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viernes, 28 de marzo de 2025

Parezco un personaje de un hentai...

  


Todo comenzó con el llamado "virus del género". Nadie sabía exactamente cómo se propagaba, pero una vez que te contagiabas, tu cuerpo comenzaba a cambiar de forma drástica. Yo no creí en esas historias hasta que me desperté una mañana y me encontré con un reflejo que no era el mío.

Mi rostro era femenino, mis facciones delicadas, mis labios más carnosos. Mi cuerpo entero había cambiado. Tenía curvas en lugares donde antes no había nada: senos firmes, una cintura diminuta y caderas anchas que hacían que cada movimiento se sintiera extraño. Al principio, pensé que era una broma, algún efecto secundario de la fiebre que tuve la noche anterior. Pero cuando intenté ponerme mi ropa, me di cuenta de que nada me quedaba.

La desesperación me llevó a buscar ayuda. Fue así como terminé en la clínica del Dr. Sánchez, un especialista que había estado investigando el virus. Me hizo varias pruebas y prometió encontrar una solución. "Dame unas semanas", dijo con seguridad.

Cuando por fin me llamó de vuelta, tenía un frasco con un líquido rosado en la mano. "Este suero tiene dos posibilidades", explicó. "O revierte el virus y vuelves a la normalidad... o potencia sus efectos".

No sé si fue mi mala suerte, un error en la fórmula o si él lo hizo a propósito, pero en cuanto bebí el suero, sentí una ola de calor recorrer mi cuerpo. Mi piel hormigueaba, mis músculos temblaban y, de un momento a otro, mi ropa explotó en pedazos.

Me miré en el espejo y casi grité. Mi figura femenina se había llevado al extremo. Mis pechos eran gigantes, como si estuvieran diseñados para un fetiche exagerado. Mi cintura se había reducido tanto que apenas podía creer que mi torso pudiera sostenerme. Y mi trasero… era enorme, redondo, rebotaba con cada movimiento. Cada parte de mi cuerpo estaba diseñada para llamar la atención de los hombres.

Intenté cubrirme con la bata de la clínica, pero apenas me llegaba a los muslos. "¿Q-qué demonios hiciste?" grité, mi nueva voz sonando más melosa de lo que esperaba.

El Dr. Sánchez me observó con una mezcla de sorpresa y fascinación. "No esperaba... esto", murmuró.

Ahora estoy atrapado en este cuerpo ridículamente voluptuoso, como sacado de un hentai. Sánchez dice que sigue trabajando en otro antídoto, pero hasta entonces... tengo que acostumbrarme a ser el objeto de todas las miradas.



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