🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

domingo, 4 de mayo de 2025








"No puedo creer que ese fuera Leo..."

Mi mejor amigo de toda la vida. Compartimos videojuegos, fiestas, incluso secretos. Pero ahora… ahora se llama Leonora. Y ya no queda ni rastro del chico flaco y torpe que conocí.

Después de desaparecer unos meses, regresó completamente distinta. Nadie supo qué le pasó, solo que se había ido a “reencontrarse consigo mismo”. Cuando volvió, era otra persona… literalmente.



Leonora es una mujer explosiva, de esas que hacen que el aire se vuelva más denso cuando entran a una habitación. Alta, con curvas tan exageradas que parecían desafiantes, caderas anchas que se balanceaban con ritmo hipnótico, pechos enormes y firmes que parecían luchar contra sus blusas ajustadas… y un trasero tan redondo y prominente que parecía esculpido para provocar miradas. Su ropa siempre era provocativa: vestidos apretados, tops que dejaban ver su escote profundo, minifaldas sin vergüenza alguna.

Y lo peor —o lo mejor— era que ella sabía perfectamente el efecto que causaba. Y le encantaba jugar conmigo.

Una tarde, mientras yo estaba en casa viendo algo en el sofá, ella entró sin avisar, como solía hacerlo antes. Solo que ahora, cada paso suyo resonaba con tacones y una sensualidad que no podía ignorar.


Ella llego, con un llamativo vestido rosa... se sento a lamdo de mi y sonriendo dijo.


—"Tu papá se ve tan solo desde que tu mamá lo dejó…" —murmuró, acercándose a mí con una sonrisa cargada de intención. Sus labios carnosos se humedecieron con una lentitud calculada, la lengua deslizándose lentamente mientras sus ojos me devoraban—. "Y tan guapo. Dime… ¿crees que le gustaría una mujer como yo? Curvilínea, madura… con experiencia."

Me reí nervioso, intentando disimular el calor que subía por mi cuello. Pero ella no estaba dispuesta a dejarme escapar. Sus tacones resonaron sobre el suelo, cada paso un eco que se clavaba en mi pecho. La distancia entre nosotros desapareció, y su perfume se infiltró en mi sistema, dulce y penetrante.

—"¿Estás nervioso?" —susurró, inclinándose lo suficiente para que sus pechos rozaran apenas mi brazo—. "No deberías estarlo. Solo estoy preguntando… ¿crees que le gustaría?"

Su cuerpo estaba tan cerca que sentía el calor de su piel a través de la tela de mi camisa. Sus ojos grandes y oscuros se clavaban en los míos con una intensidad depredadora. La cercanía de su cuerpo hacía que mi piel se erizara. Mis manos temblaban ligeramente, y ella lo notó. Sus labios se curvaron en una sonrisa traviesa.

—"Ahora que soy una MILF, puedo salir con tu papá…" —susurró, acercándose más, hasta que sus labios quedaron a un suspiro de los míos—. "Tengo la edad… y este cuerpo fue hecho para hombres como él."

Sus pechos se alzaban y caían con cada respiración, el escote profundizándose cada vez que se inclinaba ligeramente, dejando entrever la piel cremosa y suave. Jugó con un tirante del sostén, deslizándolo por su hombro y dejándolo caer lo suficiente para revelar un borde de encaje negro. Sus pezones endurecidos se marcaban bajo la tela, y mi respiración se hizo más pesada.

—"¿Te molesta?" —susurró mientras deslizaba el tirante por completo, dejando uno de sus pechos apenas cubierto—. "¿O te gusta?"

—"No… no deberías…" —balbuceé, incapaz de apartar la mirada.

—"Pero lo hago. Y sabes por qué…" —se inclinó más, sus labios a un milímetro de los míos—. "Porque puedo."

—"He notado cómo tu papá me mira cuando paso por tu casa…" —dijo con picardía, su voz ronca bajando un tono mientras sus dedos acariciaban el tirante—. "A veces creo que lo hace a propósito, como si quisiera que lo notaras. ¿No te da un poquito de celos?"

Mi boca estaba seca, y mi corazón palpitaba con fuerza. No podía apartar los ojos de su escote, del movimiento sutil de sus pechos que parecían llamar mi atención. Ella lo sabía. Y lo aprovechaba. Se relamió los labios, dejando un rastro húmedo que capturaba la luz de la lámpara y lo hacía brillar.

La habitación parecía haberse encogido. El aire se volvía denso, pesado, cargado de deseo contenido. Ella dio un paso más, cerrando la distancia, y el calor de su cuerpo traspasó la tela de mi camisa. Sus uñas largas trazaban círculos en mi pecho, enviando descargas eléctricas por mi piel.

—"A tu papá le gustan los senos grandes como los míos?" —preguntó, acercándose lo suficiente para que su aliento cálido rozara mis labios—. "Porque puedo enseñárselos cuando venga a recogerte. Solo tendría que fingir que se me cayó algo…"

Con un gesto exagerado, se inclinó hacia atrás, dejando que sus pechos rebotaran sensualmente bajo el sostén. Mis ojos siguieron el movimiento, incapaces de resistirse. Podía oler su perfume, sentir el calor que irradiaba su cuerpo a tan poca distancia del mío.

—"…y agacharme muy, muy lento. Ya sabes, como hacen las mujeres grandes." —Sonrió, pasando su lengua lentamente por su labio inferior—. "¿Te gusta mirar? ¿O prefieres tocar?"

Sentía el calor concentrándose en mi entrepierna, y ella lo notó. Sus labios se curvaron en una sonrisa depredadora. Sus dedos acariciaron mi mejilla, bajando hasta mi cuello, rozando apenas la piel sensible.

—"Dime… ¿te molestaría si me convirtiera en tu madrastra?" —preguntó con falsa inocencia, sus dedos acariciando suavemente mi mejilla—. "Podría cocinarle a tu papá… y después consentirlo como solo una mujer de verdad sabe hacerlo."

Se inclinó más, su aliento cálido rozando mi cuello, enviando un escalofrío por mi columna. Sus labios apenas rozaron la piel bajo mi oreja, y yo cerré los ojos, sintiendo que me derretía bajo su influencia.

—"Imagina bajar a desayunar y verme en tu cocina, solo con una bata abierta y sin nada debajo…" —susurró, sus labios apenas rozando el lóbulo de mi oreja—. "¿Qué harías si me vieras inclinada sobre la estufa, con mi culo al aire, meneándolo mientras le sirvo café a tu papá?"

Ella se levantó lentamente, caminando frente a mí, permitiendo que sus caderas se contonearan con cada paso. Se volvió a sentar, esta vez más cerca, tanto que nuestras piernas se rozaban. La piel suave de sus muslos se apretaba contra los míos, y su mano se posó en mi rodilla, deslizando los dedos en un movimiento lento y circular.

—"¿Te gustaría eso?" —murmuró, inclinándose tanto que sus pechos rozaron mi pecho—. "Verme inclinada sobre tu papá, moviéndome para él… o para ti."

Hizo una pausa, dejando que el silencio se alargara, permitiendo que mi respiración entrecortada llenara el espacio. Luego, añadió con perversión descarada:

—"Pero aléjate de mi coño… ese es solo para tu papá. Aunque mi culito… estará disponible para ti."

Tuve que cerrar los ojos, intentando contener la oleada de calor que me consumía. Pero ella no había terminado.

—"¿No sería divertido que los dos estuviéramos enamorados de la misma mujer? Tu papá… y tú." —murmuró, sus dedos deslizándose por mi cuello, bajando lentamente hasta mi pecho, marcando su territorio—. "Podrías escucharme gemir su nombre en la habitación de al lado… o quizás el tuyo. ¿Te gustaría eso?"

Se acercó aún más, hasta que nuestros labios quedaron a un susurro de distancia. Su aliento caliente envolvió mi boca, llenándome de su aroma dulce y embriagador. Ella sonrió, dejando que el silencio hablara por ella.

—"Pero antes de besarte… dime, cariño. ¿Cuánto estás dispuesto a hacer para tenerme?"



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es inportante para el equipo del blog, puesdes cometar si gustas ⬆️⬇️