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sábado, 1 de febrero de 2025

Atención...


Cuando me transformé en una chica gracias a un hechizo mágico, decidí aprovechar la oportunidad y vivir mi nueva vida femenina con todas las implicaciones que eso traía. Desde que salí del seguro refugio de mi departamento, me di cuenta de lo que realmente significa ser una mujer en este mundo.



Mi primer día explorando mi nueva identidad fue... toda un experiencia. Mientras caminaba por la calle, notaba cómo las miradas se cruzaban conmigo. Al principio, las ignoraba, pero pronto me di cuenta de que no solo eran curiosas, sino llenas de un tipo de interés que nunca había experimentado antes. Fue una sensación extraña, pero fascinante, cuando la gente te mira es por algo y supongo que soy una belleza. 


Sin embargo, fue en el gimnasio donde todo se volvió realmente intenso. Al entrar, sentí como si todos los ojos de la sala se posaran sobre mí. No era solo un par de miradas furtivas, sino observaciones descaradas, evaluaciones. Los chicos no se molestaban en disimularlo, y aunque al principio me sentí algo incómoda, pronto comprendí que era el precio por tener este nuevo cuerpo.


Varios se me acercaron. Algunos con sonrisas nerviosas, otros con un aire de confianza, como si ya supieran exactamente cómo lograr lo que querían. Un par de ellos intentaron hablar de manera casual, preguntándome si necesitaba ayuda con los ejercicios y maquinas. Otros, sin rodeos, comenzaron a ofrecerme consejos sobre cómo mejorar mi rutina, aunque sentía que en realidad solo estaban buscando una excusa para seguir conversando. Y luego estaban los que no perdían tiempo: directamente me pedían una cita, como si mis ojos estuvieran solo allí para verlos a ellos....


Lo sabía perfectamente, sus intenciones no eran sutiles. Mi larga y sedosa cabellera rubia, el cuerpo curvilíneo que comenzaba a descubrir, no los engañaba. Sabía lo que querían. No eran tontos, y tampoco lo era yo. Aunque sus palabras parecían inocentes, todo era una fachada. Sus gesto, sus mirada, estaba cargado de deseo, y no me costaba adivinar que lo que buscaban, en última instancia, era llevarme a la cama...


No obstante, no me dejé llevar. Rechacé educadamente, pero con firmeza, a todos los que se me acercaron. No iba a ser parte de esa dinámica de objetos deseables. No, no era tan ingenua como para caer en esa trampa.


Pero, para ser completamente honesta conmigo misma, había algo dentro de mí que disfrutaba de toda esa atención. No lo diría en voz alta, ni lo compartiría con nadie, pero era una realidad innegable. Esa era la clase de atención que jamás habría recibido como hombre. Ser deseada, ser mirada, no solo por mi aspecto, sino por lo que era ahora… me resultaba extraño, pero de alguna manera también me complacía. La sensación de poder que venía con ser el centro de atención me hacía sentir viva de una forma que nunca imaginé.