🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

sábado, 1 de marzo de 2025

La Asistente de mi Papá



Desperté con una extraña pesadez en el pecho y una incomodidad en todo el cuerpo. Algo estaba mal. La sensación era sutil al principio, como cuando duermes en una posición incómoda y despiertas con el cuerpo extraño. Pero al moverme, todo se sintió… diferente.



Me incorporé y noté de inmediato que algo balanceaba con mi movimiento. Mi centro de gravedad estaba alterado, mis extremidades parecían más delgadas y suaves. Mi respiración se agitó. Llevé una mano a mi pecho, sintiendo el peso de unos senos grandes, firmes. Mi piel estaba tersa, sin rastro del vello al que estaba acostumbrado.


Corrí al espejo.


El reflejo que me devolvió me dejó sin aire.


No era yo.


Era Sofía.


La asistente personal de mi padre.


Mis labios pintados se separaron en un jadeo mudo. Me toqué el rostro con manos temblorosas. Todo en mí era distinto: las facciones femeninas, la melena oscura cayendo en ondas sobre mis hombros, las curvas acentuadas por la ropa ligera con la que aparentemente había dormido. Y los senos… estos senos, grandes y perfectos, tan exagerados que era obvio que no eran naturales.


Mi padre le había pagado estos implantes. Lo sabía porque más de una vez lo había escuchado bromear sobre ello con sus amigos. “Un pequeño incentivo para que Sofía siga contenta,” decía, con una sonrisa de autosuficiencia. En ese momento me pareció repugnante, pero ahora, atrapado en su cuerpo, sentí una oleada de asco aún mayor.


Me tambaleé hacia la puerta y fui directo a la cocina, donde encontré mi cuerpo—mi verdadero cuerpo—sentado a la mesa, desayunando con total normalidad.


—Buenos días —dijo con mi voz, sonriendo como si todo estuviera bien.


El horror me recorrió el cuerpo.


—¿Qué… qué hiciste?


Pero antes de que pudiera seguir, mi padre entró a la cocina y me dirigió una mirada despreocupada.


—Sofía, qué bueno que despertaste. Hoy tenemos un día ocupado.


Mi garganta se cerró.


—Papá, soy yo…


Pero él solo rió.


—Dios, estás adorable cuando intentas evadir el trabajo. Vamos, ponte algo lindo y vámonos.


Me quedé helado. No entendía cómo no lo veía. ¿Cómo podía no darse cuenta? Pero entonces lo entendí. Sofía jugaba su papel con perfección. Se movía como yo, hablaba como yo. Para mi padre, ella era su hijo. Y yo… yo solo era su asistente personal.


Las siguientes semanas fueron una pesadilla. Obligado a desempeñar el papel de Sofía, me vi atrapado en una rutina que no era mía. Me vestía con ropa ajustada y tacones, maquillaba mi rostro cada mañana, atendía llamadas y organizaba la agenda de mi padre. Todo mientras soportaba sus miradas.



Siempre supe que mi padre coqueteaba con Sofía, pero jamás imaginé lo invasivo que podía ser. Al principio, eran solo cumplidos. “Ese vestido resalta tu figura.” “Siempre hueles delicioso.” “Me encanta cuando sonríes así.”


Luego, pequeños toques. Su mano en mi espalda al guiarme por la oficina. Un roce en mi brazo. Dedos jugueteando con un mechón de mi cabello.


Intenté mantener la distancia, pero él lo notó.


Y le gustó.


Era como si mi incomodidad lo animara a seguir. Como si el hecho de que intentara evadirlo lo excitara aún más.


Quise enfrentar a Sofía. Rogarle que me devolviera mi vida. Pero cuando la vi, cuando me miró con mi propio rostro y sonrió con esa expresión maliciosa, supe que no tenía intenciones de ceder.


—Te acostumbrarás, cariño —dijo con una dulzura cruel.


No sé cuánto más podré soportarlo. Cada día mi padre se acerca más, cada día me siento más atrapada.


Y temo que llegue el momento en que deje de resistirme.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es inportante para el equipo del blog, puesdes cometar si gustas ⬆️⬇️