Después de la extraña transformación desencadenada por la misteriosa gripe del género, mi vida tomó un giro inesperado. En mi nueva forma, más femenina y de estatura más baja, mis padres, arraigados en sus valores conservadores, tomaron medidas para asegurarse de que me adaptara a su visión del mundo.
Fui apartado de los chicos, aislándome socialmente y limitando mis interacciones a las chicas. Esta nueva dinámica impuesta por mis padres no solo cambió mi perspectiva social, sino que también llevó a una sobreprotección marcada. Mi madre, preocupada por mi bienestar y siguiendo sus creencias, me llevaba cada semana al ginecólogo para asegurarse de que conservara mi virginidad en esta nueva realidad.
A lo largo del primer año en esta vida transformada, experimenté una mezcla de emociones, desde la confusión inicial hasta la adaptación a las nuevas dinámicas sociales impuestas por mis padres.
A pesar de las estrictas prohibiciones de mis padres sobre acercarme a chicos, mi descontrol hormonal alimentaba mi creciente deseo de desobedecerlos. Cada interacción con un chico desataba la ira de mis padres, y aunque insistían en la importancia de conservar mi pureza, sus creencias conservadoras chocaban con mi propia exploración de esta nueva realidad.
Me encontraba atrapado en problemas familiares cada vez que me aventuraba a hablar con chicos, enfrentando sermoneos sobre la virtud y las expectativas impuestas por su perspectiva tradicional. A pesar de escuchar sus consejos, mi mente y emociones divergían, creando un conflicto interno entre las restricciones impuestas y mi deseo innato de vivir mi vida sin las cadenas de las creencias conservadoras.
La paranoia de mis padres por mantenerme alejada de los chicos de mi edad los llevó a contratar a un viejo amigo de mi padre, un experimentado ex marino, para que actuara como mi guardia personal. Esta medida resultó ser una molestia, ya que me vigilaba las 24/7. Al poco tiempo, nadie se atrevía a acercarse para entablar una conversación, temerosos de que "mi guardia" los atacara.
Mis hormonas se desbordaban, la autosatisfacción ofrecía un alivio momentáneo, pero un instinto incontrolable me impulsaba. Entre la lucha de las restricciones familiares y mis deseos innatos, me enfrentaba a un conflicto interno que desafiaba mis propios límites.
Pronto me di cuenta de un vacío legal que había pasado desapercibido hasta el momento. Al percatarme de que este ex marino, quien actuaba como mi guardaespaldas y estaba a mi lado las 24/7, podría ser una vía para romper la monotonía impuesta por mis padres, decidí explorar una conexión más profunda.
Con sutileza, comencé a tejer una red de tentación a él. Cada día, cuando nos quedábamos solos en casa, mi actitud se volvía más provocativa yprocuraba usar ropa muy revelandora, desafiando las restricciones y probando los límites de nuestra relación profesional.
La frecuencia de quedarnos solos en casa aumentó. En esos momentos, mi comportamiento se volvía más atrevido y seductor, creando un ambiente propicio para explorar nuestras conexiones más allá de las restricciones familiares. Mis gestos provocativos y mi actitud juguetona alimentaban la creciente tensión entre nuestras responsabilidades y los deseos que comenzaban a emerger.
Sabía que no se podía resistir a este atractivo y pequeño cuerpo de inocente chica, si me tocaba y tomaba mi virginidad sabía que todo esto terminaría y mis padres tenian que aceptar esto, y porfin sería libre ya que con tratar al marino fue su idea... Un plan perfecto
Aunque la situación era compleja, aumentaba la tensión entre mis deseos personales , sus manos en mi tracero se sintio muy liberador. Pronto hable con el, En un tono más abierto, le hable de mi creciente te deseo sexual y como mis padres me hacían sentir en una completa castidad , Le expresé sinceramente mis deseo de tener sexo... y que e era el único hombre cerca para complafer eses deseo... pude ver cono en se pantalón un leve bulto cresia en su entre pierna...
De un tirón me bajo los apredos shorts que traía, hiso au nladp mi ropa interior y separo mis glúteos, esponiedo mi parte trasera, y dijo has pensado en hacerlos por atrás... yo le dije que no, que por ai no se hacia, notablemente el coño humedo, no esparBa esa pregunta por parte de él
Pero lo que me dijo después que me empihara e haciendo que caiga de apolando me con las rodeas y las palma de mis manos, el suspiro y dijo te va adoles pero te va a gustar.
Sentó su caliente pene ente mis glúteos, peseinnando mi ano, con el paso de los segusndo la.duwza cedía, si que to podía hacer algo el esta sobre mi...se ti un liquedo viscoso en mi tracer, su fluido preseminal, pronto ya no aguante más y cedía su penetración....Mi culo estaba hambriento y se deboraba toda la polla de ese tipo
En medio de esta intrincada red de paaiones prohibidas y La búsqueda de libertad se entrelazaba con enfrentar las consecuencias de mis acciones, mientras navegaba por un territorio desconocido lleno de secretos y deseos ocultos.
Me trató como una muñeca de trapo, hizo lo que el queri con mi ano, pero me gustaba la sensación de ser tomada,
En medio de una compleja amalgama de humillación y placer, una sensación liberadora se gestaba en mi mente. Experimentaba una mezcla de emociones desconcertantes, pero, paradójicamente, la sensación de tranquilidad se apoderaba de mí al sentir si polla entró y saliendo mi ano
Esta choque entre la humillación y el placer, aunque desconcertante, parecía ofrecer una forma peculiar de liberación. En este espacio íntimo, las barreras y las expectativas de mis padres se desvanecían, permitiéndome explorar una autenticidad que hasta entonces había sido restringida pero de form de que no quebrantada mi boto de perder mi virginidad al menos no el de mi vagina.
Al final del día, sentía dolor en mi trasero, una sensación similar a cuando has entrenado intensamente. No podía sentarme con comodidad, como si hubiera llevado a cabo un esfuerzo físico intenso. A pesar del malestar, la necesidad de más persistía en mí, como si la experiencia hubiera encendido una chispa que despertaba un deseo aún más profundo. En este vacio legal de confusión, buscaba comprender y reconciliar las contradicciones internas que surgían de esta liberación cautiva entre la humillación y el placer...
A pesar de la incomodidad y el dolor persistente en mi trasero, la experiencia continuada de mantener esa posición se volvía humillante y placentera a la vez.
Cada vez que podíamos teniamos sexo anal a escondidas..
La humillación se meclaba con el placer, creando emociones complejas. Sentirme vulnerable y expuesto de esa manera desencadenaba un placer peculiar, una liberación que se fundía con la incomodidad física. La repetición constante de esta situación se volvio en nuetro secreto.
Al final de la semana, como era costumbre, mi madre me llevó a la consulta con la ginecóloga para mi chequeo de rutina. Durante la visita, noté en la expresión de la ginecóloga cierta complicidad, como si supiera más de lo que revelaba. Sin embargo, en un gesto discreto, me guiñó un ojo minetras le decia. Mi madren aun consevava mi virginidad, indicándome que mi secreto estaba a salvo con ella.
En ese momento, la sensación de alivio se mezcló con la incertidumbre. Aunque me sentía protegido por la complicidad de la ginecóloga, el peso de mantener este secreto frente a mi madre y las expectativas familiares seguía presente.
Pero yo segurti con lo mío, ahora con el resido de la doctora mi única preocupación era no quedar embarazada 🤰
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