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sábado, 2 de noviembre de 2024

La mujer que mi padre merece.




Mi nombre es Alex, o al menos lo era. He tomado el cuerpo de mi madre, y ahora veo el mundo desde sus ojos, literalmente. Ella siempre fue hermosa, incluso mientras su carácter apagaba cualquier luz a su alrededor. Mi padre la amaba, la perdonaba, y sufría en silencio cuando ella lo engañaba. Pero la gente como ella nunca cambia, y alguien debía tomar cartas en el asunto.

Así que decidí hacer algo drástico. Pasé semanas investigando sobre hechizos, hasta que encontré uno para intercambiar cuerpos. No pensé que funcionaría… hasta que me desperté una mañana y sentí algo diferente. Abrí los ojos y, de inmediato, noté el peso en mi pecho, la suavidad de mi piel, y la presión sutil de unas curvas desconocidas en cada rincón de mi cuerpo. Me levanté y fui al espejo, y ahí estaba ella… o más bien, ahí estaba yo, en su cuerpo.

Miré mi reflejo, tratando de reconocerme en esa mujer con labios rojos y ojos brillantes. Me detuve, sorprendida por el contorno de mis caderas, la profundidad de mis ojos, el peso y la forma de mi pecho. Era como si el espejo me devolviera a alguien que jamás había sido, pero que estaba destinada a ser.

Sentí una mezcla de poder y miedo. Mi cuerpo me decía que ahora era ella, una mujer madura, deseable y con la esencia de una vida ya vivida. Tomé aire y recordé por qué había hecho esto: si ella no podía ser la mujer que mi padre merecía, entonces yo lo sería. Me puse el objetivo de ser una buena esposa, alguien que valorara y amara a ese hombre bueno que tanto había dado. Era una responsabilidad y un reto, pero sabía que tenía que hacerlo.

Empecé a prepararme para la cena. La habitación que antes era la suya, ahora me pertenecía, y cada detalle —el maquillaje, el perfume en la cómoda, los vestidos cuidadosamente colgados en el armario— era una invitación a asumir mi nuevo rol. Elegí una blusa blanca que acariciaba mi piel con una suavidad que nunca había sentido antes. Mientras me miraba en el espejo, aplicando maquillaje y un toque de perfume, era consciente de cada pequeño detalle: el brillo en mis labios, la textura de la seda sobre mi cuerpo, el aroma floral en mi cuello.

Entonces, el temor comenzó a crecer en mí. Esta noche, me esperaba algo que jamás había imaginado experimentar: estar con él, mi "esposo", de una manera íntima. Era un papel que debía asumir completamente, y aunque el solo pensarlo me ponía nervioso, también me sentía curiosamente… intrigado. Sentía un cosquilleo en mi estómago, una mezcla de anticipación y curiosidad por explorar lo que significaba ser una mujer en toda su expresión. Sabía que esa sería mi primera vez en este cuerpo, y que debía entregarme completamente. No solo por él, sino por mí, para afirmar quién era ahora.

En cuanto a mi madre… no hay vuelta atrás. Ella está en mi antiguo cuerpo, sin recuerdo alguno de su vida pasada. Con otro hechizo, me aseguré de que sus recuerdos se desvanecieran, convenciéndola de que siempre ha sido un chico. Ahora tendrá una vida completamente diferente, una oportunidad de comenzar desde cero.

Respiro hondo, ajusto la blusa sobre mis curvas y salgo de la habitación. Mi "marido" me está esperando para salir a comer, ajeno a la transformación que ocurrió. Esta noche, voy a ser la mujer que él siempre quiso y que mi madre nunca pudo ser. Una esposa, una compañera, alguien que lo valore como merece. 






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