Desde pequeño, las historias sobre el linaje divino de mi familia me parecían fantasías absurdas. Pero una noche, todo cambió. Una figura luminosa apareció en mi habitación mientras dormía. Su voz resonó como un eco profundo, cargado de autoridad y deseo.
"Tu tiempo ha llegado. Es hora de que renazcas como la nueva deidad del placer. Prepárate para aceptar tu verdadero destino."
Antes de que pudiera responder, una oleada de calor recorrió mi cuerpo, transformándolo desde las entrañas. Mi piel comenzó a brillar con una perfección sobrenatural, mis músculos se suavizaron y mis hombros se estrecharon. Mi pecho ardía con intensidad, y al mirar hacia abajo, fui testigo de cómo mis pectorales se transformaban en unos senos enormes, firmes y redondeados.
La figura habló mientras los admiraba, con temor y misticismo:
"Esos senos tuyos no son solo adornos, son el símbolo de tu poder divino. Cargados de una energía capaz de atraer, consolar y someter a cualquiera que los contemple."
El calor descendió hasta mis caderas, que comenzaron a ensancharse en un arco perfecto. Mi trasero creció, convirtiéndose en una curva generosa y llamativa, diseñado para provocar y satisfacer. Mi cintura se afinó, acentuando cada centímetro de mi nueva silueta.
"Tu trasero," continuó la voz, "es un trono digno de adoración. Firme, voluptuoso y preparado para recibir el éxtasis más profundo. Tu cintura, delgada como una obra de arte, está diseñada para resaltar tu feminidad y atraer miradas como un imán."
Mi rostro cambió, mis labios se hincharon hasta convertirse en una boca carnosa, tentadora, perfecta para encender los deseos más oscuros.
"Esos labios tuyos son armas divinas," declaró. "Capaces de dar placer oral como ningún mortal jamás soñaría. Cada beso será un festín de éxtasis."
Finalmente, una presión cálida se centró entre mis piernas y detrás de mí. Sabía que mi cuerpo había cambiado completamente.
"Tu vagina," coronada por delicados y finos vellos que son símbolo de madurez y feminidad," dijo la figura con voz reverente, "es un templo sagrado de placer, diseñado para otorgar éxtasis y recibir adoración.". Puede llevar a dos hombres al éxtasis simultáneamente, mientras tu ano, firme y listo, está preparado para ser tomado y dar placer a quien tenga la suerte de adorarte."
"El semen, desde ahora, será el néctar más dulce que probarás," continuó la figura, "una fuente de vitalidad divina que nutrirá tu cuerpo y potenciará tu esencia como diosa del placer."
Mi respiración era pesada. Mi cuerpo entero estaba vivo con una energía que nunca antes había sentido. Cada curva, cada centímetro de mi piel exudaba deseo y sensualidad.
El entorno cambió, y me encontré en un palacio celestial decorado con mármol blanco y sedas rojas, inundado con la fragancia de rosas y miel. Frente a mí, un espejo gigante reflejaba la imagen de la mujer en la que me había transformado. Una diosa de curvas imposibles y belleza abrumadora.
"Bienvenida, Aphrodesia," susurró la voz, ahora más suave pero igual de intensa. "Eres la nueva diosa del placer. Con tu cuerpo perfecto y tus dones divinos, llevarás éxtasis a mortales y dioses por igual. Este es tu propósito eterno."
Observé mi reflejo y sonreí, dejando que mis manos recorrieran las curvas que ahora definían mi existencia. Si este era mi destino, estaba más que lista para cumplirlo.
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