Hace una década, mi vida tomó un rumbo inimaginable. A los 25 años, era chico ambicioso con sueños y aspiraciones. Sin embargo, mi destino cambió radicalmente cuando fui víctima de una organización turbia que aprovechó un extraño virus que generó una brecha de género en algunas partes del mundo, especialmente en el continenteasiatico sobretodo en el pais del sol naciente. La estadística reveladora era desoladora: por cada diez bebés que nacían, solo uno era una niña.
Con el paso del tiempos la población masculina superaba en número a la población femenina, ai es donde entre la empresa...
Un di simplemente fui secuestrado y sometido a un proceso de transformación a través de tecnología nanoviral. Atado a una silla, vi cómo mi cuerpo cambiaba gradualmente. Mis rasgos masculinos desaparecieron, dando paso a curvas femeninas y un nuevo yo emergió frente a un espejo y el cambio de sexo no fue unico, sino tambien tube un cambio de etnia, Me convertí en María Nagai, la futura esposa de Taki Nagai, hijo de un acaudalado hombre de negocios, el Sr. Nagai.
Mi llegada a la familia Nagai no fue por elección, sino por imposición. Conocí al Sr. Nagai, mi futuro suegro, quien me informó de mi "invitación" a la familia con el propósito de convertirme en la esposa de su hijo y darle descendencia. Taki, consciente de la situación incómoda, intentó hacer lo mejor posible para que me sintiera cómoda en esta nueva identidad.
Dos semanas después, participé en una ceremonia de bodas única, llevando un vestido de novia y compartiendo un beso y baile que, aunque incómodos al principio, marcaron el comienzo de nuestra unión. Nuestra noche de bodas fue diferente a lo convencional, más centrada en la conversación y el entendimiento mutuo que en el intento de procrear para complacer a mi suegro.
A pesar de la peculiaridad de esta situación, Taki se convirtió en alguien de confianza. El fue fundamental para aceptar y adaptarme en esta vida, En nuestra búsqueda de la felicidad, construimos un hogar. Con el tiempo, mi resistencia inicial a aceptar mi nueva realidad se desvaneció. Me convertí en mujer, no solo físicamente, sino también en términos emocionales. Taki y yo compartimos afecto y finalmente, me enamoré profundamente de él. El año siguiente, mi aceptación plena se consolidó cuando descubrí que estaba embarazada de nuestra primera hija.Hoy, diez años después, Aunque el pasado me sigue afectando, Taki ha demostrado que la felicidad es posible incluso en circunstancias inesperadas. Estoy agradecida por todo lo que ha hecho y, como su esposa amorosa, lo acompañaré en una cena importante con nuestros tres hijas y una cuata en mi vientre.
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