Luca nunca hab铆a esperado que una simulaci贸n de realidad virtual lo atrapara de esa manera. Al principio, hab铆a entrado por pura curiosidad, buscando una distracci贸n de su mon贸tona vida real. Quer铆a algo diferente de los mundos de fantas铆a llenos de batallas 茅picas o la acci贸n fren茅tica de los juegos de disparos en primera persona. La oferta de vivir la vida de una ama de casa hab铆a parecido rid铆cula, casi un chiste. ¿Qui茅n querr铆a vivir una vida virtual dedicada a tareas dom茅sticas, cocinar y cuidar ni帽os?
Los primeros d铆as en la simulaci贸n hab铆an sido meramente exploratorios. Luca se hab铆a re铆do al ver su reflejo en el espejo del ba帽o, donde Jennifer, la mujer que ahora era en el juego, lo miraba de vuelta con su delicado rostro y figura femenina. El movimiento de su nuevo cuerpo era extra帽o al principio: la suavidad de la piel, el peso de sus pechos, la forma en que su cadera se balanceaba con cada paso. Pero poco a poco, el desconcierto inicial dio paso a la familiaridad. Lo m谩s sorprendente fue c贸mo, con cada d铆a que pasaba, Luca comenzaba a sentirse c贸modo en su feminidad. La delicadeza de su nueva forma, la suavidad de su piel, y la gracia de sus movimientos le dieron un sentido de identidad que nunca hab铆a explorado en su vida real.
Todo se sent铆a tan real que comenzaba a ser f谩cil olvidar que estaba en una simulaci贸n. El roce de la ropa suave, el olor del detergente reci茅n usado en los platos, el sonido de los pasos de sus hijos virtuales corriendo por la casa… era todo tan tangible. Luca comenz贸 a perderse en la experiencia. Al principio, solo hac铆a lo necesario para completar las tareas asignadas, pero con el tiempo, se dio cuenta de algo que jam谩s habr铆a anticipado: encontraba satisfacci贸n en lo mundano.
Cuidar de la casa, asegurarse de que cada cosa estuviera en su lugar, organizando la ropa y preparando las comidas para su familia virtual, le proporcionaba una sensaci贸n de logro. En su vida real, Luca nunca hab铆a sentido esa paz. Su trabajo en el mundo real era mon贸tono, su apartamento estaba descuidado, y no ten铆a una vida social que lo llenara. Todo parec铆a pasarle por encima sin dejar huella, mientras que, en la simulaci贸n, cada tarea terminada le daba un sentido de prop贸sito.
Una tarde, mientras doblaba la ropa reci茅n lavada, se detuvo a observar sus manos femeninas movi茅ndose con agilidad. Not贸 c贸mo cada pliegue en la tela se suavizaba con sus movimientos, y c贸mo la luz c谩lida del sol de la tarde entraba por la ventana del dormitorio. Le sorprendi贸 darse cuenta de lo tranquilo que se sent铆a en ese momento. Era una calma que nunca hab铆a experimentado en su vida fuera del juego. La simple rutina de las tareas cotidianas le daba algo que nunca hab铆a sabido que le faltaba: control.
Pero la satisfacci贸n no se limitaba a las tareas. Luca hab铆a comenzado a disfrutar de la relaci贸n con los personajes virtuales de la simulaci贸n. Emma y Leo, sus hijos virtuales, le hab铆an robado el coraz贸n. Al principio, solo eran personajes secundarios, pero pronto se encontr贸 sonriendo al ver sus travesuras o preocup谩ndose cuando llegaban tarde de la escuela. Aunque sab铆a que no eran reales, la conexi贸n emocional que hab铆a desarrollado con ellos era innegable. Sent铆a el deseo de protegerlos, de asegurarse de que siempre estuvieran felices. Era un tipo de amor que nunca hab铆a experimentado antes.
El marido virtual de Jennifer, Max, tambi茅n empez贸 a ocupar un lugar central en su mente. Aunque Luca sab铆a que Max era solo un conjunto de c贸digos, la manera en que le hablaba, la forma en que lo miraba, hac铆a que algo dentro de 茅l se removiera. Era extra帽o. Jam谩s hab铆a pensado en hombres de esa manera, pero aqu铆, en esta vida virtual, la relaci贸n con Max lo hac铆a sentir querido, necesario. Cada vez que Max llegaba a casa del trabajo y lo saludaba con un beso en la mejilla, Luca sent铆a una oleada de satisfacci贸n recorriendo su cuerpo. Sab铆a que no era real, pero eso no lo hac铆a menos poderoso.
Una tarde, mientras cocinaba para la cena, Luca se dio cuenta de lo feliz que se sent铆a en ese rol. Con el delantal atado a la cintura y los ingredientes dispuestos cuidadosamente en la encimera, se dej贸 llevar por la rutina. El sonido de la sart茅n chisporroteando, el aroma del guiso cocin谩ndose, la sensaci贸n de mover su cuerpo con confianza y gracia por la cocina… todo lo hac铆a sentir completo. No hab铆a estr茅s, no hab铆a presi贸n. Solo una paz abrumadora. A medida que se mov铆a por la cocina, comenz贸 a apreciar la feminidad de su nuevo rol. La suavidad de su cabello al caer sobre sus hombros, la forma en que su cuerpo se mov铆a con una gracia natural, y la manera en que la ropa le ajustaba perfectamente, todo lo hizo sentir m谩s conectado con su nueva identidad.
Esa noche, mientras Max y los ni帽os estaban sentados en la mesa, Luca los observ贸 mientras charlaban animadamente sobre sus d铆as. Emma estaba contando una historia divertida de la escuela, mientras Leo asent铆a con una sonrisa y Max miraba a Luca con ternura. Aunque sab铆a que no era real, Luca sinti贸 algo c谩lido y suave crecer dentro de su pecho. Esa escena, tan com煤n y cotidiana, le proporcionaba una felicidad que no hab铆a encontrado en el mundo exterior.
Cuando lleg贸 la hora de desconectarse, Luca dud贸. En la vida real, no ten铆a a nadie esperando por 茅l. No hab铆a cenas familiares, ni conversaciones llenas de risa, ni afecto sincero. Solo el silencio de su peque帽o apartamento y la rutina de un trabajo que no lo satisfac铆a. En cambio, aqu铆, como Jennifer, ten铆a todo lo que siempre hab铆a anhelado sin saberlo: amor, pertenencia, prop贸sito.
Cada vez que regresaba a la simulaci贸n, se quedaba un poco m谩s. Poco a poco, comenz贸 a cuestionar la necesidad de regresar a su vida real. ¿Por qu茅 lo har铆a? Aqu铆, en su vida virtual, ten铆a todo lo que siempre hab铆a querido. ¿Por qu茅 no pod铆a esta vida ser su realidad?
El limite entre lo virtual y lo real comenz贸 a desdibujarse. Y, cada partida, se hac铆a m谩s dif铆cil para Luca encontrar razones para desconectarse...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opini贸n es inportante para el equipo del blog, puesdes cometar si gustas ⬆️⬇️