Isaac siempre había sido un empleado leal, casi indispensable para su jefe, Roberto. Cuando la invitación para la reunión de exalumnos de la escuela secundaria llegó, Roberto se sintió atrapado. Era el primer evento importante desde su divorcio, y la idea de asistir solo le pesaba. Ver a sus antiguos compañeros, muchos de ellos con esposas e hijos, solo remarcaría su fracaso matrimonial. Ahí fue cuando Isaac, en un gesto más que profesional, le ofreció una salida: una pastilla experimental que permitiría no solo intercambiar de género, sino también progresar en edad para coincidir con la de Roberto. Isaac se ofreció para tomar la pastilla, transformarse en una mujer y acompañar a Roberto como su esposa.
Roberto, al principio escéptico, terminó aceptando la oferta. La idea era simple, casi brillante: Isaac se convertiría en “Eva”, una mujer madura y elegante que haría que Roberto se viera bien frente a sus antiguos compañeros. No habría preguntas incómodas, solo admiración por su “nueva” esposa.
Isaac tomó la pastilla esa misma mañana. Lo primero que sintió fue un calor intenso recorriendo su cuerpo. Se miró al espejo mientras su piel cambiaba, volviéndose más tersa, mientras su cuerpo se moldeaba en nuevas curvas. Sus facciones se suavizaron, sus hombros se estrecharon, y su cintura se afinó. En cuestión de minutos, Isaac ya no existía; en su lugar, Eva se miraba al espejo, una mujer de unos cuarenta años, con una figura que exudaba elegancia y confianza.
Eva, vestida con un ajustado atuendo de mujer madura, caminó al lado de Roberto mientras ambos se dirigían de la reunión. Los pasos que daba en sus tacones resonaba por todo la habitación, aunque en su mente aún se acostumbraba a su nuevo cuerpo. Podía sentir el roce del vestido en su piel, la forma en que sus caderas se movían con cada paso, y cómo el peso de sus pechos balanceaba ligeramente.
"Te ves espectacular", le susurró Roberto al oído mientras entraban solos, haciendo que Eva sonriera y fingiera una risita coqueta, una habilidad que le resultaba sorprendentemente natural en su nuevo cuerpo.
Al llegar a la reunión, Eva adopto su papel, como la mujer de Roberto intercambindo sonrisa con los demas conocidos de roberto.
Durante la velada, Eva se mezcló con las demás esposas, compartiendo anécdotas inventadas, metiendodose tan en su papel que nadien sospechaba nada. riendo con comentarios ligeros, y asentando cuando era necesario. Se sorprendió de lo fácil que era actuar como si siempre hubiera sido mujer. La conversación giraba en torno a temas como el hogar, las rutinas de ejercicio, y los hijos. Eva, aunque no tenía hijos, supo navegar la charla inventando detalles que parecían encajar perfectamente.
A medida que la noche avanzaba, Isaac, escondido detrás de Eva, comenzó a sentir una extraña comodidad en su nuevo rol. Había algo liberador en no ser él mismo, en poder experimentar el mundo desde una perspectiva completamente diferente.
Al salir de la reunión, ambos estaban visiblemente aliviados. "Lo hiciste perfecto, Eva", le dijo Roberto con una sonrisa. "Nadie sospechó nada, realmente eres una mujer increíble."
Eva asintió, aún sintiendo la adrenalina de la actuación. Sin embargo, mientras el auto avanzaba por la carretera oscura, una inquietud se instalaba en su pecho. Había disfrutado más de lo que esperaba ser Eva. Y aunque sabía que todo era temporal, no podía evitar una pequeña parte de ella que deseaba seguir siendo esa mujer segura de sí misma.
Roberto rompió el silencio. "Sabes... me has recordado lo que es tener a alguien a mi lado, alguien que realmente se preocupa por mí." Su tono era suave, casi vulnerable, lo cual sorprendió a Eva. "Había olvidado lo que era... estar casado, tener a una mujer como tú. Te pagaré bien por esto, Isaac, lo prometo. Mañana, cuando todo termine, te devolveré a la normalidad."
Pero esa promesa nunca se cumpliría.
De repente, un destello en la carretera. Roberto giró el volante bruscamente para evitar a un ciervo, y el coche salió de control. El impacto fue brutal. Cuando el auto finalmente se detuvo, el silencio invadió el ambiente. Roberto, aturdido pero ileso, miró a su lado y vio a Eva inconsciente, su cabeza descansando sobre el volante.
En el hospital, los médicos confirmaron que Eva había sufrido un golpe en la cabeza que le causó amnesia. Despertó al día siguiente, desorientada, con una sensación de vacío. Roberto estaba junto a ella, con una mezcla de preocupación y oportunidad en su mirada.
"Hola, Eva", dijo con suavidad, tomando su mano. "¿Recuerdas algo?"
Eva lo miró, confundida. "No... no recuerdo nada... solo mi nombre... Eva."
Fue entonces cuando Roberto vio su oportunidad. Con una sonrisa maliciosa, le dijo que era su esposa. Inventó una historia sobre su vida juntos, sobre los momentos felices que habían compartido, y cómo habían estado juntos durante años.
Eva, sin más información que los que Roberto le proporcionaba, no tuvo más remedio que creerle. Aceptó su papel de esposa sin cuestionarlo demasiado, confiando en el hombre que afirmaba haberla amado toda su vida.
Meses Después
Con el paso del tiempo, Eva se acostumbró a su nueva vida. Se convirtió en la esposa perfecta para Roberto. Cocinaba, limpiaba, y lo complacía en todo. Su cuerpo, ahora completamente femenino, se movía con naturalidad en su rol de ama de casa. Usaba vestidos elegantes, maquillaje sutil, y se aseguraba de que Roberto siempre estuviera satisfecho.
Aunque no recordaba su pasado, en su interior sentía que su vida era casi demasiado perfecta. Un sueño recurrente la atormentaba cada noche. En ese sueño, veía a un joven llamado Isaac, un chico que sentía que conocía, pero cuyo rostro nunca podía ver claramente. A veces, el nombre "Isaac" flotaba en su mente, pero lo descartaba rápidamente, convencida de que era solo una ilusión.
Roberto, por su parte, disfrutaba de su nueva vida. No solo había logrado tener a Eva a su lado, sino que también la estaba presionando para que tuvieran un bebé. Roberth no sabia si esta eva podia quedar embarazada pero de igual manera iba disfrutar intentándolo.
Por su parte, Eva, aunque intrigada por la idea, sentía una leve incomodidad cada vez que Roberto mencionaba el tema. Algo dentro de ella le decía que no todo era como parecía.
Pero, a pesar de las dudas y los sueños extraños, Eva había decidido ignorar todo y abrazar su nueva vida. Después de todo, Roberto la cuidaba, la amaba, y le proporcionaba una vida cómoda. ¿Qué más podía pedir?
Sin embargo, en lo más profundo de su ser, algo de Isaac aún permanecía enterrado, esperando una oportunidad para salir a la superficie. ¿Pero llegaría esa oportunidad algún día?...
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