🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

domingo, 29 de septiembre de 2024

Un buen remplazo



Jorge siempre había envidiado en secreto a Ángela, la esposa de su mejor amigo, Marco. Ella era todo lo que él nunca fue: atractiva, con un cuerpo de esos que todo el mundo volteaba a ver. Jorge, con sobrepeso y lleno de complejos, nunca pensó que algo pudiera cambiar. Pero todo dio un giro en ese viaje de fin de semana con Marco, cuando encontró un grimorio extraño, lleno de hechizos antiguos. Al hojearlo, se topó con algo loco: un conjuro para cambiar de cuerpo.


Al principio le pareció una idea absurda. ¿Cómo podría funcionar algo tan irreal? Pero su envidia hacia Ángela y su frustración al ver cómo lo maltrataba lo empujaron a pensarlo más. ¿Qué pasaría si él tuviera ese cuerpo tan perfecto? ¿Y si pudiera ser la esposa que Marco siempre había deseado?


Esa noche, mientras bebían en el sala y Marco se quejaba de su matrimonio, Jorge dejó escapar un comentario que cambiaría todo.


Marco: "Estoy harto de Ángela, ya no es como antes, parece que le doy igual."


Jorge: "Sabes, si yo tuviera ese cuerpo, te trataría diferente. Te haría sentir todo lo que te gusta, te complacería de verdad… incluso te dejaría hacerlo por detrás y me bebería todo tu semen."


Marco: "¿Tú? ¿De verdad harías eso?"


Jorge: "Claro que sí. Si yo fuera tu esposa, nunca te diría que no."


El ambiente se volvió tenso. Las palabras de Jorge resonaron en la mente de Marco, quien, aunque sorprendido, comenzó a verlo de otra manera. Ángela siempre había sido distante, pero la idea de Jorge en su cuerpo… eso despertaba algo en él.


Esa misma noche, Jorge, influenciado por el alcohol, decidió probar el hechizo. Y fue instantáneo. En un segundo, estaba mirándose al espejo, pero ya no era el mismo Jorge. Ahora era Ángela. Su piel, sus curvas, esos pechos grandes… todo era suyo. Mientras se acariciaba, una sonrisa maliciosa apareció en su rostro. Lo había conseguido.


En la otra habitación, la verdadera Ángela, atrapada en el cuerpo de Jorge, gritaba en pánico. Pero nadie la escuchó. Marco, ajeno a todo, dormía profundamente.


A la mañana siguiente, Marco bajó sorprendido al ver a su "esposa" preparándole el desayuno con una sonrisa que no reconocía.


Marco: "Ángela, ¿qué te pasa hoy? Estás... rara."


Jorge (en el cuerpo de Ángela, con una sonrisa juguetona): "Buenos días, amor. He cambiado. Soy la mujer que te mereces."



Marco (extrañado): "¿Estás bien? Ayer estabas diferente."


Jorge (susurrando): "Soy Jorge… en su cuerpo. Lo hice por nosotros."


Marco se quedó helado. No era una broma. Esa mirada y esa actitud no eran de Ángela, eran de Jorge. Pero en lugar de horrorizarse, algo en él empezó a aceptar la idea. ¿Y si esto era lo que siempre había necesitado?


Con el tiempo, Marco cedió a la tentación. Jorge, ahora en el cuerpo de Ángela, comenzó a disfrutar de su nueva vida. Cada noche, Marco lo hacía suyo, y Jorge se entregaba por completo.


Marco (mientras acariciaba el trasero de Jorge/Ángela): "Qué buen culo tienes…"


Jorge (sonriendo): "Llámame Ángela. No queremos que nos descubran, ¿verdad? Yo soy mejor que ella, ¿o no?"


Marco (sin dudarlo): "Sin duda, Ángela."


Los días pasaban, y Jorge se adaptaba cada vez más a su nuevo cuerpo. Disfrutaba del poder de ser deseado, de ser el centro de atención. Se estaba acostumbrando tanto a ser Ángela que casi olvidaba que alguna vez fue Jorge.



Jorge/Ángela (una noche después de un encuentro íntimo): "¿Te das cuenta de lo feliz que soy? Nunca pensé que ser mujer se sentiría tan bien. Este cuerpo… es como si siempre hubiera sido mío."


Marco (acariciándole el cabello): "Eres todo lo que siempre quise. La otra nunca fue así."


Jorge/Ángela (riendo): "Ella no sabía valorarte, pero yo sí. Y ahora, podemos ser felices para siempre."

viernes, 27 de septiembre de 2024

Madrastra

 


Nunca en mi vida hubiera imaginado que terminaría así. Todo comenzó como una simple visita a la casa de Jorge, mi mejor amigo desde siempre. Habia oido que se iba a la universidad y queria despedirme.

 Era un día como cualquier otro, o al menos eso pensé. Cuando llegué, él no estaba. En su lugar, su papá, el señor Ramírez, me abrió la puerta con una sonrisa extraña.


“Jorge salió un rato, pero pasa, puedes esperarlo aquí”, me dijo, con una calma que en ese momento no me dio mala espina. Me ofreció algo de tomar, y no sé por qué, pero acepté el vaso de agua que me dio. Error. Fue lo último que recuerdo antes de todo lo que vino después.


Cuando desperté, ya nada tenía sentido. Estaba en una habitación desconocida, atado a una cama, y el señor Ramírez estaba ahí, mirándome con esa misma sonrisa rara, pero ahora mucho más... retorcida. “Te voy a convertir en la mujer perfecta para mí”, me soltó de golpe. Y yo, ¿qué podía hacer? Ni siquiera entendía lo que estaba pasando.


Lo siguiente que noté fue mi cuerpo. Sentía todo distinto. Cuando finalmente logré ver lo que me había hecho, casi me desmayo de nuevo. ¡Tenía un par de tetas enormes! Mis manos temblaban cuando toqué ese par de globos que ahora estaban pegados a mi pecho. Mi cintura se había estrechado, mis caderas eran amplias y redondeadas, y mis piernas… largas, esbeltas, perfectas. Pero eso no era todo. Mi cara… ¡Mi cara ya no era la mía! En su lugar, me miraba una mujer súper atractiva, con labios carnosos y unos ojos enormes llenos de maquillaje.


“No puede ser... no puede ser...”, repetía en mi cabeza, pero el señor Ramírez solo me observaba con una satisfacción oscura. "Vas a ser la madrastra perfecta para Jorge, y más que eso... mi bimbo", dijo, mientras pasaba sus manos por mi nueva figura.


Pasaron días, semanas, meses y yo apenas podía resistirme. Cada vez que intentaba luchar, mi cuerpo me traicionaba. El cabrón no solo me había transformado físicamente, ¡también estaba jugando con mi mente!  Husa un pode metodo de hipnosis  con el cual programaba mis acciones, pensamientos y palabras. Cada vez que me ponía una de esas ropas ajustadas que me obligaba a usar —tops diminutos, shorts que apenas cubrían mi trasero redondeado, tacones imposibles—, una parte de mí empezaba a disfrutarlo. ¿Cómo carajos era posible?


Me miraba al espejo y ya no veía al chico que solía ser. Ahora, era una mujer con curvas exageradas, una completa bimbo con pechos gigantes, un trasero enorme y una cintura tan delgada que parecía irreal. Y lo peor de todo... era sexy. No podía evitar sentir cómo cada vez que me movía, mi cuerpo respondía de maneras que nunca había sentido antes. Era como si cada paso que daba en esos malditos tacones, cada movimiento de mis caderas, me hiciera más débil, más sumisa. Más suya.



El señor Ramírez me enseñaba todo lo que quería que fuera: su perfecta mujer trofeo. Me obligaba a caminar de manera sensual, a hablar con un tono seductor, y lo peor… a complacerlo. No solo físicamente, sino también en cada pequeña fantasía que tenía. Me decía qué ponerme, cómo arreglarme, incluso cómo actuar cuando estuviéramos en público. Quería que fuera su "esposa perfecta". Cada vez que me resistía, me recordaba con un toque en mi cuerpo lo fácil que era hacerme sentir bien, haciéndome olvidar cualquier rastro de resistencia.



Un día, Jorge regresó de la universidad  Cuando me vio, no me reconoció para nada. ¿Cómo lo haría? Ahí estaba yo, su mejor amigo, convertido en una rubia bimbo con un cuerpo que solo ves en revistas. "¿Y esta quién es?", preguntó  a su padre.



El señor Ramírez sonrió, orgulloso de su creación. “Es tu nueva madrastra, hijo. ¿A que se ve preciosa?”. Yo solo me quedé callado, sin saber qué decir, mi cuerpo respondiendo a esa maldita sonrisa como si estuviera programado para eso.


Lo peor fue ver cómo Jorge empezaba a aceptar la idea, sin sospechar nada. A sus ojos, yo era solo una mujer más, una pieza decorativa en la vida de su padre. Me trataba con respeto, como si de verdad fuera su madrastra, y yo… ya no podía hacer nada para cambiarlo.


Los bloqueos hipnotiocos me inpedian hablas con jorge  de cosa que no sean asutas de ama de casa...


Con el tiempo, lo que más temía pasó. Dejé de luchar. Ya no recordaba quién era antes, porque ahora me había convertido en lo que el señor Ramírez quería. Me complacía en todo, me vestía como él me decía, y lo peor de todo… lo disfrutaba. Mi mente, al igual que mi cuerpo, había sido moldeada para desear lo que él quería que yo deseara.



Al final, había dejado de ser el mejor amigo de Jorge. Ahora, era su madrastra: la bimbo que su papá había creado para cumplir todos sus deseos. Y lo peor de todo es que, en el fondo, ya no quería volver a ser quien era antes.






domingo, 22 de septiembre de 2024


En el corazón de Tokio, la vida de Hiroshi cambió para siempre una mañana cuando despertó en el cuerpo de  una famosa actriz de cine para adultos. La transformación fue repentina y desconcertante. Mirándose en el espejo, se vio reflejado en un cuerpo voluptuoso, con enormes senos que desafiaban la gravedad y curvas que nunca había imaginado tener. Mientras se sentia abrumado por la confusión, la realidad de su nueva vida lo golpeó: ya no era el chico timido y reservado que solia ser. Ahora era una mujer, y no cualquier mujer, sino una estrella del entretenimiento para adultos.



Al principio, Hiroshi se sintió atrapado en un mundo de sensualidad y glamour que no conocía. Aprendió rápidamente que su nuevo cuerpo atraía miradas en cada esquina. Decidido a no seguir el estilo de vida de esta mujer, trató de adaptarse a su nueva identidad. Sabia que debía encontrar un trabajo y llevar una vida normal. Después de varios dias de búsqueda, finalmente consiguió un empleo como secretaria en una agencia de publicidad. Era un entorno profesional que le permitia ocultar su pasado y reconstruir su vida.


Sin embargo, ser esta mujer no era fácil, Cada mañana, Hiroshi dedicaba horas a prepararse para el trabajo. Se vestia con faldas ajustadas que resaltaban sus curvas y blusas que acentuaban su escote. Completaba su look con pantys que moldeaban sus piernas y tacones altos que la hacian sentir más segura, aunque la incomodaban al principio. Al mirarse en el espejo, se sorprendía de lo que veía: su reflejo era de una mujer hermosa y seductora, pero en su interior, luchaba por aceptar esta nueva realidad.


A medida que caminaba por las calles de Tokio, sentía todas las miradas de admiración y deseo. Los hombres se giraban al pasar, y las mujeres la observaban con envidia. Su nuevo cuerpo atraía la atención como un imán, algo que nunca había experimentado antes. Intentaba ignorar los cumplidos y las miradas, enfocándose en su trabajo y en no caer en la trampa de convertirse en una mujer superficial.


El primer día en la oficina, Hiroshi se sintió nerviosa. Se sentó en su escritorio, tratando de concentrarse en sus tareas, pero no pudo evitar que las miradas de sus compañeros de trabajo la distra jeran. 



Se vestía de manera conservadora, eligiendo blusas y faldas que, aunque ajustadas, no delataban su nueva figura. Sin embargo, su nuevo jefe, un hombre carismático y astuto llamado Takashi, tenia otros planes. A medida que pasaban los dias, se dio cuenta de que no solo admiraba a Hiroshi por su capacidad profesional, sino que estaba profundamente atraído por ella.


Takashi comenzó a invitar a Hiroshi a cenas de trabajo y reuniones fuera de la oficina. Su interés era claro, y aunque Hiroshi intentaba mantener la distancia, se sentía cada vez más atrapada en su nueva vida. Un día, Takashi la llevó a un bar exclusivo, y tras unas copas, sus verdaderas intenciones salieron a la luz. Se acercó a ella con una sonrisa seductora y le susurró al oido que quería pasar una noche inolvidable juntos.


Hiroshi, angustiado, trató de resistirse. No queria ceder a la presión ni convertirse en interes romatico de su jefe. Pero Takashi no se detuvo. Con ayuda de un par de sus gururas la ato con fuerza, la llevó a un lugar donde nadie pudiera oirlos. Hiroshi se dio cuenta de que estaba siendo secuestrada, no solo por su jefe, sino por el destino que habia intentado evitar.


Mientras luchaba por liberarse, una mezcla de miedo y deseo la invadió. Era la primera vez que experimentaba la atracción masculina desde su transformación, y el hecho de que su nuevo cuerpo despertara el interés de un hombre tan poderoso la confundia. Aunque su mente luchaba contra la situación, su cuerpo reaccionaba de manera diferente. Las sensaciones de sus enormes senos al moverse, los amarres en su cuerpo, y la tensión de su nueva figura la hacían sentir viva de una manera que nunca había imaginado. Finalmente, Hiroshi fue llevada a un lujoso hotel, donde se encontró a solas con Takashi. 



La tensión en el aire, hiroshi con la blusa abierta esta en un sofa... aun atada y amordazada. su corazón latía con fuerza. Sin embargo, en ese momento de vulnerabilidad, comprendió que debía enfrentarse a su nueva realidad. No podía seguir huyendo ni negando lo que era.  Todos los problemas  que habia teniado eran por es este cuerpo, decidió que no se dejaría llevar sin luchar. Al mismo tiempo, se prometió que, pase lo que pase, no se convertiria en lo que había sido esta mujer...


La noche estaba lejos de terminar, y mientras Hiroshi se preparaba par enfrentar su destino, supo que, sin importar lo que sucediera, este era el inicio de todo lo que viniera. Aunquo sabia lo que le depararía el futuro, estaba decidida a encontrar su lugar en este nuevo mundo, con todos sus desafios y placeres inesperados.




Hiroshi, aahora sintiéndose verdaderamente atrapado en el cuerpo de esta mujer , no podía moverse. Atado  y amordazado, sus pensamientos se desbordaban en una mezcla de ira, miedo y desesperación. Takashi, su jefe, lo miraba con una sonrisa triunfante mientras acariciaba su voluptuoso cuerpo, el cuerpo de una mujer que había sido objeto de sus fantasías más oscuras.


—Siempre fantaseaba con esta mujer… —dijo Takashi, con una voz suave y peligrosa—. Es mi actriz favorita, nunca estaría a mi alcance, y ahora que tú estás en su cuerpo, vino hacia mí…


Hiroshi intentaba liberarse, pero las cuerdas que le ataban las muñecas y los tobillos eran demasiado fuertes. Los movimientos de Takashi eran lentos, calculados. Su jefe disfrutaba de cada segundo, saboreando el poder que tenía sobre este cuerpo que tanto deseaba.


—Desde este momento, eres más que la nueva secretaria —continuó Takashi, levantándose lentamente de su silla—. Y tus tareas no solo se limitarán a organizar mis documentos.


Takashi se acercó a Hiroshi, sus ojos fijos en los enormes senos que apenas cabían en las manos del hombre. Con una calma perturbadora, deslizó su mano sobre uno de los pechos descubiertos, sintiendo el peso y la firmeza de los implantes que definían la voluptuosa figura de este cuepo femenino que tenia frente a el, esta consiente de quien habiata el ese cuepo ahora pero no le importaba. 

Hiroshi contuvo la respiración, sintiendo cómo el cuerpo que habitaba respondía de formas que no podía controlar.


El jefe se agachó a la altura de los senos, acercando su boca al pezón oscuro y firme. Con un movimiento lento y deliberado, comenzó a succionar, como un niño hambriento. Hiroshi sintió una oleada de repulsión y angustia recorrer su cuerpo, pero también la extraña sensación física que acompañaba el contacto. Estaba atrapado, no solo físicamente, sino dentro de un cuerpo que ahora lo traicionaba.


Con cada succión, Hiroshi maldecía su situación. Maldecía el cuerpo femenino en el que estaba atrapado, maldecía la suavidad de su piel, las curvas que atraían la mirada de todos los hombres, y sobre todo, maldecía la sensación que ahora lo invadía, como si su cuerpo respondiera de manera automática a lo que Takashi hacía.


—Nunca pensé que te tendría aquí, frente a mí… de esta manera… —susurró Takashi entre succión y succión, sin apartar la boca del pecho de Hiroshi, ahora húmedo por la saliva. Hiroshi luchaba por contener su angustia, pero no podía evitar sentir que este cuerpo lo traicionaba. Los pezones sensibles, la piel cálida, y los deseos ajenos que se proyectaban sobre él lo hacían sentir vulnerable, expuesto.


En su mente, Hiroshi gritaba, deseando salir de esta pesadilla, pero su cuerpo, la prisión femenina que lo aprisionaba, respondía de una manera distinta. Cada movimiento de Takashi era una confirmación de que ahora estaba atrapado en un destino que jamás habría escogido.


Y aunque Hiroshi seguía resistiéndose en su mente, sabía que, por mucho que luchara, el mundo ya lo veíacomoo est mujer... con un pasado lleno de sexo y perverciones sexuales.

 El jefe había logrado su fantasía más oscura, y Hiroshi… Hiroshi se había convertido en ella, de una manera que nunca podría deshacer.


Takashi se levantó lentamente, relamiéndose los labios tras succionar con ansia el pecho de Hiroshi. Caminó hacia la puerta de la habitación, cerrándola con un clic firme. Volvió a mirar a Hiroshi, ahora completamente inmóvil, sus ojos llenos de deseo mientras esbozaba una sonrisa siniestra.


—Voy a hacer algo más, Hiroshi —dijo, con una voz que destilaba poder y control—. Algo que he soñado durante mucho tiempo.


Hiroshi, atado y amordazado, sabía lo que venía. Ya no tenía fuerzas para resistirse. Por dentro, la furia y la impotencia seguían vivas, pero con cada momento que pasaba en ese cuerpo, algo se rompía lentamente en él. Sentía la derrota hundirse en sus huesos, en la piel suave que ahora llevaba. Cada movimiento, cada caricia, cada gesto le recordaba que su vida, tal como la había conocido, había terminado.


Esto era su nueva realidad.


No era solo Takashi. Sabía que habría más hombres como él. Otros jefes, otros conocidos, otros extraños, todos atraídos por la irresistible figura de esta mujer. El ciclo de humillación y rendición se repetiría, una y otra vez. Hiroshi ya no era el chico tímido de antes, ahora era una mujer atrapada en el cuerpo de una fantasía, una prisionera de sus propias curvas.


Mientras Takashi se acercaba nuevamente, sus intenciones claras, Hiroshi cerró los ojos. Ya no luchaba. Lo que alguna vez fue una vida ordinaria se había transformado en un ciclo de sumisión. 


Este era su destino ahora. La vida en el cuerpo de esta mujer sería una serie de encuentros indeseados, y no importaba cuántas veces intentara escapar, siempre volvería al mismo lugar.



Hiroshi dejó escapar un último suspiro resignado, mientras el jefe se acercaba, listo para continuar. No había vuelta atrás. El proceso se repetiría muchas veces más. Este era su nuevo mundo, su nueva vida… su nueva identidad.


Y no había nada que pudiera hacer para cambiarlo.










Diario de una Puta




La segunda pubertad me golpeó como un tren a toda velocidad, sin frenos ni avisos. No lo vi venir. Un dia, estaba cómodo en mi piel de hombre joven con 19 años, con todo lo que eso significaba: la fuerza, la seguridad, el control. Pero de repente, mi cuerpo comenzó a cambiar, a moldearse en algo que nunca pedi. Al principio, lo odié. No quería ser mujer. ¿Quién querría pasar por una pubertad dos veces? Pero esta vez fue diferente. No era una simple maduración; era una metamorfosis completa, una revolución fisica y mental. Mis músculos se desvanecieron, reemplazados por curvas suaves. Mi pecho creció, tenso, hasta que mis senos comenzaron a sobresalir orgullosamente. Mi piel se volvió más suave, mis caderas se ensancharon, y mi trasero adquirió un volumen que me hacía ver en el espejo una y otra vez, casi con incredulidad.



Lo que más me perturbó fue la forma en que mi mente cambió. Al principio, odiaba sentirme vulnerable. Detestaba la atracción que comenzaba a despertar en mi hacia los hombres, una atracción que jamás había experimentado antes. La sensación de ver a un hombre y notar cómo mi cuerpo respondía, cómo mis pezones se endurecian bajo la ropa, cómo mi entrepierna se humedecia con solo imaginar el roce de su piel, era desconcertante. Pero, con el tiempo, esa confusión fue cediendo, Lo que una vez fue miedo y rechazo se transformó en curiosidad y, finalmente, en deseo puro.


Ahora sé que me gusta. Me gusta ser mujer. Me gusta ser deseada. No soy solo una mujer cualquiera, soy una zorra, y lo digo sin vergüenza. He aprendido a amar el poder que tengo en este nuevo cuerpo. Mi cintura estrecha, mis caderas anchas, y esos pechos grandes que parecen captar la atención de cualquier hombre que pasa cerca. Todo en mi está diseñado para seducir. Y me aprovecho de eso. Lo admito, me he convertido en una cazadora de hombres. No solo los seduzco, los devoro. Me encanta sentir sus manos en mi cuerpo, sus ojos recorriendo cada curva como si no pudieran resistir el impulso de poseerme.



He aprendido a adorar lo que soy, pero lo que más amo es lo que hago con ellos. Hay algo en tener un pene grande y duro en mi boca, algo que me hace sentir viva. Cuando lo saboreo, cuando lo lamo con mi lengua húmeda y escucho cómo gimen de placer, siento una electricidad recorrerme. Y cuando se trata de un hombre con un BBC... oh, ahi es cuando mi cuerpo se desborda de deseo. 



Me encanta sentir esa presión en mis labios, llenándome hasta el limite. Y cuando descargan su semen caliente en mi boca, el sabor salado y espeso, sé que los tengo a mis pies, totalmente rendidos a mi. No siempre fue fácil. Cuando era hombre, tenía una mentalidad cerrada, conservadora. Nunca hubiera imaginado que disfrutaria tanto del sexo, y menos con otros hombres. Pero ahora, no solo lo disfruto, lo busco. He estado con hombres solteros, casados, jóvenes y mayores. Todos tienen algo diferente que ofrecer. Los solteros suelen ser más atrevidos, más experimentales, buscando siempre cómo romper la rutina. Los casados, en cambio, me ven como su escape, su fantasia prohibida. Me gusta ser la razón por la que traicionan a sus esposas, sentirme el objeto de sus deseos secretos. Y con los mayores, es diferente: son más pacientes, más intensos. Me hacen sentir adorada, como si cada parte de mi fuera un tesoro que ellos desean explorar.


He probado casi todo. He estado en tríos, donde uno me llenaba la boca con su pene mientras el otro me penetraba por detrás. Esa sensación de ser tomada por dos hombres a la vez, de tener a ambos dentro de mi, es inigualable. Es como si mi cuerpo se convirtiera en un campo de batalla de placer, y cada orgasmo me elevara a nuevas alturas. El sexo ya no es solo una actividad, es una forma de vida. He bebido tanto semen que ya he perdido la cuenta. A veces, después de una noche especialmente intensa, me despierto con el sabor aún fresco en mis labios, y sonrio.

Sin embargo, hay una línea que aún no he cruzado: el sexo anal. No es que no lo desee, al contrario, la idea me calienta cada vez más. Pero es algo tan íntimo, tan personal, que no voy a dejar que cualquier hombre lo haga. Quiero que sea con alguien que realmente me haga perder el control, alguien que me lleve a superar mis propios límites y me haga desearlo tanto como él.


La verdad es que ya tuve alguna mala experiencia. Uno de mis ex estaba obsesionado con mi culo. Cada vez que teníamos sexo, buscaba cualquier excusa para intentar meter su pene ahí. Lo bueno es que no era fácil, y siempre lo detenía. Fue una pena, porque follaba como un animal y me encantaba, pero no iba a ceder solo porque él lo quería. Al final, tuve que dejarlo por eso. Una lástima, pero así soy. Soy una puta, sí, pero no soy tan fácil. Si voy a hacer algo, será cuando yo lo quiera y con quien me haga disfrutar como nunca

Además 

No soy el tipo de mujer que muchos esperan ver como "material de esposa". Y está más que claro que lo mío es el sexo, lo adoro. No me da miedo admitirlo. Disfruto cada parte de esta vida, cada encuentro, cada momento de placer. No soy de las que se conforman con una rutina, con un hombre que me quiera para siempre. Esa no soy yo.


Curiosamente, más de uno de mis amantes me ha propuesto matrimonio. Supongo que piensan que lo que tenemos en la cama es suficiente para construir una vida juntos. Pero, sinceramente, no sería justo para ellos. No soy mujer de un solo hombre. Me gusta la libertad que tengo, la posibilidad de explorar, de disfrutar con quien yo quiera, cuando quiera. Casarme sería como encerrar a un pájaro que nació para volar.



Y la verdad, no me veo siendo fiel a uno solo. No estoy hecha para eso. Así que prefiero seguir siendo lo que soy: libre, sensual, y disfrutando de cada experiencia que esta vida tiene para ofrecerme. Al final, seré muchas cosas, pero una esposa perfecta no está entre ellas por ahora.


Sé que ese momento llegará algún dia perocen un futuro muy muy lejano, pero mientras tanto, disfruto de mi vida tal como es. Cada dia, me siento más cómoda en mi piel, más poderosa en mi feminidad.

No cambiaria nada. He abrazado esta nueva forma de ser. Y aunque suene



viernes, 20 de septiembre de 2024

Feliz en mi nueva vida (Down)


Después del gran cambio, me encontré en la piel de una mujer llamada Lisa, de al menos 30 años. El evento fue noticia mundial, generando caos y asombro por todas partes. Nadie podía creer lo que había ocurrido. De repente, yo era Lisa , con su vida y sus responsabilidades.



Una vez en el cuerpo de Lisa, la primera persona con la que hablé fue su marido, John. Le expliqué lo sucedido, mis palabras llenas de confusión y miedo. Para mi alivio, él comprendió mi situación, a que previamente habia oido de este suceso en la radio... A pesar de tener la apariencia de Lisa, él sabía que su esposa se había ido. Fue increíblemente comprensivo, y me ofreció la opción de quedarme ahi si así lo deseaba. 


Pasé horas mirando las fotos de la pareja en las paredes de la casa, sintiendo una profunda culpa y tristeza. La sonrisa de Lisa en las fotos reflejaba una vida feliz, una vida que ahora estaba usupando. Le dije a John que necesitaba tiempo para pensarlo.


Mientras me adaptaba a mi nuevo cuerpo, traté de no ser una carga. Ayudaba en los deberes del hogar, aunque no era muy buena cosiendo, y limpiaba la casa con dedicación. Me esmeraba en cumplir con todos esos deberes que hacen las esposas, intentando encontrar mi lugar en esta nueva vida.



Pasaron dos meses y empecé a sentirme cómodo en mi nuevo cuerpo. Me acostumbraba lentamente a mi rol femenino. Aprendí a caminar con los zapatos de Lisa, a maquillarme y a vestir adecuadamente para diferentes ocasiones. Comencé a sentir una conexión con la vida de Lisa, con su hogar y, de manera sorprendente, con John.


Ahora, varios meses  después, tomé la decisión de quedarme como la esposa de John. Con el tiempo, perfeccioné mis habilidades como esposa y ama de casa. Aprendí a cocinar sus platos favoritos, a mantener la casa impecable, y a ser un apoyo emocional y físico para él. Mis deberes como mujer también incluían complacer a mi hombre sexualmente, siempre que venía de un largo día de trabajo. Encontré satisfacción en poder ofrecerle consuelo y amor.


Mi nueva vida se había convertido en una rutina cómoda y gratificante.  la confusión inicial se desvanecio, reemplazadas por una sensación de propósito y estabilidad en mi nuevo rol. 

Aunque este cambio fue abrupto y desafiante, encontré paz y satisfacción en mi nueva vida, aceptando plenamente mi identidad como esta mujer.



Con el paso del tiempo, incluso desarrollé nuevas amistades en el vecindario. Me uní a un grupo de lectura local y asistía a las reuniones mensuales, donde compartía y discutía libros con otras mujeres, ahor eso me parecia lo mas natural.

También tomé clases de yoga, algo que Lisa siempre quiso hacer pero nunca tuvo tiempo. Estos pequeños cambios y adaptaciones me ayudaron a sentirme más integrada y feliz en esta nueva vida.


John y yo creamos nuevas memorias juntos. Viajamos a lugares que su esposa original y John nunca habían visitado, explorando nuevos destinos y viviendo aventuras que fortalecieron nuestro vínculo. 

A pesar de las circunstancias inusuales que nos unieron, logramos construir una relación basada cariño y comprensión mutua.


Sin embargo, con el tiempo, nuestras noches se llenaron de una pasión que no había anticipado. John me miraba con deseo en sus ojos, y yo sentía una atracción creciente hacia él. Cada caricia, cada beso, se volvía más intenso. Las cenas a la luz de las velas terminaban con nuestras manos explorando nuestros cuerpos, desnudándonos con ansias.


En la intimidad de nuestra habitación, el ambiente se cargaba de un hambient exitante, John sabía exactamente cómo tocarme, cómo llevarme al borde del placer una y otra vez. Yo, en mi nuevo cuerpo, descubría sensaciones desconocidas, cada encuentro más ardiente que el anterior.


Mis suspiros y gemidos llenaban el cuarto mientras John y yo nos entregábamos completamente el uno al otro. Sentir su piel contra la mía, su aliento en mi cuello, me hacía desearlo aún más. Nuestros cuerpos se movían en una danza apasionada, perdiéndonos en el éxtasis de nuestros encuentros.



En esos momentos, no había duda de quién era yo. Me había convertido completamente en Lisa Ann, no solo en mente y cuerpo, sino también en deseo y amor. Nuestro vínculo se había fortalecido no solo por la comprensión y el respeto, sino por la intensidad de nuestra conexión física. Así, en cada noche de pasión, reafirmábamos nuestro amor y compromiso, disfrutando plenamente de nuestra nueva vida juntos.

lunes, 16 de septiembre de 2024

La Despedida de Karen. (Down)




El teléfono sonó en la casa de los Díaz.La señora Díaz, que estaba en la cocina,se apresuró a contestar, siempre con la esperanza de escuchar algo sobre su hijo desaparecido.


-¿Hola? ¿Familia Díaz? -dijo una voz femenina al otro lado, pero con un toque extraño. Familiar, pero algo... diferente.



-¿Quién es? -preguntó la señora Díaz, un poco confundida.


- Me llamo Karen... No, no, espera. Tienes que escuchar esto. Esto es importante. La voz parecía más firme -. Por favor, ponme en altavoz, señora Díaz.


La señora Díaz, intrigada y nerviosa, puso el teléfono en altavoz mientras su esposo entraba a la sala. Ambos esperaban algo que les diera una pista sobre su hijo.


Bueno, como les decía... ahora me llamo Karen. Pero antes solía ser tu hijo. -La mujer al otro lado de la linea


soltó una risita sarcástica, Si, mamá, soy yo, pero ya no soy él. Ahora soy Karen, una mujer... y créeme, soy mucho más hermosa de lo que te imaginas.


¡¿Qué?! ¡Esto tiene que ser una broma! -gritó la señora Díaz, incrédula.


- No es ninguna broma, mamá - respondió Karen, con un tono despreocupado-. Menti cuando te dije que iba a la universidad. En realidad, llamé a la doctora Sánchez y me vine a Florida para convertirme en lo que siempre quise ser: una mujer madura, atractiva, como tú... solo que linda. mucho más


¡¿Qué te has hecho?! -La señora Diaz no podía creer lo que escuchaba-. ¡Eras mi hijo! ¿Cómo te atreves a decir estas cosas?


-Tu hijo desapareció, mamá. Ya no existe. Ahora solo queda Karen, y estoy más feliz que nunca. La voz de Karen sonaba confiada, casi cruel-. Y aunque vinieras aqui, no me reconocerias. Seria solo una mujer más, mucho más joven y, bueno, más guapa.


¡Esto no puede estar pasando! - sollozó la señora Diaz-. ¡Por favor, vuelve! Podemos arreglar esto, cariño. ¡No te pierdas así!


No, mamá, no lo entiendes. Esta es mi vida ahora. -Karen suspiró, como si fuera una simple charla entre amigas-. Mira, mi marido está por llegar a casa, y tengo que preparar la cena. Después, me entregaré a él en la cama. ¿Sabes? El sexo con él es... uff, increible. Tenerlo dentro de mí, embistiendo mi trasero grande... jes todo lo que siempre quise! Es un verdadero semental, mamá.


¡Basta, por favor! -La señora Diaz estaba al borde del colapso-. ¡No quiero escuchar más! ¡No me hagas esto!


Ay, mamá... ¿por qué llamo? -Karen sonaba casi aburrida, como si no le importara nada-. Solo queria decirles que no me busquen. No hay más hijo. Solo está Karen, y estoy mejor que nunca. Así que, por favor, no pierdan su tiempo.

Un silencio incómodo llenó la sala, La señora Díaz estaba paralizada, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas.

Bueno, me tengo que ir. Adiós, querida... -Karen soltó una risita antes de despedirse-. Nunca vuelvas a buscarme. Mua.




El teléfono quedó en silencio, dejando a los Díaz con una verdad devastadora: su hijo no volvería jamás.


Despues de esa llamada karen iba a atender a su marido.


domingo, 15 de septiembre de 2024

Propaganda compuesto v

 



¿Cansado de la rutina? ¡Es hora de un cambio radical! 

¿Quién necesita perseguir a la chica de sus sueños cuando puedes convertirte en ella?


Yo no siempre fui una chica. Mi nombre solía ser victor, un tipo común hasta aquella inolvidable noche en la universidad. Me desperté en la mañana con un vestido puesto y rastros de una experiencia intensa sobre mi piel. La curiosidad me superó, y antes de darme cuenta, el deseo de ser una mujer se apoderó de mí. A través de algo llamado compuesto V , me transformé en lo que soy hoy: una auténtica mujer, con un toque de magia y pasión.



Así que dime, ¿quieres seguir siendo un hombre aburrido o estás listo para abrazar lo que siempre has sentido en lo más profundo de tu ser? Con un simple paso, podrías estar viviendo la vida que jamás imaginaste, disfrutando cada día como la reina que realmente eres.


¡Atrévete a ser ella! 

Un pequeño sorbo... y el viaje comienza.



Transforma tu vida hoy. ¡Sé la chica de tus sueños!


sábado, 14 de septiembre de 2024



Todo empezó de la manera más extraña posible: un día me desperté y ya no era yo. Me miré al espejo y vi el rostro de mi madre. Sentí el peso de sus caderas anchas, sus pechos pesados, el cabello largo rozándome los hombros. Nunca imaginé que algo así pudiera pasar, pero ahí estaba, atrapado en su cuerpo, sin entender qué demonios había ocurrido.


Antes de esto, yo era un chico bastante arrogante. Siempre menospreciaba el trabajo de mi mamá. “Cocinar, limpiar y mantener la casa no es gran cosa”, le decía. Nunca valoré lo que hacía, y en mi cabeza, su vida me parecía aburrida y sin sentido. Pero ahora me tocaba vivirla de primera mano.



Los primeros días fueron un caos total. No tenía ni idea de cómo manejar la casa, hacer las tareas o lidiar con el día a día de ser una mujer adulta. Todo me sobrepasaba. Pero lo peor no fue eso, sino las sensaciones que venían con su cuerpo. Me desconcertaba lo sensible que era, cómo sentía cosas nuevas y extrañas que nunca había experimentado antes como hombre.


Una noche, en medio de toda esa confusión, conocí a un hombre. No sé qué me llevó a hacerlo, pero terminé teniendo una aventura de una noche con él. Nunca pensé que algo así pudiera sucederme. Fue extraño y abrumador, pero en ese momento, me dejé llevar. Al día siguiente, me desperté en su cama, aún sintiendo los efectos de lo que había pasado.




Lo peor vino semanas después. Empecé a sentirme raro… diferente. Algo estaba cambiando, y no era solo mi percepción de la vida. Fui al médico y me lo confirmaron: estaba embarazada. ¡Embarazada! En el cuerpo de mi madre. Ya nada tenía sentido.


La situación se complicó aún más porque mi madre era una mujer casada. Aunque técnicamente yo había sido el que pasó esa noche con otro hombre, fue su cuerpo el que rompió los votos matrimoniales. Traicioné a mi propio padre. Mi madre, la mujer fiel que siempre había estado a su lado, parecía haberlo engañado, aunque en realidad yo era el culpable.


Mi padre comenzó a sospechar cuando notó que algo no cuadraba. Sabía que él y mi madre no habían tenido intimidad en mucho tiempo, y  mostrando signos de embarazo solo lo hacía dudar más. El hecho de que ella estuviera embarazada y él no tuviera nada que ver con el embarazo lo llevó a pensar que ella le había sido infiel. La situación era cada vez más tensa.


Para colmo, él pensó que su esposa lo había engañado. Se divorció de mi madre, sin saber la verdadera razón detrás del embarazo o el intercambio. Desde su punto de vista, ella lo había traicionado, aunque la verdad era mucho más complicada. Mi padre nunca supo que yo estaba atrapado en el cuerpo de mi madre, y que el embarazo era el resultado de una aventura de una noche en la que él no tenía ninguna responsabilidad.


Con cada día que pasaba, el embarazo hacía que todo fuera más definitivo. Mi vientre comenzó a crecer, mis caderas se ensancharon aún más. Estaba viviendo la realidad de mi madre, pero con un hijo en camino que no era de mi padre. 


Al final, mi padre se fue. Se divorció de mi madre pensando que ella lo había traicionado, mientras yo, atrapado en este cuerpo, me quedé solo esperando un hijo que no era mío, pero que de alguna forma sentía que sí lo era. Cada día me sumergía más en esta nueva vida, enfrentando las consecuencias de decisiones que, en otro tiempo, jamás habría tomado.


Lo más irónico de todo es que, con el tiempo, comencé a aceptar mi destino. Ya no podía luchar contra lo que había sucedido. Este cuerpo, este embarazo, esta vida… eran ahora parte de mí. Y aunque nunca lo habría imaginado, ahora me encontraba en la piel de una mujer embarazada, enfrentando las consecuencias de decisiones que, en otro tiempo, jamás habría tomado.



viernes, 13 de septiembre de 2024

Recuerdos Perdidos



Isaac siempre había sido un empleado leal, casi indispensable para su jefe, Roberto. Cuando la invitación para la reunión de exalumnos de la escuela secundaria llegó, Roberto se sintió atrapado. Era el primer evento importante desde su divorcio, y la idea de asistir solo le pesaba. Ver a sus antiguos compañeros, muchos de ellos con esposas e hijos, solo remarcaría su fracaso matrimonial. Ahí fue cuando Isaac, en un gesto más que profesional, le ofreció una salida: una pastilla experimental que permitiría no solo intercambiar de género, sino también progresar en edad para coincidir con la de Roberto. Isaac se ofreció para tomar la pastilla, transformarse en una mujer y acompañar a Roberto como su esposa.


Roberto, al principio escéptico, terminó aceptando la oferta. La idea era simple, casi brillante: Isaac se convertiría en “Eva”, una mujer madura y elegante que haría que Roberto se viera bien frente a sus antiguos compañeros. No habría preguntas incómodas, solo admiración por su “nueva” esposa.


Isaac tomó la pastilla esa misma mañana. Lo primero que sintió fue un calor intenso recorriendo su cuerpo. Se miró al espejo mientras su piel cambiaba, volviéndose más tersa, mientras su cuerpo se moldeaba en nuevas curvas. Sus facciones se suavizaron, sus hombros se estrecharon, y su cintura se afinó. En cuestión de minutos, Isaac ya no existía; en su lugar, Eva se miraba al espejo, una mujer de unos cuarenta años, con una figura que exudaba elegancia y confianza.


Eva, vestida con un ajustado atuendo de  mujer madura, caminó al lado de Roberto mientras ambos se dirigían de la reunión. Los pasos que daba en sus tacones resonaba por todo la habitación, aunque en su mente aún se acostumbraba a su nuevo cuerpo. Podía sentir el roce del vestido en su piel, la forma en que sus caderas se movían con cada paso, y cómo el peso de sus pechos balanceaba ligeramente. 



"Te ves espectacular", le susurró Roberto al oído mientras entraban solos, haciendo que Eva sonriera y fingiera una risita coqueta, una habilidad que le resultaba sorprendentemente natural en su nuevo cuerpo.

Al llegar a la reunión, Eva adopto su papel, como la mujer de Roberto  intercambindo sonrisa con los demas conocidos de roberto.

Durante la velada, Eva se mezcló con las demás esposas, compartiendo anécdotas inventadas, metiendodose tan en su papel que nadien sospechaba nada. riendo con comentarios ligeros, y asentando cuando era necesario. Se sorprendió de lo fácil que era actuar como si siempre hubiera sido mujer. La conversación giraba en torno a temas como el hogar, las rutinas de ejercicio, y los hijos. Eva, aunque no tenía hijos, supo navegar la charla inventando detalles que parecían encajar perfectamente.


A medida que la noche avanzaba, Isaac, escondido detrás de Eva, comenzó a sentir una extraña comodidad en su nuevo rol. Había algo liberador en no ser él mismo, en poder experimentar el mundo desde una perspectiva completamente diferente.


Al salir de la reunión, ambos estaban visiblemente aliviados. "Lo hiciste perfecto, Eva", le dijo Roberto con una sonrisa. "Nadie sospechó nada, realmente eres una mujer increíble."


Eva asintió, aún sintiendo la adrenalina de la actuación. Sin embargo, mientras el auto avanzaba por la carretera oscura, una inquietud se instalaba en su pecho. Había disfrutado más de lo que esperaba ser Eva. Y aunque sabía que todo era temporal, no podía evitar una pequeña parte de ella que deseaba seguir siendo esa mujer segura de sí misma.


Roberto rompió el silencio. "Sabes... me has recordado lo que es tener a alguien a mi lado, alguien que realmente se preocupa por mí." Su tono era suave, casi vulnerable, lo cual sorprendió a Eva. "Había olvidado lo que era... estar casado, tener a una mujer como tú. Te pagaré bien por esto, Isaac, lo prometo. Mañana, cuando todo termine, te devolveré a la normalidad."


Pero esa promesa nunca se cumpliría.


De repente, un destello en la carretera. Roberto giró el volante bruscamente para evitar a un ciervo, y el coche salió de control. El impacto fue brutal. Cuando el auto finalmente se detuvo, el silencio invadió el ambiente. Roberto, aturdido pero ileso, miró a su lado y vio a Eva inconsciente, su cabeza descansando sobre el volante.



En el hospital, los médicos confirmaron que Eva había sufrido un golpe en la cabeza que le causó amnesia. Despertó al día siguiente, desorientada, con una sensación de vacío. Roberto estaba junto a ella, con una mezcla de preocupación y oportunidad en su mirada.


"Hola, Eva", dijo con suavidad, tomando su mano. "¿Recuerdas algo?"


Eva lo miró, confundida. "No... no recuerdo nada... solo mi nombre... Eva."


Fue entonces cuando Roberto vio su oportunidad. Con una sonrisa maliciosa, le dijo que era su esposa. Inventó una historia sobre su vida juntos, sobre los momentos felices que habían compartido, y cómo habían estado juntos durante años.


Eva, sin más información que los que Roberto le proporcionaba, no tuvo más remedio que creerle. Aceptó su papel de esposa sin cuestionarlo demasiado, confiando en el hombre que afirmaba haberla amado toda su vida.

Meses Después


Con el paso del tiempo, Eva se acostumbró a su nueva vida. Se convirtió en la esposa perfecta para Roberto. Cocinaba, limpiaba, y lo complacía en todo. Su cuerpo, ahora completamente femenino, se movía con naturalidad en su rol de ama de casa. Usaba vestidos elegantes, maquillaje sutil, y se aseguraba de que Roberto siempre estuviera satisfecho.



Aunque no recordaba su pasado, en su interior sentía que su vida era casi demasiado perfecta. Un sueño recurrente la atormentaba cada noche. En ese sueño, veía a un joven llamado Isaac, un chico que sentía que conocía, pero cuyo rostro nunca podía ver claramente. A veces, el nombre "Isaac" flotaba en su mente, pero lo descartaba rápidamente, convencida de que era solo una ilusión.


Roberto, por su parte, disfrutaba de su nueva vida. No solo había logrado tener a Eva a su lado, sino que también la estaba presionando para que tuvieran un bebé. Roberth no sabia si esta eva podia quedar embarazada pero de igual manera  iba disfrutar intentándolo.



Por su parte, Eva, aunque intrigada por la idea, sentía una leve incomodidad cada vez que Roberto mencionaba el tema. Algo dentro de ella le decía que no todo era como parecía.


Pero, a pesar de las dudas y los sueños extraños, Eva había decidido ignorar todo y abrazar su nueva vida. Después de todo, Roberto la cuidaba, la amaba, y le proporcionaba una vida cómoda. ¿Qué más podía pedir?


Sin embargo, en lo más profundo de su ser, algo de Isaac aún permanecía enterrado, esperando una oportunidad para salir a la superficie. ¿Pero llegaría esa oportunidad algún día?...

domingo, 8 de septiembre de 2024


 Desde el instante en que tomé el cuerpo de la señora Melissa, todo cambió. Al principio, sentía que no encajaba del todo; había momentos en que mi mente aún recordaba quién era realmente, y la culpa por lo que había hecho me pesaba. Pero, con el tiempo, fui perfeccionando mi actuación. Aprendí a caminar como ella, a usar sus gestos delicados y la forma en que movía su cuerpo. Las rutinas diarias, como cocinar para su esposo o atender la casa, se convirtieron en una segunda naturaleza para mí. Incluso empecé a disfrutar el sonido de sus tacones en el suelo de la cocina mientras preparaba la cena.



Por la noche, cuando él regresaba a casa del trabajo, me aseguraba de tener una cena deliciosa lista, algo que solía preparar con esmero. Las cenas eran tranquilas, como siempre lo habían sido para ellos, pero con un matiz nuevo. Después de la comida, cuando nos retirábamos al dormitorio, la transformación era aún más notoria. Me había vuelto experta en ser la esposa sumisa que él deseaba, complaciéndolo de una forma que parecía perfecta. Me sorprendía lo mucho que disfrutaba de mi nuevo rol en su cama. Había algo en el poder de controlar esta situación, en saber que lo tenía completamente bajo mi control, sin que él sospechara nada.


Las hijas de Melissa también empezaron a notar la diferencia. Me ocupaba más de ellas que su madre original lo hacía, y me esforzaba por entender sus problemas adolescentes, sus inseguridades. A veces me sentía culpable, sabiendo que su verdadera madre ya no estaba, pero también me daba cuenta de que tal vez estaba haciendo un mejor trabajo en algunos aspectos. Les daba consejos, las ayudaba con sus tareas, y hasta pasábamos tardes viendo películas juntas. Empezaron a confiar más en mí, y sus sonrisas me recordaban que, en cierto modo, yo también necesitaba el afecto que ellas me daban.


La relación con los vecinos fue otra pieza clave. Melissa siempre había sido amable, pero un tanto distante. Así que aproveché para fortalecer esos lazos, mostrándome más sociable y generosa con ellos. Organizaba pequeñas reuniones en casa, cocinaba pasteles y galletas para llevarles, y comenzaba a tejer esa red de amistades que Melissa había dejado a medias. Todos comentaban lo bien que me veía, lo radiante que parecía, y eso me hacía sentir una mezcla de orgullo y vergüenza. ¿Cómo podían alabarme, cuando ni siquiera era la verdadera Melissa?


Y luego estaba mi madre… cada vez que la veía, mi corazón se partía. La primera vez que me acerqué a ella como "Melissa", casi rompo en llanto al ver la tristeza en su rostro. Llevaba semanas buscando a su hijo, pegando carteles de "desaparecido" por el vecindario, y preguntando a todo el mundo si lo habían visto. Sabía que sufría, y aunque cada parte de mí quería correr hacia ella y decirle la verdad, no podía. No podía permitir que supiera que su hijo estaba atrapado en este cuerpo, viviendo esta vida. ¿Cómo podría explicárselo? ¿Cómo podría mirarla a los ojos y decirle que ahora era la esposa de otro hombre, madre de otras hijas, y que su hijo, en esencia, había desaparecido para siempre?


Así que me limitaba a consolarla desde la distancia, diciéndole que todo estaría bien, que tenía que mantener la esperanza. A veces me quedaba con ella más tiempo del que debería, ayudándola a organizar su casa o a cocinar, tal vez buscando una forma de seguir siendo parte de su vida, aunque fuera desde esta nueva identidad. Me desgarraba por dentro verla, pero cada vez que salía de su casa y volvía a la de Melissa, me convencía a mí misma de que estaba haciendo lo correcto.


Con el tiempo, comencé a sentir que esta vida no era tan mala. Me había acostumbrado a los vestidos que Melissa usaba, a sus rutinas, a su maquillaje y su perfume. Empecé a disfrutar de las mañanas tranquilas, cuando me sentaba en la mesa de la cocina con una taza de café, observando a los pájaros fuera de la ventana. Me encantaba el suave balanceo de mis caderas mientras caminaba por la casa, la sensación de tener el control de todo, de ser la figura central en esta familia.


En algún rincón de mi mente, sabía que lo que había hecho estaba mal. Sabía que había tomado una vida que no me pertenecia, y que mi madre seguía buscando a su hijo desaparecido. Pero, al mismo tiempo, no podía negar lo mucho que me gustaba ser Melissa. Esta vida me había ofrecido una segunda oportunidad, una oportunidad de ser querida, admirada y necesitada. Había llegado a un punto en el que ya no podía imaginar volver atrás.