El sol baña mi departamento con una luz dorada y cálida. Camino descalza sobre el suelo frío, sintiendo cada paso con una extraña mezcla de emoción y placer. Ser una mujer es maravilloso. El roce de mi camisón de seda sobre mis caderas anchas, el balanceo natural de mis senos al moverme… todo es exactamente como siempre lo deseé.
Miro el reloj. 5:30 pm. Mi esposo llegará pronto. Una sonrisa coqueta se dibuja en mis labios pintados de rosa. Debo preparar la cena… pero primero, una ducha.
Camino hacia el baño con una sensualidad natural, esa que al principio me costaba imitar pero que ahora fluye sin esfuerzo. Me planto frente al espejo y observo la mujer que me devuelve la mirada. Dios… soy hermosa.
Deslizo los tirantes de mi vestido y dejo que caiga suavemente a mis pies. Mi reflejo me deja sin aliento. Mis caderas son redondas y llenas, mis pechos firmes y generosos, mi cintura delgada y mi piel suave como la seda. No puedo evitar tocarme, recorrer con las yemas de mis dedos mi vientre plano, mi cintura estrecha, el volumen tentador de mis senos. Este cuerpo es mío. Lo compré. Me pertenece.
Entro en la ducha y dejo que el agua caliente resbale sobre mi piel. Con las manos enjabonadas, acaricio mis pechos, disfrutando la sensibilidad de mis pezones al endurecerse bajo mis propios toques. Bajo mis manos por mi abdomen hasta mi vagina, sintiendo su calor, su suavidad, su feminidad absoluta. Nada queda del hombre que fui. Ahora soy una mujer completa, por dentro y por fuera.
Me tomo mi tiempo, disfrutando el placer de ser yo misma. Cuando termino, salgo del agua envuelta en vapor, mi piel brillante y perfumada. Me seco con cuidado, deleitándome con cada roce de la toalla contra mi cuerpo.
Camino a la habitación y escojo un camisón blanco de encaje, delicado y casi transparente. La tela acaricia mis pezones y se desliza sobre mi trasero redondo mientras me muevo. Me miro en el espejo y sonrío. Soy la esposa perfecta. Sensual, femenina, completamente sumisa para mi marido.
En la cocina, enciendo la estufa y comienzo a cocinar. Mientras revuelvo la sartén, miro mi reflejo en el vidrio de la ventana. Por un instante, la nostalgia me invade…
Hace tres años…
Cuando recibí la herencia de mi abuela, supe que era mi oportunidad. Siempre había sentido que mi cuerpo no me correspondía. Ser un hombre nunca me hizo feliz. Pero con ese dinero, todo cambió.
Busqué la mejor clínica de intercambio y compré el cuerpo perfecto. Joven, fértil, de curvas exquisitas y una belleza natural que haría suspirar a cualquier hombre. Adaptarme fue un placer absoluto: aprender a caminar con tacones, a maquillarme, a vestir ropa ajustada… sentirme deseada por los hombres fue la experiencia más erótica de mi vida.
Hasta que lo conocí a él. Mi esposo. No le conté nada de mi pasado. Para él, siempre fui esta mujer. La mujer de la que se enamoró.
El sonido de la puerta interrumpe mis pensamientos. Mi marido ha llegado.
Me giro y lo veo enmarcado en la puerta, su mirada devorándome. Camina hacia mí con paso firme, su presencia masculina llenando el espacio. Me toma de la cintura, me aprieta contra su cuerpo y me besa profundamente.
—Hueles delicioso… —susurra contra mis labios.
—Gracias, cariño. La cena está lista…
—Después —dice con una sonrisa traviesa.
Sus manos descienden por mi espalda, acariciando mis curvas, recordándome lo pequeña y femenina que soy en comparación con él. Mi corazón late con fuerza. Dios, cómo amo sentirme así.
Me toma en brazos y me lleva a nuestra alcoba, depositándome en la cama con delicadeza. Me quita el camisón lentamente, disfrutando de cada centímetro de mi piel desnuda. Sus labios encuentran mis pezones, su lengua los acaricia, enviando ondas de placer por todo mi cuerpo. Soy suya. Soy una mujer para él.
Me abre las piernas y su lengua baja, provocándome gemidos de placer. Este cuerpo fue diseñado para ser una mujer, para disfrutar como una mujer. Y cuando finalmente me penetra, no hay nada más en el mundo. No hay pasado, no hay recuerdos. Solo yo, su esposa, recibiéndolo, disfrutándolo, entregándome a él.
Grito su nombre cuando llega al clímax, llenándome con su semilla. Últimamente hemos hablado de tener un bebé, y la idea me excita tanto como el sexo mismo. Dormirme con su esencia dentro de mí me hace sentir más mujer que nunca.
5:30 am. El despertador suena. Nos despertamos juntos, entre besos y caricias. Antes de levantarnos, hacemos el amor de nuevo, más lento, más tierno. No hay prisa.
Nos duchamos juntos, riendo bajo el agua caliente. Después, bajo a la cocina con solo un camisón puesto, sintiendo la mirada de mi esposo sobre mi cuerpo mientras preparo el desayuno.
Él se despide con un beso antes de irse al trabajo, y yo me quedo en casa, haciendo las tareas del hogar. Soy su esposa. Su mujer. Y pronto, la madre de sus hijos.
Sonrío con satisfacción. Soy todo lo que siempre quise ser.
La vida que siempre soñé.
Y las imágenes?
ResponderEliminarAh, no les puese... perenme, en una rato lo arreglo
ResponderEliminarSeguimos esperando
ResponderEliminarNotó que hay actualizaciones en el blog,pero no se ve nada al final, ahora con falta de imagenes y post visibles cada tanto... siento que se esta orillado a otro blog abandonado o de menos relevancia :(
ResponderEliminarEsque no eh tenido teimpo de hacer las actualizaciones 😅😅😅
EliminarYo digo que lo dejes tal cual como esta, sin imágenes es mejor y hace que leerlo sea otra experiencia.
ResponderEliminarNo digas mamadas
Eliminar😂😂😂 no eh busacdo una imagena adecuada
EliminarYa la buscaste;-;?
Eliminarya sube la imagen!
ResponderEliminaresperando imagen
ResponderEliminarla cap que nunca llego :v
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