🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

sábado, 21 de junio de 2025



Una mujer embarazada, de rostro maduro pero hermoso, irrumpe con desesperación. Su cuerpo se ve pesado, los senos marcados bajo una bata que apenas le ajusta. Está al borde del llanto.


Es Jacob, atrapado en el cuerpo de Ava.



JACOB (en el cuerpo de Ava)

(gritando)

¡Mamá! ¡Papá! ¡Soy yo, Jacob! ¡Estoy atrapado en el cuerpo de la señora Ava! ¡Tienen que creerme!


MAMÁ

(desconcertada, dando un paso atrás)

¿Qué clase de tontería es esta…?


Jacob se toma la cara con ambas manos, luego baja a su pecho hinchado, finalmente a la panza prominente. Tiembla.


JACOB

(urgente)

¡Pregúntenme cualquier cosa! ¡Lo que sea! ¡Sé cosas que nadie más sabe! ¡Por favor!


MAMÁ

(con desconfianza)

Muy bien… dime…


JACOB

(sin dudar)

Sé varios secretos familiares. Papá te engañó cuando yo tenía tres años. Tengo una hermana mayor, hija de una aventura que tuvo en un viaje de negocios.

Conozco la combinación de la caja fuerte en la oficina: 4573.

Sé que el bisabuelo amasó la fortuna familiar a base de estafas…


Pausa. Silencio largo. Mamá lo mira fijamente. Papá aprieta los puños. No hay forma de negarlo.


MAMÁ

(seria, helada)

Eres tú… Jacob.

Ahora dinos la verdad… ¿cómo terminaste así?


Jacob baja la mirada. Las facciones suaves de Ava reflejan vergüenza. Se acaricia el vientre sin querer. Los gemelos se mueven dentro.


JACOB

(voz tensa)

Fue mi culpa.

Todo comenzó hace cinco años, cuando Ava empezó a trabajar en la casa.

Yo… no podía dejar de mirarla. Su figura, sus pechos... eran enormes, redondos… siempre apretados bajo el uniforme.


La espiaba. Me tocaba pensando en ella. Pero no me bastó.

Empecé a provocarla, a tocarla. Al principio se resistía… pero luego se rindió. O se cansó.


La espiaba cada que tenía oportunidad. Me escondía detrás de las cortinas o miraba por las cámaras de seguridad que instalé en secreto. La veía agacharse para trapear, con la falda subiéndose, dejando ver el encaje barato de su ropa interior. Me encerraba en el baño, con la imagen aún fresca, y me masturbaba hasta venirme pensando en su boca, en su culo, en su cuerpo obediente.


Pero no me bastó.


Empecé a provocarla. Pasaba rozando mi mano por su espalda baja, fingiendo accidentes. Un día, mientras lavaba los trastes, me acerqué por detrás y apoyé mi erección contra su trasero. Ella se tensó, dijo mi nombre… pero no se apartó. Me miró una vez con los ojos bajos, y supe que la tenía.

Empecé a tocarla. Primero sobre la ropa, después debajo. Sus senos eran suaves, pesados en mis manos. Le apretaba los pezones hasta que gemía bajito. Al principio me empujaba, me decía que no, que no debía… pero con el tiempo solo bajaba la cabeza. Se rendía. O se cansó.

Pronto la hacía venir a mi cuarto cada vez que ustedes salían. Cerraba la puerta con seguro y le ordenaba que se desnudara. Se quitaba el uniforme sin decir nada, con la mirada perdida. Le decía que se pusiera en cuatro sobre la cama. Su culo redondo y maduro me esperaba, húmedo. A veces le escupía, a veces la penetraba de golpe. Gritaba, gemía… nunca supe si de placer o de resignación.

Le ordenaba que se arrodillara frente a mí. Que abriera la boca. Me pajeaba lento, viéndola desde arriba, hasta que su rostro quedaba cubierto de semen. A veces se lo tragaba todo, como le había dicho. Otras, lo dejaba escurrir por su pecho, respirando agitada.

Yo… disfrutaba tener ese poder sobre ella. Me sentía invencible, como si el mundo entero pudiera detenerse mientras yo estaba dentro de ella. Como si su cuerpo me perteneciera por completo. Aunque su mirada… esa mirada vacía… nunca desapareció.

PAPÁ

(con rabia contenida)

¡Jacob…! ¡Por Dios!


JACOB

(lo ignora, sigue)

Lo peor vino después. Me obsesioné.

No era solo deseo. Era una necesidad enfermiza.

Me sentía con derecho sobre ella. Como si su cuerpo fuera mío… una extensión de mi voluntad.

Era arrogante. Cruel. Me gustaba pensar que podía hacer lo que quisiera sin consecuencias.


Empecé a cogerla sin protección. Al principio era impulsivo, caliente, animal. Pero después… lo hacía a propósito. Me corría dentro de ella. Sentía un placer perverso en saber que estaba llenándola, marcándola. Como si cada gota de semen fuera una firma: mía.


Le exigía que tomara las pastillas. A veces incluso la hacía tragarlas frente a mí, mirándola fijamente mientras lo hacía. Pero en el fondo… no confiaba en ella.

Hubo un mes en que se atrasó. Un mes en que la noté más callada, más distante. Se tocaba el vientre a veces. Me miraba diferente.


No sé si se le olvidó una dosis. O si fue intencional.

No sé si quería retenerme. Castigarme. O simplemente… ser madre.

Pero entonces supe que algo había cambiado.


Me lo dijo: estaba esperando un hijo mío. Me asusté.

No quería que lo supieran. Así que… le escondí joyas en el bolso.

La acusé de robo. Ustedes la echaron… llorando, embarazada.

Y yo… me lavé las manos.


Jacob pone ambas manos en el vientre. Se estremece. Una patada interna lo hace jadear. Sus senos empiezan a humedecer la bata.


JACOB

(voz más suave, quebrada)

Pero no se quedó de brazos cruzados.

No sé cómo… pero desperté así.

En su cuerpo. Con este embarazo… con estos pechos llenos… con estas caderas anchas…



Cada vez que me miro al espejo. Cada vez que orino sentada.

Cada vez que siento a estos bebés moverse… recuerdo lo que le hice.


MAMÁ

(cruzada de brazos, firme)

Pues eso es lo que eres ahora.

Una mujer embarazada.

Una sirvienta embarazada.


PAPÁ

(con voz seca)

Un castigo más justo no podría existir.

Fuiste cruel, manipulador…

Y ahora estás atrapado en el mismo cuerpo que usaste como juguete.


JACOB

(temblando)

No puedo vivir así…

Estas piernas… estas caderas… no son mías.

Me pesan los pechos… me duele la espalda…


(Traga saliva)


 uno de los bebés pateó tan fuerte que mojé las sábanas del susto.

Lloré. No por el dolor… sino porque ya no me siento yo.


MAMÁ

(con frialdad)

Eso es lo que sentía Ava cada vez que la tratabas como un objeto.

Ahora tú eres ese objeto.

(Pausa)

Pero no estarás sola.

Te daremos techo. Comida. Trabajo.


MAMÁ

(mirándolo con dureza)

Cuando los gemelos nazcan, los vamos a adoptar.

Les daremos el apellido Forger.

Nunca sabrán la verdad. Nunca sabrán que tú eres su verdadero padre…

Y mucho menos que ahora eres su nana.


PAPÁ

(dando un paso al frente)

Tu antiguo cuarto será para los bebés ,Dormirás en la habitación de servicio, como Ava lo hacía.


Desde ahora, tu nombre es Ava.

Nada de Jacob.

Nada de privilegios.


MAMÁ

(se acerca, le acaricia el vientre)

Tendrás que aprender a amamantar. Tus pechos ya están empezando a producir…

Y no vamos a pagar fórmula.


Tú los consevistes…

Ahora los alimentarás.


Jacob —o Ava, ahora— se cubre los pechos con los brazos, avergonzada. El calostro mancha la tela de la bata. Su cuerpo responde… como si siempre hubiera sido suyo.


JACOB

(voz derrotada)

¿Y después? ¿Después del parto?

¿Podré… volver?


MAMÁ

(sin piedad)

No.


Serás Ava para siempre.

Nuestra empleada.

La cuidadora de los niños.

La mujer que limpia nuestros baños, lava nuestra ropa, cocina nuestras cenas…

Ese Jacob… murió.

Y lo enterramos con la misma mujer a la que destrozaste.

por ahora, se que el embarazo sera difícil y mas si son de gemelos, asi que por el momento te quedaras en la habitación de invitados... qje etes comodo antes de parto... después  del parto dormiras en la habitación de servicio...


PAPÁ

(dándose la vuelta)

Descansa, Ava.

Te espera una vida larga… y llena de pañales sucios.




Jacob —ahora completamente Ava— se queda sola en la en la abitacion. Acaricia su abultado vientre. Siente los latidos de dos vidas dentro de ella. Una lágrima cae por su mejilla.



Y por primera vez… no se atreve a decir que no es Ava.


1 comentario:

Tu opinión es inportante para el equipo del blog, puesdes cometar si gustas ⬆️⬇️