un rostro delicado, ojos grandes y labios carnosos, pero lo que más llamaba la atención eran mis caderas anchas y pechos redondeados, que no pasaban desapercibidos. Al verme, Welsh sonrió y dijo: “Eres la esposa perfecta”. Y, a partir de ese momento, ya no era más que Brittany, la esposa dedicada del señor Welsh.

Las primeras semanas fueron un choque de emociones. Ser una mujer, y especialmente una “bimbo” madura como él me había moldeado, requería toda una adaptación. Welsh me enseñó a maquillarme de forma exagerada, a usar ropa ajustada que destacara mis curvas, y me daba consejos sobre cómo “comportarme” en público para parecer más dócil y deseable. Me llenaba de una extraña mezcla de sumisión y orgullo ser la mujer que él había creado.


La vida de ama de casa tenía sus peculiaridades, especialmente en el ámbito íntimo. Desde el principio, Welsh no dudaba en mostrar su afecto de manera posesiva. El sexo se volvió una parte central de nuestra relación; al principio, era incómodo y humillante, pero luego se convirtió en algo rutinario y, en algún nivel, hasta adictivo. Su dominio sobre mí, sus caricias bruscas y su forma de besarme mientras me decía que “era toda suya” me hacían sentir deseada, aunque a veces también vulnerable. A menudo me dejaba su marca: su semen en mi interior era como un recordatorio de quién era ahora. Al verme en el espejo después de cada encuentro, el rastro de su amor en mí me hacía sentir extrañamente completa, como si realmente fuera su esposa en cuerpo y alma.

Mi rutina diaria pronto se convirtió en algo tan natural que apenas recordaba mi vida anterior. Me levantaba temprano, preparaba el desayuno, limpiaba la casa y me vestía para ser la esposa ideal. Con tacones altos, vestidos entallados y una lencería delicada que resaltaba mis formas, cada día era una declaración de mi feminidad. Welsh insistía en que siempre estuviera impecable, que fuera su “muñeca de porcelana” lista para él en cualquier momento. Cada vez que le preparaba el café o le servía la comida, él me daba una nalgada cariñosa, recordándome mi lugar en su vida.


Mi transformación también significaba integrarme en la comunidad de nuevamente pero esta vez  como una mujer, la mujer que era ahora. Welsh me llevaba a eventos sociales, donde otras mujeres me miraban con una mezcla de curiosidad y morbo. Me volví amiga de otras amas de casa, mujeres con las que compartía charlas sobre los desafíos de ser esposas y el “trabajo” de mantener el hogar en perfecto orden. Con el tiempo, aprendí a reír, a charlar y a compartir consejos de cocina y belleza como cualquier otra mujer del vecindario.

En una ocasión especial, durante un evento comunitario, Welsh me llevó. Usé un vestido rojo ajustado que resaltaba mis curvas, y me sentí como una verdadera reina mientras danzaba con él. Su mirada de deseo mientras me abrazaba me llenaba de una mezcla de amor y sumisión. Esa noche, mientras él me susurraba al oído que era “todo lo que siempre soñó”, me sentí completamente suya.

Con el paso del tiempo, mi pasado parecía un sueño lejano. Un día, mientras organizaba cosas en casa, encontré un vieja foto, una foto de mi vida anterior, cuando el me secuestró. Al ver las imágenes de mi antiguo yo, sentí un nudo en la garganta, pero al mirar mi hogar, sentí el calor de su amor y el deseo en sus ojos. Había elegido este camino y, aunque era extraño y, en muchos sentidos, extremo, también era profundamente satisfactorio.

Ahora, cuando salgo al vecindario, no hay rastro de quien fui. Soy Brittany, la nueva esposa del señor Welsh, una mujer que, aunque moldeada y “programada” a su deseo, había encontrado en esa vida una nueva identidad y un extraño sentido de pertenencia. Mirando por la ventana, veo a mis antiguos vecinos y sonrío. Esta es mi vida ahora, y aunque algunos días siento una leve nostalgia por mi antiguo yo, sé que he encontrado un nuevo hogar y, en algún retorcido sentido, una nueva felicidad.


El sexi cuepo de mi tia.


Hace seis meses, mi vida dio un giro que nunca hubiera imaginado. Me desperté en su cama, envuelto en sus sábanas, y lo primero que sentí fue el peso extraño en mi pecho y la plenitud en mis caderas. Me levanté para mirarme en el espejo y ahí estaba, el cuerpo de mi tía mirándome de regreso: sus ojos brillantes, el cabello oscuro y sedoso, su boca llena y, claro, esas curvas que parecían hechas para llamar la atención. Era yo, en su cuerpo… completamente ella.


Al principio, todo me parecía irreal. Cada movimiento me hacía hipersensible, notando el balanceo de sus caderas, la suavidad de su piel y el peso de sus pechos cada vez que caminaba. Los primeros días los pasé con una mezcla de shock y curiosidad, tocándome lentamente, intentando comprender cómo se sentía cada rincón de este nuevo cuerpo. Cada detalle era diferente y más intenso de lo que jamás había imaginado. Me fascinaba la forma en que la ropa abrazaba mis curvas, cómo el encaje de la lencería rozaba suavemente mi piel y el peso de los pechos se hacía sentir en cada paso.


Al principio intentaba mantener mi distancia de la vida de mi tía. Me dedicaba a tratar de comportarme como ella, aprender sus gestos, cómo se movía y hablaba. Salía a la calle tratando de ser discreto, de pasar desapercibido. Sin embargo, cada vez que sentía las miradas de los hombres sobre mí, algo dentro de mí se encendía. Notaba cómo sus ojos recorrían mi figura, desde el balanceo de mis caderas hasta el escote que, por más que intentara cubrir, siempre captaba atención. La idea de ser deseada comenzó a fascinarme.


Los días se convirtieron en semanas, y con el tiempo comencé a adoptar su vida de una forma más natural. Su rutina, sus costumbres… hasta la forma en que se arreglaba y maquillaba. Pasaba horas en el espejo practicando su sonrisa, probando distintos outfits y disfrutando de la transformación de verme como ella. A veces, me encontraba eligiendo vestidos más ajustados, descubriendo cómo se veían y cómo me hacían sentir. Empecé a notar el placer de estar en un cuerpo que era apreciado, que llamaba la atención y que provocaba deseos.





















Mis pensamientos también comenzaron a cambiar. Durante las noches, cuando estaba sola, el deseo de explorar este nuevo cuerpo se volvía incontrolable. Me encontraba acariciándome, descubriendo cada rincón, cada pliegue de mi piel. Mi mente vagaba a escenarios que antes me habrían parecido imposibles: la idea de sentir unas manos fuertes y masculinas en mi piel, el peso de un cuerpo sobre el mío, susurrándome al oído. El deseo se hacía cada vez más intenso, y cada vez que me miraba en el espejo, podía ver cómo mi rostro se sonrojaba al imaginar lo que quería experimentar.


Poco a poco, esa curiosidad se transformó en una necesidad. Quería salir, sentirme deseada y vivir esa experiencia. Decidí salir a conocer el mundo desde esta perspectiva, a ponerme un vestido que resaltara mis curvas, unos tacones altos, y maquillarme con el objetivo de capturar todas las miradas. Esa noche fue diferente; me sentí completamente como ella, como una mujer segura y deseada, y cuando los hombres comenzaron a acercarse, noté el poder que tenía en mis manos. Me dejé llevar, disfrutando de cada cumplido, cada sonrisa y cada mirada.


Finalmente, conocí a un hombre que despertó algo más profundo en mí. Era atento, cariñoso y sus manos sobre mi cintura me hacían temblar. A medida que avanzaba la noche, me dejé llevar por sus caricias, y cuando nos encontramos a solas, su toque hizo que cada parte de mí cobrara vida. Sentí su aliento en mi cuello, sus labios recorriendo cada rincón de mi piel, y me entregué completamente, experimentando el placer de ser deseada como mujer, de sentir cada emoción y cada sensación en una intensidad nueva.


Ahora, seis meses después, me he dado cuenta de que este cuerpo y esta vida son mucho más de lo que alguna vez pensé. He aprendido a ser yo misma en esta piel, a explorar mi feminidad y a descubrir cada placer y deseo. Cada día que pasa, me siento más cómoda, más segura y más completa en esta nueva vida. Y, aunque al principio me asustaba la idea de vivir como ella, ahora no puedo imaginarme de otra manera. Este cuerpo es mío, y estoy lista para disfrutarlo al máximo, para seguir explorando cada rincón de esta nueva existencia y descubrir todo lo que significa verdaderamente ser mujer.




sábado, 2 de noviembre de 2024


esde que falleció mi padre, mi madre y yo habíamos llegado a ser muy cercanas. A sus 36 años, ella se sentía sola y yo, con mis 18, era su única compañía. Sin embargo, había una diferencia de edad que hacía difícil que pudiera compartir todos mis pensamientos y preocupaciones con ella. Todo cambió cuando encontramos a una bruja que ofrecía una solución mágica: yo podría convertirme en la mejor amiga de mi madre.


“¿De verdad crees que esto funcionará?” le pregunté a la bruja, dudando un poco.


“Te convertirás en la amiga perfecta para ella. Solo confía en el proceso,” respondió con una sonrisa enigmática.


Sin pensarlo dos veces, decidí aceptar. Mi amor por mi madre era incondicional, y haría cualquier cosa para hacerla feliz. El hechizo comenzó a tomar efecto, y sentí como si me desvaneciera. Cuando volví a abrir los ojos, no podía creer lo que veía.


“¡Mamá! ¡Mira lo que he hecho!” exclamé, admirando mi nuevo cuerpo en el espejo. Mi cabello largo y sedoso caía hasta mi espalda, y mis curvas eran sorprendentes.


“¡Eres hermosa! ¡Nunca me imaginé que pudieras convertirte en una mujer tan sexy!” dijo mi madre, con los ojos brillando de admiración.


“Es extraño, pero también increíble. Ahora puedo ser tu amiga, y no solo tu hijo,” respondí, sintiendo una mezcla de emoción y nerviosismo.


Mientras me observaba, noté cómo mis pechos empezaban a crecer. “Wow, esto es… nuevo,” murmuré, tocándome con curiosidad.


“¡Es perfecto! Ahora tendrás a alguien con quien hablar de cosas de chicas,” dijo ella, riendo. “No puedo esperar a que vayamos a divertirnos juntas.”


Mis caderas se ensancharon y mi trasero se abultó, y antes de darme cuenta, era una mujer completamente formada.


“Me siento tan diferente… ¡pero también tan bien!” exclamé, sintiendo una oleada de confianza.


“Te ves increíble. Eres la mejor amiga que siempre soñé tener. Vamos a salir y mostrarle al mundo quién eres ahora,” dijo mi madre, con una sonrisa llena de orgullo.


Esa noche, eligió un vestido azul revelador que realzaba mis curvas. “¿De verdad debería llevar esto?” pregunté, un poco insegura.



“¡Absolutamente! Te ves fabulosa y lista para la noche,” aseguró, ayudándome a ponerme el vestido.


Al salir a la calle, todos los ojos estaban sobre mí. “Siento que todos me miran,” dije, riendo nerviosamente.


“Déjalos que miren. Eres impresionante y tienes que sentirte así,” me animó mi madre.


Al llegar al club, pedimos algunas bebidas y nos sentamos a charlar. “No puedo creer que sea yo, ¡y que esté aquí contigo!” dije, sintiendo una profunda conexión.


“Siempre quise tener a alguien con quien hablar de estas cosas. Ahora, somos más que madre e hijo; somos amigas,” respondió, llenando su copa con alegría.


Mientras hablábamos y reíamos, sentí que nuestra relación había crecido de una manera que nunca imaginé. “Gracias por siempre estar a mi lado, mamá. Ahora puedo ser la amiga que necesitas,” le dije con sinceridad.


“Y te agradezco por convertirte en la hija que siempre quise tener. Esta noche es solo el comienzo,” dijo ella, sonriendo de oreja a oreja.


Nos abrazamos, sintiendo que nuestras vidas habían cambiado para siempre. Ahora éramos las mejores amigas que se apoyaban mutuamente, listas para enfrentar juntas el mundo.

Muy pronto, encontramos a hombres jóvenes que parecían realmente interesados en pasar un buen rato con nosotras, las mujeres maduras. Salis de ahi con esos 2 chcios Nos dirigimos a unas camas y comenzamos a soltarnos, disfrutando de cada momento.



 Aunque mi madre ya se veía completamente en su ambiente, para mí era una experiencia completamente nueva y emocionante. Sentía una emoción tan intensas que me era difícil imaginar algo mejor. La forma en que ellos lograban que me sintiera tan viva y deseada era algo que nunca había experimentado.


A la mañana siguiente, mientras desayunábamos, mi madre y yo conversamos sobre la noche anterior, compartiendo nuestras impresiones y risas. Nos dimos cuenta de lo maravilloso que era tenernos como amigas, y decidimos que este sería nuestro plan semanal, algo especial que nos permitiría estrechar aún más nuestro vínculo.



 

Doble Identidad

La alarma sonó a las seis de la mañana, rompiendo el silencio de mi habitación. Me senté en la cama, sintiendo la presión de mi vida secreta. Era un día más en el que me prepararía para ser "Jimena", la presentadora deportiva que todos admiraban. Pero en casa, era simplemente "Alex", un chico común con sueños y frustraciones.


Comencé mi rutina matutina, sintiendo la mezcla de nervios y emoción en mi pecho. Sabía que mi trabajo no solo era inusual, sino que estaba lleno de desafíos. La clave para mantener esta doble vida era el bodysuit. Un traje especial que me permitía transformarme físicamente. Con un par de cambios de ropa y mi equipo en el departamento, podía convertir mi figura masculina en la de una hermosa mujer.


Del fondo de mis cosas saqué el bodysuit, cuidadosamente doblado. Era una obra maestra de ingeniería, diseñado para ajustarse a mi cuerpo y crear una apariencia femenina perfecta. También tenía un modulador de voz y varios accesorios para ocultar mi verdadera identidad. A medida que me vestía, la transformación comenzaba. La presión del bodysuit me hacía sentir un poco incómodo, pero el resultado final valía la pena.


Miré mi reflejo en el espejo y sonreí. "Hola, Jimena", me dije a mí mismo, ajustando el traje y acomodando mi largo cabello. Tenía que vestirme y arreglarme de acuerdo a mi trabajo; era un proceso tedioso. En mi departamento tenía cada vez más cosas de mujer de las que me gustaría.



Durante el día, me deslizaba en el mundo del deporte como una reportera, disfrutando de la atención y el respeto que recibía. Todo inicio ya que en la televisora Necesitaban a alguien que supiera de deportes y, a su vez, tuviera una cara bonita para el canal y la unaca forma de lograr fue con el bodysuit. Por eso era tan necesario el bodysuit; de lo contrario, el programa no tendría el éxito que tenía. El conocimiento de un aficionado apsaido por todo lo que  hay que saber de deportes  en cuepo y hablando atraves de una hermosa  mujer, Mis dos vidas trabajaban simultáneamente.



Al ser una mujer atractiva, los comentarios de los aficionados, las entrevistas con atletas, todo era un subidón de adrenalina que jamás había experimentado como Alex. Nadie sospechaba que detrás de esa imagen brillante había un chico tratando de encontrar su lugar en el mundo.


Sin embargo, al final del día, la realidad me golpeaba de nuevo. Después de una larga jornada, volvía a mi departamento, me quitaba el bodysuit y me transformaba de nuevo en Alex. Había algo liberador en esto, pero también agotador. No sabía cuánto tiempo podría seguir así. La idea de ser descubierto me aterraba, y el conflicto interno comenzaba a hacer mella en mí.


Una noche, tras un programa en vivo, llegué a casa y me quité el bodysuit, pero en ese momento, un par de amigos llegó de visita. Querían celebrar que su equipo local ganó el partido, y no pude negarme. A medida que el alcohol fluía, me encontré compartiendo historias de mi vida y mi trabajo en la televisora. Pero de repente, uno de mis amigos encontró una prenda femenina en el baño. Bromee diciendo que era de una chica con la que había estado la noche pasada. A pesar de las risas y la diversión, sentía que estaba a punto de revelar mi secreto. Cuando finalmente se fueron, mi mente estaba en shock. ¿Qué pasaría si algún día la vida de Jimena se cruzara con la de Alex?


Esa noche, mientras me preparaba para dormir, miré por la ventana y reflexioné sobre lo que había logrado y lo que estaba en juego. No sabía cómo había llegado a esta encrucijada, pero tenía que encontrar un equilibrio. Quizás, algún día, podría ser solo yo, sin máscaras ni bodysuits, pero por ahora, la vida como Jimena me daba una chispa de emoción que no podía dejar ir.

🆕️La mujer que mi padre merece.




Mi nombre es Alex, o al menos lo era. He tomado el cuerpo de mi madre, y ahora veo el mundo desde sus ojos, literalmente. Ella siempre fue hermosa, incluso mientras su carácter apagaba cualquier luz a su alrededor. Mi padre la amaba, la perdonaba, y sufría en silencio cuando ella lo engañaba. Pero la gente como ella nunca cambia, y alguien debía tomar cartas en el asunto.

Así que decidí hacer algo drástico. Pasé semanas investigando sobre hechizos, hasta que encontré uno para intercambiar cuerpos. No pensé que funcionaría… hasta que me desperté una mañana y sentí algo diferente. Abrí los ojos y, de inmediato, noté el peso en mi pecho, la suavidad de mi piel, y la presión sutil de unas curvas desconocidas en cada rincón de mi cuerpo. Me levanté y fui al espejo, y ahí estaba ella… o más bien, ahí estaba yo, en su cuerpo.

Miré mi reflejo, tratando de reconocerme en esa mujer con labios rojos y ojos brillantes. Me detuve, sorprendida por el contorno de mis caderas, la profundidad de mis ojos, el peso y la forma de mi pecho. Era como si el espejo me devolviera a alguien que jamás había sido, pero que estaba destinada a ser.

Sentí una mezcla de poder y miedo. Mi cuerpo me decía que ahora era ella, una mujer madura, deseable y con la esencia de una vida ya vivida. Tomé aire y recordé por qué había hecho esto: si ella no podía ser la mujer que mi padre merecía, entonces yo lo sería. Me puse el objetivo de ser una buena esposa, alguien que valorara y amara a ese hombre bueno que tanto había dado. Era una responsabilidad y un reto, pero sabía que tenía que hacerlo.

Empecé a prepararme para la cena. La habitación que antes era la suya, ahora me pertenecía, y cada detalle —el maquillaje, el perfume en la cómoda, los vestidos cuidadosamente colgados en el armario— era una invitación a asumir mi nuevo rol. Elegí una blusa blanca que acariciaba mi piel con una suavidad que nunca había sentido antes. Mientras me miraba en el espejo, aplicando maquillaje y un toque de perfume, era consciente de cada pequeño detalle: el brillo en mis labios, la textura de la seda sobre mi cuerpo, el aroma floral en mi cuello.

Entonces, el temor comenzó a crecer en mí. Esta noche, me esperaba algo que jamás había imaginado experimentar: estar con él, mi "esposo", de una manera íntima. Era un papel que debía asumir completamente, y aunque el solo pensarlo me ponía nervioso, también me sentía curiosamente… intrigado. Sentía un cosquilleo en mi estómago, una mezcla de anticipación y curiosidad por explorar lo que significaba ser una mujer en toda su expresión. Sabía que esa sería mi primera vez en este cuerpo, y que debía entregarme completamente. No solo por él, sino por mí, para afirmar quién era ahora.

En cuanto a mi madre… no hay vuelta atrás. Ella está en mi antiguo cuerpo, sin recuerdo alguno de su vida pasada. Con otro hechizo, me aseguré de que sus recuerdos se desvanecieran, convenciéndola de que siempre ha sido un chico. Ahora tendrá una vida completamente diferente, una oportunidad de comenzar desde cero.

Respiro hondo, ajusto la blusa sobre mis curvas y salgo de la habitación. Mi "marido" me está esperando para salir a comer, ajeno a la transformación que ocurrió. Esta noche, voy a ser la mujer que él siempre quiso y que mi madre nunca pudo ser. Una esposa, una compañera, alguien que lo valore como merece. 






🆕️Acostumbrarme asu cuerpo

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