Todavía no lo asimilo.
Estoy frente a ella… y no puedo dejar de pensar que, hace unos meses, era Arturo, mi mejor amigo de toda la vida.
Todo comenzó hace unos meses. Esa nueva etapa biológica estaba ocurriendo en algunas personas, como una especie de reinicio del cuerpo. Algunos solo cambiaban pequeños rasgos; otros, como Arturo, se transformaban por completo.
Recuerdo el mensaje que me mandó: “Hermano, no te asustes cuando me veas”. Pensé que era una broma.
Pero el día que lo vi… o mejor dicho, la vi… me quedé sin palabras.
Su rostro era suave, delicado. Sus labios parecían recién pintados, aunque no llevaba maquillaje. Su cuerpo… era imposible de describir sin sentir cómo se me aceleraba el corazón.
—¿Qué tal? —me dijo riendo, nerviosa—. Supongo que ya no puedo seguir usando mi viejo nombre.
No supe qué contestar. Solo asentí, mirándola sin poder creerlo.
Al principio intenté tratarla como siempre. Seguíamos hablando, salíamos, veíamos películas. Pero ya no podía ignorar lo evidente. Cada vez que se reía, su voz sonaba diferente; cada vez que me abrazaba, su perfume me dejaba sin aire.
Era mi amiga ahora. Y también, la chica más linda que había conocido.
—No me mires así —me dijo un día, notando cómo la observaba.
—No puedo evitarlo —le respondí—. Es raro.
—¿Raro? —preguntó, acercándose un poco más.
—Sí… tú. Esto. Todo.
Ella bajó la mirada, pero luego sonrió.
—Yo también lo siento raro —susurró—. Pero no feo. Solo… nuevo.
Recuerdo cómo se giró y me miró con una sonrisa tímida. Llevaba un vestido sencillo, su cabello le caía hasta los hombros y sus ojos —los mismos ojos de mi amigo— brillaban con una mezcla de vergüenza y orgullo.
—¿Qué opinas? —me preguntó.
Yo apenas pude hablar. Todo lo que veía era belleza, frescura… y algo que me confundía profundamente.
Pasaron los días y seguimos viéndonos. Intenté tratarla igual, bromear como antes, pero ya nada era igual. Su voz sonaba más suave, su forma de caminar tenía una ligereza nueva, y cuando reía, sentía algo extraño en el pecho. Una mezcla de nervios, sorpresa y deseo.
Ella parecía notarlo. Cada vez se acercaba más, me tocaba el brazo, me miraba con esa sonrisa traviesa que conocía tan bien, pero que ahora se sentía distinta.
—Nunca pensé que me mirarías así —dijo un día, muy cerca de mí.
No supe qué responder.
—No sé qué me pasa —confesé—. Eres tú… pero al mismo tiempo no lo eres.
Nuestra confianza creció poco a poco, como si nos estuviéramos redescubriendo. Ya no éramos solo amigos, pero tampoco sabíamos qué éramos exactamente. A veces hablábamos hasta tarde, y sus mensajes siempre tenían ese toque dulce, como si cada palabra viniera cargada de un nuevo significado.
Una noche, mientras repasaba viejas fotos nuestras, recibí una notificación. Era de ella. Al abrirla, me quedé sin aire: una selfie, tomada frente al espejo, con una sonrisa coqueta únicamente su pecho cubierto por un delicado sostén.
No era vulgar. Era… hermosa. Pura, y a la vez tan distinta a todo lo que recordaba de Arturo.
Me sonrojé sin poder evitarlo.
En ese instante entendí que ya no había vuelta atrás.
Mi mejor amigo se había ido para siempre.
Y en su lugar, había nacido alguien que no podía dejar de mirar.
Pasaban los días y yo frecuentaba verla, como en los viejos tiempos. Sus padres me conocían desde siempre y sabían que yo era un apoyo para ella. A veces me quedaba a cenar, otras solo la acompañaba a caminar por el vecindario mientras hablábamos de todo y de nada. Era extraño… parecía que el tiempo se había detenido, pero a la vez todo era distinto.
Ella había cambiado, sí, pero su risa seguía siendo la misma. Esa mezcla de dulzura y picardía que siempre me hacía sonreír. Y aunque ya no era mi amigo de antes, cada vez que la miraba, sentía que en el fondo seguíamos siendo los mismos.
Una tarde, al despedirnos, me abrazó y me susurró:
—Gracias por no irte.
No respondí. Solo la abracé más fuerte, sabiendo que, de algún modo, siempre iba a quedarme.
Esa noche me quedé con ella más tiempo.
Sus padres habían salido y la casa estaba en silencio. Solo se escuchaba el zumbido lejano de la calle y el suave sonido del ventilador girando. Hablamos durante horas, riendo por cosas viejas, recordando los días en que todavía éramos dos chicos que creían que nada cambiaría. Pero ahora, cada palabra, cada mirada, parecía tener otro peso.
Ella salió de la habitación por un momento y cuando volvió, me quedé sin aire.
No era solo su apariencia (aunque era imposible no notarla), sino la seguridad con la que se movía. Su cuerpo había cambiado, pero también su forma de mirarme. Traía en la mano un preservativo y sonreía con un dejo de timidez.
—Lo encontré entre las cosas de mamá —dijo riendo bajito—. Supongo que sirve como símbolo de precaución.
No supe qué responder. Era como si el aire se hubiera vuelto más denso, más cálido. Ella se sentó junto a mí, tan cerca que podía sentir el perfume de su piel. No era el aroma de alguien nuevo, sino una mezcla familiar que reconocí al instante. Era ella… pero al mismo tiempo, no.
—¿Estás bien con esto? —preguntó, bajando la mirada.
—No lo sé —admití—. Es raro.
—Lo sé. Para mí también lo es. Pero… no quiero seguir sintiendo que me escondo, quiero intentarlo.
Su sinceridad me desarmó. Vi en sus ojos una mezcla de miedo y esperanza, la misma que alguna vez vi en mi propio reflejo cuando la vida cambió sin avisar. Y entonces entendí: no se trataba de lo que había perdido, sino de lo que había encontrado.
Nos miramos largo rato. En silencio. Hasta que su mano buscó la mía. No hizo falta decir nada. Ese contacto bastó para que todo lo que habíamos sido, y todo lo que éramos ahora, se entrelazara en una sola historia.
Nuestra primera vez, si podía llamarse así, no fue perfecta. Ninguno sabía exactamente qué hacer con tanto nervio, con tanto cambio. Hubo risas, torpeza, inseguridad… y también una ternura que nunca había sentido antes. Fue un desastre hermoso.
Y sin embargo, ella fue maravillosa.
No solo por su cuerpo, o su voz, o la forma en que me miraba, sino porque, por primera vez, la vi completa. Sin máscaras. Sin miedo.
Aquella noche comprendí algo que me acompañaría siempre: Arturo ya no existía, pero lo que sentía por él —por ella— no había desaparecido. Solo había tomado una forma distinta.
Y quizás eso era lo más humano de todo: aceptar que el cariño, el amor y el deseo pueden sobrevivir incluso al cambio más profundo.
Desde entonces, cuando pienso en esa noche, no recuerdo el desconcierto ni la culpa. Solo recuerdo su sonrisa, la misma de siempre, en un rostro nuevo.
Y entiendo que, tal vez, no perdí a mi mejor amigo…
Solo lo reencontré en la piel de la persona que estaba destinada a ser.
cada vez que la veo, me cuesta creerlo.
La linda chica que tengo frente a mí, sonriendo con inocencia, es la misma persona que compartió conmigo risas, secretos y aventuras desde la infancia.
Mi mejor amigo… convertido en la mujer que no puedo dejar de desear.
Epílogo
Y una noche nos miramos con complicidad.
Ambos sabíamos lo que queríamos, aunque no era algo que necesitáramos decir en voz alta. Habíamos planeado esto todo este tiempo, lo que la vida y las circunstancias habían hecho más intenso y especial. El simple hecho de mirarnos era suficiente para comprendernos: había una conexión que iba más allá de la amistad, más allá de cualquier cambio físico.
Llegué antes de que sus padres se fueran, y el platique con ellos como de costumbre
No nos apresuramos , prendimos la consola y no jugamos . Nos tomamos nuestro tiempo. Nos acomodamos en la sala, sentados uno frente al otro, con las manos rozándose apenas de vez en cuando, simplemente disfrutando la cercanía. Podía ver la confianza en sus ojos, las sabamos una broma. O un cometario para disimular nuetras intenciones.
Cuando escuchamos que sus padres se aproximaban, nos levantamos con cuidado, pero ninguno de los dos quería romper el momento. Nos dirigimos a la habitación que usualmente compartían sus padres, un lugar donde podíamos estar solos, El espacio estaba tranquilo, iluminado por la luz cálida de la lámpara de noche, y de repente todo parecía detenerse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es inportante para el equipo del blog, puesdes cometar si gustas ⬆️⬇️