🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

domingo, 29 de diciembre de 2024

La Dama de las Lomas



Nunca pensé que robar esa casa cambiaría mi vida para siempre. Me llamo—o me llamaba—Julián. No era un santo, eso lo sé. Vivía al día, sin oportunidades, haciendo lo que fuera necesario para sobrevivir, y aquella noche parecía perfecta para un golpe grande. Había estado vigilando la mansión por días. Los dueños parecían estar fuera, y con las luces apagadas, pensé que sería fácil entrar, tomar lo que pudiera y desaparecer.


La puerta trasera estaba sorprendentemente abierta, como si me estuvieran esperando. La casa era enorme, como de película. Cada rincón gritaba lujo: pisos de mármol, cuadros caros, muebles elegantes. Pero lo que más me llamó la atención fue el dormitorio principal. En el centro había un tocador enorme lleno de joyas, más de lo que podría cargar en toda mi vida. Cadenas de oro, anillos con piedras brillantes, un collar de perlas que parecía valer más que todo mi barrio.


No pude resistirlo. Me probé uno de los anillos, un enorme diamante que parecía relucir más de lo que debería. Luego me puse el collar y, mientras me miraba en el espejo, algo extraño pasó. El reflejo no era mío.


—"¿Quién…?" —murmuré, pero mi voz sonaba diferente, más aguda, más… femenina.


El espejo comenzó a brillar, y una sensación extraña recorrió mi cuerpo. Mis dedos se adelgazaron, mis brazos perdieron su dureza, y mi piel se volvió suave como la seda. Mi pecho comenzó a hincharse, y en un abrir y cerrar de ojos, mis pantalones y mi camisa desaparecieron, reemplazados por un vestido caro y ajustado. Sentí mis caderas ensancharse, y cuando intenté moverme, mis pasos resonaron en el mármol gracias a los tacones que ahora llevaba puestos.


Me miré en el espejo, y ahí estaba ella: una mujer rubia, de unos cuarenta años, con curvas generosas y un aire de sofisticación. Intenté gritar, pero lo único que salió fue un susurro elegante:


—"¿Qué me está pasando?"


Una voz, suave pero imponente, resonó en mi cabeza:


—"Querías lo que no te pertenecía. Ahora es tuyo. Vive tu nueva vida."


Y así fue. La transformación no solo cambió mi cuerpo, sino todo a mi alrededor. De repente, yo era Julieta de la Mora, una señora de Las Lomas, propietaria de esa mansión.


Mi nueva vida...


Al principio, fue aterrador. Mis recuerdos seguían intactos, y cada vez que alguien me llamaba "señora de la Mora", sentía que estaba totalmente desubicado. Pero poco a poco, algo dentro de mí comenzó a disfrutarlo.


Mis días ahora estaban llenos de lujos con los que fantaseaba. Las empleadas me traían café por las mañanas mientras planeaba mis actividades: yoga, reuniones sociales, cenas elegantes. En cada rincón de mi vida, había riqueza y comodidad.


—"Señora, ¿desea que prepare el coche para su clase de zumba?" —me preguntó mi chofer una mañana.


—"Sí, gracias, Arturo" —respondí automáticamente, sorprendida por lo natural que sonaba mi voz.


Aunque conservaba mis recuerdos como Julián, mi nueva vida era demasiado buena para dejarla ir. Cada vez que me miraba al espejo, veía a una mujer poderosa, elegante, alguien que tenía todo lo que siempre quise.


Sin embargo, a veces, sentía algo extraño. Como si el espejo me estuviera observando, como si esa fuerza que me transformó aún estuviera ahí, vigilándome. Pero, sinceramente, ya no me importaba. Había dejado de ser Julián, y ahora era Julieta de la Mora, y en esta vida acomodada, no necesitaba nada más.


La vida como Julieta de la Mora no solo era lujosa, sino compleja, y cada día parecía desenterrar una nuevos detalles alos cuales tenia que soportar. Pronto descubrí que no solo era una mujer rica, sino también una esposa… y madre.


Mi "marido", Esteban, era un hombre imponente, con un porte que irradiaba poder y seguridad. Al principio, casi como si estuviera programado to actuba como su esposa cuando el esta cerca. Como si también recordara momentos que nunca viví y actuar como si lo conociera desde siempre. Lo más inquietante era la intimidad. Aunque intentaba evitar cualquier cercanía física, Esteban era afectuoso, incluso apasionado, lo que me hacía sentir bastante fuera de lugar con emociones contradictorias.


Una noche, mientras cenábamos a la luz de las velas, Esteban tomó mi mano y me miró con una mezcla de amor y preocupación.


—"Julieta, has estado tan distinta últimamente. Más callada, más reservada. ¿Todo está bien?"


Forcé una sonrisa mientras mi corazón se aceleraba.


—"Claro, amor. Solo he estado reflexionando. A veces, la vida nos lleva por caminos inesperados, ¿no crees?"


Él asintió, pero sus ojos mostraban dudas.


Además de Esteban, estaban mis "hijos": Camila, de 16 años, y Santiago, de 10. Aunque al principio me aterraba interactuar con ellos, pronto descubrí que, de alguna manera, sabía cómo ser su madre. Camila era rebelde y desafiante, mientras que Santiago era más dócil y buscaba mi atención constantemente.


Un día, mientras ayudaba a Camila con deveres escolar, me di cuenta de que disfrutaba el rol maternal más de lo que esperaba. Su confianza en mí, aunque basada en una mentira, era algo que nunca había experimentado como Julián.


Sin embargo, no todo era perfecto. La casa parecía tener vida propia, a veces, sentía algo extraño. Como si el espejo me estuviera observando, como si esa fuerza que me transformó aún estuviera ahí, vigilándome. Pero, sinceramente, ya no me importaba. Había dejado de ser Julián, y ahora era Julieta de la Mora, y en esta vida acomodada, no necesitaba nada más.





No hay comentarios:

Publicar un comentario

Tu opinión es inportante para el equipo del blog, puesdes cometar si gustas ⬆️⬇️