Nunca pensé que ser mujer pudiera cambiar tanto cómo me siento por dentro. Pero desde que tengo este cuerpo femenino, todo es distinto.
No sé si fue el cambio hormonal, el calor constante en mis caderas o el peso suave pero insistente de mis senos cada mañana… pero hay algo que no puedo sacarme de la cabeza:
Quiero ser madre.
Y no hablo de jugar a la casita, ni de fantasías románticas.
Lo deseo de verdad.
Quiero sentir cómo una vida crece dentro de mí. Quiero quedarme embarazada.
Cada vez que salgo, lo veo en todas partes.
Mujeres embarazadas, con sus vientres redondos y perfectos, caminando despacio, con una mano protectora sobre su barriga.
Y no puedo evitarlo… las envidio profundamente.
Las observo con una mezcla de admiración y celos.
Ellas ya lo lograron.
Ellas ya están completas.
Yo, en cambio, solo tengo este cuerpo fértil y ansioso, vacío, esperando el momento.
Las miro con deseo, con ansiedad… y siento un vacío en mi vientre.
Un hueco real.
Mi útero late de impaciencia.
A veces me despierto en la madrugada abrazando una almohada, con la mano sobre mi vientre plano, deseando sentirlo abultado, tenso, vivo…
Me imagino sintiendo las pataditas de mi bebé, el calor de la gestación, el flujo constante de hormonas nutriendo algo más que mi propio cuerpo.
No es fantasía. No es simple deseo sexual.
Es una necesidad física, primitiva, biológica.
Como si todo en mí hubiera sido diseñado para eso: ser fecundada, gestar, parir.
Cada vez que me miro al espejo desnuda, me toco el vientre como si pudiera acelerar el proceso.
Cada vez que mis pezones se endurecen bajo la ropa, me pregunto cómo se sentirían al alimentar a un bebé.
Me imagino mis caderas ensanchándose, mis pechos creciendo, el cambio total…
El milagro de transformarme en madre.
Cuando un hombre me mira, no pienso en coquetear ni en jugar…
Pienso en abrirme para él.
En invitarlo dentro, en sentir su cuerpo empujando sobre el mío… en el momento exacto en que su semen me llena, profundo, tibio, fértil.
Y mientras gimo, me imagino a mí misma en ese instante:
quedando embarazada.
Mi óvulo aceptándolo. Mi cuerpo transformándose.
Convirtiéndome en madre.
Ya no quiero sexo vacío.
No quiero placer que termina en la nada.
Quiero sexo fértil. Sexo con propósito. Sexo que termine con una nueva vida latiendo dentro de mí.
Quiero mirar una prueba de embarazo y ver el resultado positivo.
Quiero contar las semanas, tocarme la barriga y hablarle a la vida que llevo dentro.
Quiero sentirme completa.
Mi instinto grita.
Clama por ser fecundada.
No me basta con sentirme deseada.
Quiero ser llenada. Quiero gemir sabiendo que cada embestida me acerca a la maternidad.
Ya no soy un hombre.
No lo soy desde hace tiempo.
Ahora…
solo quiero ser una mujer embarazada.
Y la historia que no tiene imagen? Si vas a hacer tu trabajo mínimo hazlo bien
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