Nunca en mi vida hubiera imaginado que terminaría así. Todo comenzó como una simple visita a la casa de Jorge, mi mejor amigo desde siempre. Habia oido que se iba a la universidad y queria despedirme.
Era un día como cualquier otro, o al menos eso pensé. Cuando llegué, él no estaba. En su lugar, su papá, el señor Ramírez, me abrió la puerta con una sonrisa extraña.
“Jorge salió un rato, pero pasa, puedes esperarlo aquí”, me dijo, con una calma que en ese momento no me dio mala espina. Me ofreció algo de tomar, y no sé por qué, pero acepté el vaso de agua que me dio. Error. Fue lo último que recuerdo antes de todo lo que vino después.
Cuando desperté, ya nada tenía sentido. Estaba en una habitación desconocida, atado a una cama, y el señor Ramírez estaba ahí, mirándome con esa misma sonrisa rara, pero ahora mucho más... retorcida. “Te voy a convertir en la mujer perfecta para mí”, me soltó de golpe. Y yo, ¿qué podía hacer? Ni siquiera entendía lo que estaba pasando.
Lo siguiente que noté fue mi cuerpo. Sentía todo distinto. Cuando finalmente logré ver lo que me había hecho, casi me desmayo de nuevo. ¡Tenía un par de tetas enormes! Mis manos temblaban cuando toqué ese par de globos que ahora estaban pegados a mi pecho. Mi cintura se había estrechado, mis caderas eran amplias y redondeadas, y mis piernas… largas, esbeltas, perfectas. Pero eso no era todo. Mi cara… ¡Mi cara ya no era la mía! En su lugar, me miraba una mujer súper atractiva, con labios carnosos y unos ojos enormes llenos de maquillaje.
“No puede ser... no puede ser...”, repetía en mi cabeza, pero el señor Ramírez solo me observaba con una satisfacción oscura. "Vas a ser la madrastra perfecta para Jorge, y más que eso... mi bimbo", dijo, mientras pasaba sus manos por mi nueva figura.
Pasaron días, semanas, meses y yo apenas podía resistirme. Cada vez que intentaba luchar, mi cuerpo me traicionaba. El cabrón no solo me había transformado físicamente, ¡también estaba jugando con mi mente! Husa un pode metodo de hipnosis con el cual programaba mis acciones, pensamientos y palabras. Cada vez que me ponía una de esas ropas ajustadas que me obligaba a usar —tops diminutos, shorts que apenas cubrían mi trasero redondeado, tacones imposibles—, una parte de mí empezaba a disfrutarlo. ¿Cómo carajos era posible?
Me miraba al espejo y ya no veía al chico que solía ser. Ahora, era una mujer con curvas exageradas, una completa bimbo con pechos gigantes, un trasero enorme y una cintura tan delgada que parecía irreal. Y lo peor de todo... era sexy. No podía evitar sentir cómo cada vez que me movía, mi cuerpo respondía de maneras que nunca había sentido antes. Era como si cada paso que daba en esos malditos tacones, cada movimiento de mis caderas, me hiciera más débil, más sumisa. Más suya.
El señor Ramírez me enseñaba todo lo que quería que fuera: su perfecta mujer trofeo. Me obligaba a caminar de manera sensual, a hablar con un tono seductor, y lo peor… a complacerlo. No solo físicamente, sino también en cada pequeña fantasía que tenía. Me decía qué ponerme, cómo arreglarme, incluso cómo actuar cuando estuviéramos en público. Quería que fuera su "esposa perfecta". Cada vez que me resistía, me recordaba con un toque en mi cuerpo lo fácil que era hacerme sentir bien, haciéndome olvidar cualquier rastro de resistencia.
Un día, Jorge regresó de la universidad Cuando me vio, no me reconoció para nada. ¿Cómo lo haría? Ahí estaba yo, su mejor amigo, convertido en una rubia bimbo con un cuerpo que solo ves en revistas. "¿Y esta quién es?", preguntó a su padre.
El señor Ramírez sonrió, orgulloso de su creación. “Es tu nueva madrastra, hijo. ¿A que se ve preciosa?”. Yo solo me quedé callado, sin saber qué decir, mi cuerpo respondiendo a esa maldita sonrisa como si estuviera programado para eso.
Lo peor fue ver cómo Jorge empezaba a aceptar la idea, sin sospechar nada. A sus ojos, yo era solo una mujer más, una pieza decorativa en la vida de su padre. Me trataba con respeto, como si de verdad fuera su madrastra, y yo… ya no podía hacer nada para cambiarlo.
Con el tiempo, lo que más temía pasó. Dejé de luchar. Ya no recordaba quién era antes, porque ahora me había convertido en lo que el señor Ramírez quería. Me complacía en todo, me vestía como él me decía, y lo peor de todo… lo disfrutaba. Mi mente, al igual que mi cuerpo, había sido moldeada para desear lo que él quería que yo deseara.
Al final, había dejado de ser el mejor amigo de Jorge. Ahora, era su madrastra: la bimbo que su papá había creado para cumplir todos sus deseos. Y lo peor de todo es que, en el fondo, ya no quería volver a ser quien era antes.
Excelente historia, podrias hacer una historia con muchas imagenes de este video: https://es.pornhub.com/view_video.php?viewkey=65d13e77836f0 sobre dos amigos, uno gordo que le roba el sexy cuerpo a la esposa de su amigo y los dos juntos planean un viaje donde terminan haciendo permanente el cambio, porque su amigo lo prefiere a el y no a su antigua esposa (podrias agregar que hablen sucio y que cuando su amigo el gordo [en el cuerpo de su esposa] lo convenza de que lo llame por su nuevo nombre, cambie tambien en la hisoria, por ejemplo,
ResponderEliminarMarco: Que rico culo tienes, Jorge..
Jorge: Recuerda que ahora debes llamarme por mi nuevo nombre cabron...no queremos que nos descubran y le tengamos que devolver el cuerpo a la puta amargada de tu esposa, yo soy mejor que ella, no lo crees??
Marco: Ohh sin duda, "Angela"🤤
Angela: Asi me gusta "cariño"😘
***
Disculpa si es mucho pedir, pero seria una historia genial, gracias :3
Si
Eliminar