Hace 10 años, yo era un joven llamado Leo que vivía en un tranquilo pueblo, rodeado de un exuberante bosque. Mi espíritu aventurero y mi amor por la naturaleza me caracterizaban, y disfrutaba de los días soleados de verano. Pero un giro inesperado cambió mi vida para siempre.
Un día, decidí explorar más allá de los límites del pueblo, aventurándome profundamente en el bosque. Mientras exploraba los densos árboles y los rincones misteriosos, encontré un extraño artefacto antiguo en el suelo, un amuleto. Sin pensarlo mucho, lo recogí y lo guardé.
La noche siguiente, algo extraordinario ocurrió. Una luz deslumbrante me envolvió mientras dormía. Al despertar, me di cuenta de que mi cuerpo había cambiado de una manera inimaginable. Había sido transformado en una mujer.
La furia y el desconcierto me consumieron. Me resistí con todas mis fuerzas a aceptar mi nueva identidad y viví un período de aislamiento en el bosque. Odiaba ser una mujer y todo lo que conllevaba. Desde el uso de vestidos hasta las expectativas sociales impuestas, parecía que mi vida se había convertido en un laberinto de complicaciones y desafíos.
Sin embargo, con el tiempo, comencé a encontrar mi lugar en este nuevo mundo. Descubrí que, a pesar de mi nueva forma, mi esencia y mis habilidades seguían siendo las mismas. Determinada a no permitir que mi género me definiera, decidí aprender a lidiar con las expectativas sociales y a vivir la vida de la manera que yo eligiera.
A medida que los años pasaron, me convertí en una defensora de la igualdad de género y una inspiración para muchas personas en el pueblo.
Diez años después de la maldición que me cambió de género, mi vida había evolucionado de manera notable. Había adoptado un rol tradicional como esposa, dedicándome al cuidado de mi esposo y mis hijos con un alto grado de compromiso y dedicación. Mi rutina diaria se centraba en las tareas de la casa, incluyendo la preparación de comidas, la limpieza y la atención a las necesidades de mis hijos.A pesar de la monotonía de la rutina y las múltiples responsabilidades que asumía, encontraba un profundo amor y satisfacción en mi nueva vida. Mi relación con mi esposo había crecido y se había fortalecido con el tiempo, y mi papel como madre me brindaba una alegría inmensa. Cada día estaba lleno de la satisfacción de criar a mis hijas.
Cada mañana, el suave toque de mi despertador marcaba el inicio de mi día. Me levantaba temprano, con la misma emoción de dar los buenos días a mi esposo, Daniel. Juntos compartíamos un desayuno tranquilo antes de que yo me apresurara a preparar algo delicioso para mis dos adorables hijas, Emily y Sophie. Me aseguraba de que estuvieran listas para la escuela, ayudándolas a peinarse y elogiando sus elecciones de ropa.
Un día, mientras las niñas disfrutaban su cereal, Daniel me abrazó por detrás y susurró, "Lauren, eres increíble. No sé cómo lo haces todos los días". Sonreí y le respondí, "Es fácil cuando tienes una familia maravillosa como la nuestra".
El resto del día estaba repleto de tareas domésticas. Cada mañana, me sumergía en la rutina de cuidar y mantener mi hogar con un nivel de perfección impecable. La limpieza se había convertido en una especie de arte para mí, y dedicaba tiempo y atención a cada detalle. Cada superficie brillaba, y cada rincón estaba impecable.
Lavaba y doblaba la ropa con un cuidado meticuloso. Cada prenda se trataba con cariño, como si fuera una reliquia preciosa. Mis manos trabajaban con destreza y paciencia, asegurándome de que cada camisa, pantalón o vestido quedara sin arrugas y listo para ser usado.
Cuando llegaba la hora de cocinar, lo hacía con pasión. Cada plato se preparaba con amor y dedicación. La cocina era mi santuario, y los aromas que llenaban la casa eran una invitación a disfrutar de una comida deliciosa y reconfortante.
A pesar de la rutina diaria, mi esfuerzo se veía recompensado cada 10 de mayo. En ese día especial, Daniel, mi esposo, hacía un esfuerzo adicional para expresar su amor y gratitud por todo lo que hacía. Cada año, ese día se volvía más significativo y especial para nosotros. Daniel me sorprendía con regalos pensados con cariño, hermosas flores que iluminaban la casa y dulces gestos de afecto que me hacían sentir amada y apreciada. Era un recordatorio de que, a pesar de la rutina de las tareas domésticas, nuestra relación seguía siendo especial y llena de amor.
A pesar de la inmensa carga de trabajo, encontraba gratificación en cada detalle de mi día a día. En las noches, después de que mis hijas estuvieran en la cama, Daniel y yo nos relajábamos juntos. La mirada de Daniel, llena de amor y admiración, me recordaba constantemente por qué había decidido amarlo. Nuestras veladas incluían conversaciones, risas y, a menudo, abrazos y besos robados que avivaban la chispa de nuestro romance.
Una noche, mientras veíamos una película, Daniel tomó mi mano y dijo, "Lauren, eres la razón por la que mi vida es tan hermosa".
Le sonreí y le respondí, "Y tú eres la razón por la que me siento completa".
Después de ese momento de pasión, nos quedamos abrazados en la intimidad de la habitación, nuestros cuerpos aún palpitando con el eco de nuestra entrega apasionada. La luz tenue de la luna filtrándose por la ventana acariciaba nuestras pieles entrelazadas.
Nos miramos a los ojos, compartiendo un silencio lleno de amor y complicidad. Las palabras eran innecesarias; nuestras almas se habían comunicado a través de nuestros cuerpos y se entendían perfectamente. Tratabamos de no hacer .ucho ruido, En ese momento, el mundo exterior quedó en segundo plano, y solo existíamos nosotros, dos amantes entregados por completo al amor y la pasión que habíamos compartido esa noche.
Fue un instante mágico en el que el tiempo se detuvo, y nuestro amor se profundizó aún más. Juntos, nos sumergimos en el abrazo cálido de la noche, sabiendo que ese amor apasionado nos uniría para siempre.
El se deslisaba dentro de mi con una ternura y pasión indescriptible.
Después de compartir ese momento íntimo y apasionado, nuestros suspiros se entrelazaron con suavidad. Con una sonrisa tierna, susurré: "Te amo más que nunca, mi amor". El con los ojos llenos de cariño, respondió: "Y yo a ti, de una manera que es indescriptible".
Nos quedamos en silencio por un instante, disfrutando de la conexión especial que habíamos forjado. Luego, con un tono de complicidad, añadio: "Cada vez que nos entregamos de esta manera, siento que nuestro amor crece aún más profundo".
Asentí con gratitud y acercándome a el, lo besé con ternura, sellando nuestro amor apasionado con un gesto dulce y apasionado.
todo era perfecto. pero No solo me dedicaba a mi marido, sino que también era un faro de sabiduría y orientación para otras mis hijas Sentadas alrededor de la mesa de la cena, compartía historias de mi propia vida y les brindaba consejos. Les enseñaba a ser fuertes, independientes y compasivas, inspirándolas
En una ocasión, mientras preparaba la cena, Emily se acercó y preguntó: "Mamá, ¿cómo logras hacer todo esto y siempre estar tan feliz?". Me acerqué junto a ella y le dije: "Lo hago porque los amo más que a nada en este mundo, y eso me llena de alegría".
En otra ocasión, después de una de esas conversaciones,sophie preguntó, "Mamá, ¿alguna vez deseaste volver a como eras antes?". y le dije, "Hubo un tiempo en que lo deseé, pero ahora no cambiaría nada de mi vida actual".
En mis momentos de tiempo libre, disfrutaba de salir con mis amigas, donde las conversaciones giraban en torno a temas propios de "señoras". Sobretodo, me encantaba hablar de mis recuerdos del embarazo de Emily. También recordaba con cariño el momento en que descubrí que esperaba a Sophie. Cada patadita en mi vientre me llenaba de un amor abrumador y una anticipación emocionante.
También me gustaba ir de compras e ir al salón de belleza con mis amigas, donde pasábamos innumerables horasnpara arreglarlo el cabellos olas uñas. Otra cosa que amaba hacer era dedicarle tiempo era cuidar mi jardín y mantenerme en forma a través del ejercicio regular, lo que me daba la energía necesaria para enfrentar cada día. Otras veces pasaba tiempo madre e hijas con Emily y Sophie. Aquellos momentos compartidos con mis hijas eran verdaderamente especiales. A menudo, después de un largo día de trabajo.
Me había convertido en una mujer atractiva, lo que a menudo atraía la atención de otros hombres debido a mi atractivo físico. Mis rasgos delicadamente esculpidos y mi cabello sedoso parecían magnetizar las miradas a mi paso. Sin embargo, esta atracción no siempre resultaba en experiencias agradables. En situaciones incómodas, hombres desconocidos intentaban coquetear conmigo o me lanzaban miradas insistentes
Un día, mientras caminaba por el parque, un hombre se acercó y dijo, "Eres hermosa. ¿Te gustaría tomar un café conmigo?". Le sonreí y respondí, "Gracias por el cumplido, pero estoy felizmente casada".
Aunque los rechazaba amablemente, estas situaciones me recordaban las complejidades de la vida como mujer.A pesar de estas situaciones incómodas, mi corazón solo latía por mi marido, y no tenía ojos para nadie más.
A lo largo de los años, había aprendido a amar cada aspecto de lo que inicialmente había odiado en mi nueva vida. Mis recuerdos de embarazo y la maternidad eran tesoros invaluables que me hacían apreciar aún más mi emocionante vida como esposa y ama de casa.
Meses más tarde🍃
La mañana comenzó como cualquier otro día en mi vida. Despedí a mi esposo, con un beso antes de que partiera hacia su trabajo. El sonido de las risas de mis dos hijas llenaba la casa mientras preparaba el desayuno y ayudaba con sus tareas escolares.
El día fue relativamente tranquilo
Sin embargo, a medida que el dia pasaba, la ausencia de mi marido se volvía inquietante su hora de llegada se habia aplazado.
Mis hijas comenzaron a preguntar por su papá. "Mamá¿Dónde está papá?", me preguntó la menor de ellas, con ojos curiosos y preocupados.
Traté de forzar una sonrisa. "papá tuvo que salir de la ciudad por trabajo, cariño, pero volverá pronto. Mientras tanto, ¿por qué no nos preparamos para la cena?"
Pero en mi interior, una inquietante sensación de temor comenzó a apoderarse de mí. Las horas pasaron, y el sol se puso en el horizonte. La preocupación crecía a medida que el tiempo avanzaba. Entonces, mi teléfono sonó, y una voz misteriosa al otro lado afirmó tener a mi esposo bajo resguardo.
"Tenemos a tu esposo, señora. No se preocupe, está a salvo por ahora," dijo el misterioso hombre al teléfono.
Mi corazón latía con fuerza. "¿Quién eres? ¿Qué has hecho con mi esposo?"
El hombre respondió, su voz ligeramente familiar pero no inidentificable. "lo que quiero, señora, es una cita contigo. En el elegante restaurante del centro de la ciudad. Vístete con tu vestido más elegante y ven sola."
Estaba en una encrucijada, luchando entre mi compromiso matrimonial y la urgente necesidad de asegurar el regreso de mi esposo. "pero no entiendo por qué..."
El hombre me interrumpió, "No haga preguntas. Tienes tres horas para llegar al restaurante. Y recuerda, no involucres a la policía o podría ser el último día que veas a tu esposo."
Después de una intensa reflexión, decidí aceptar la propuesta del hombre misterioso, aunque no podía evitar sentir un escalofrío por la voz familiar. Mientras me dirigía hacia la cita, mi mente se llenaba de preguntas. "¿Quién eres? ¿Por qué estás haciendo esto?"
Finalmente, llegué al restaurante, nerviosa, y un hombre elegantemente vestido me esperaba en una mesa. "Señora Lauren, gracias por venir," dijo.
"¿Dónde está mi esposo? ¿Por qué estás haciendo esto?"
El hombre suspiró. "No No puedo responder a tus preguntas ahora. Primero, quiero que entiendas que no te haremos daño a ti ni a tu esposo. Estamos aquí con un propósito."
Lo miré con determinación. "Necesito respuestas. ¿Por qué hiciste que viniera aquí?"
Finalmente, el hombre habló. "Recuerdas ese día en el parque, cuando te hice ese cumplido, Lauren? He esperado mucho tiempo para tener esta cena contigo."
Me quedé pasmada, la noche se avecinaba llena de incertidumbre, pero estaba lista para enfrentar lo que fuera necesario para asegurar el regreso de mi esposo y descubrir la verdad detrás de este misterio, especialmente ahora que el hombre misterioso resultaba ser alguien del pasado.
Mientras cenábamos en el restaurante, la incomodidad se apoderaba de mí, y anhelaba que esta experiencia llegara a su fin. No hubo risas compartidas ni momentos románticos genuinos, solo una tensión constante. Al final de la velada, con determinación, me atreví a hablar: "Necesito saber lo que esperas de mí para ayudar a mi esposo, pero quiero que todo esto termine lo más pronto posible."
El hombre misterioso, con una sonrisa sugerente, respondió: "Estoy seguro de que juntos podemos resolver este misterio, pero, ¿qué dices de continuar esta conversación en un lugar más privado?" Mi pulso se aceleró ante su sugerencia audaz.
preocupada, le susurró al oído: "No me gusta esta idea, pero haré lo que sea necesario para ayudarte a encontrar a mi marido". A regañadientes, asentí, consciente de que estábamos entrando en un terreno peligroso por el bien de mi esposo.
A pesar de la tensión en el aire y mi dilema moral, sus palabras dejaron claro que sus intenciones.
Con un nudo de nervios en el estómago, decidí seguir adelante para obtener información sobre mi esposo. Manteniendo las apariencias, le dije al hombre misterioso: "Sí, creo que es una buena idea continuar esta conversación en un lugar más privado. Vamos a otro lugar."
El hombre asintió con satisfacción y se levantó. Juntos, salimos del restaurante como si fuéramos una pareja, tratando de mantener la fachada de normalidad. Caminamos por la noche hacia un hotel cercano, donde la tensión se hacía más palpable en cada paso.
A medida que nos adentrábamos en el hotel, sabía que estábamos cruzando una línea peligrosa, pero mi determinación por encontrar a mi esposo superaba cualquier dilema moral. Con el corazón latiendo con fuerza, seguía adelante, consciente de que lo peor aún estaba por llegar.
Una vez solo en la habitación
El muy hijo de puta, trataba de tirarse un lance conmigo y claramente lo mostraba con su proceder descarado.
"Podrríamos dejar todo como esta, Sabes que me gustas mucho y si accedieras a no ser tan arisca conmigo al menos una vez no le diríamos nada a tu esposo de esto"
"Estoy lejos de ser la puta que quieres que sea".
"Darme afecto una vez, bien vale la pena y no serás por eso una puta".
Me quedé en silencio, pensando en mi esposo, mis hijas, y nuestro futuro. Él, cruzado de piernas, esperaba mi reacción.
Sin moverse de su lugar y sonriendo maliciosamente me dice:
"Maldito seas " le dije y sonó como una afirmación a su propuesta.
"Sacate la ropa. Quiero ver como lo haces "
"No sabes cuánto te odio"
"Hazlo que me muero por verte hacerlo y tenerte alfin murmuró.
Con sumo cuidado y un latente nerviosismo en mi interior, mis dedos se movieron con languidez sobre los diminutos botones de mi blusa, desprendiéndolos uno tras otro, como si el tiempo se hubiera detenido. Lo observé atentamente, sus ojos centelleando con un deseo insaciable, mientras cada botón caía y la tela se abría, revelando el misterio que yacía debajo. Cada momento de ese lento despojo parecía prolongarse, creando una tensión palpable que nos envolvía, haciéndome sentir como si estuviera al borde de un precipicio, a punto de dejarnos caer en la pasión desenfrenada que ansiábamos compartir, a pesar de los nervios que electrificaban el aire., él con la vista brillándole no perdía detalle."Sácate el resto"
dijo sin moverse todavía.
"Eres despreciable"
Con manos temblorosas, descendí la cremallera de mi falda, y con un nudo en la garganta, la dejé caer suavemente sobre la suave alfombra. Me encontré en medias y sujetador, sintiendo una intensa mezcla de vergüenza e incomodidad. El silencio se volvió casi insoportable mientras permanecía allí, en la intimidad de esa habitación, con mi mirada esquivando la suya, como si mi desnudez repentina me dejara vulnerable y expuesta. Cada prenda abandonada en el suelo marcaba el avance de una pasión incontenible, pero también la lucha interna entre la timidez y el deseo que se agitaba en mi interior.
Lentamente me recostó en el enorme sillón. Le deje hacer sin oponer resistencia. Había llegado a un punto sin retorno y no dejaba de algo excitarme el ser deseada de esa manera por otro que no fuera mi marido.
Besó mis pechos y chupaba mis pezones con frenesí. Puso frente a mis labios su enorme y rígido pene. Lo excitada que estaba, hizo que le succionara apasionada.
Abriendo mis piernas, se ubicó frente a mí y lento, muy lento, me fue comiedo el coño. Yo, estaba tan excitada que mi entrega era total. El hombre que hacía un momento me parecía despreciable, ahora me enloquecía de lujuria y placer.
Una pasión desesperada me nublaba el razonamiento, y aunque mi deseo ardía con intensidad, el hecho de estar con otro hombre amenazaba con romper los votos matrimoniales que había hecho con mi esposo. Él respondía a cada uno de mis pedidos con un fuego que desafiaba los límites de la decencia, y yo, atrapada entre el anhelo y la moralidad, temía que cada caricia fuera una traición a mi esposo. Después de todos esos juegos de seducción, me recosté en el sofá, con el conflicto moral aún palpable en mi mente. Trataba de ocultar mis sentimientos fingiendo desagrado, como si repudiara la idea, mientras luchaba por esconder el deseo que amenazaba con consumarme. En ese pequeño momento de intimidad, hacía un esfuerzo sobrehumano para que mi amante no notara que, a pesar de todo, disfrutaba en secreto. Los recuerdos de los momentos compartidos con mi esposo continuaban atormentándome, desgarrándome entre el deseo abrumador, mi lealtad jurada y la fachada que intentaba mantener.
una vez más me abrió las piernas apunto su polla ami coño pero antes que pudiera penetrarme tape mi coño con mis palamasy le dije
"mi coño es exclusivamente para mi marido, si te dejo dejo tomarlo estaria faltando a mis votos matrimonioales"
El hombre frunció el seño, su expresión cambió de placentera a disgustado.
"Pero mi culo, aun es virgen, pues tomarlo siempre y cuando me devuelvas ami marido"
Tuvimos sexo anal, cosa que jamás había practicado, trataba de ocultar mis gemidos, pero era initul, el hecho de que otro polla que no fuera la de mi marido se delisaba dentro de mi me hacía exiterme más y más.
Quedamos tendidos en el sillón, empapados en jugos vaginales, orgasmos y eyaculaciones. Y temine con el culo bien boquiabierto y lleno de su semen.
"Espero que cumplas tu promesa. Pero será esta la única vez que lo haremos". Me calenté como hacía mucho no lo hacía y me dejaste muy satisfecha
contestó "siempre cumplo mis promesas".
staba tan cansada que me quede dormida en ese cuarto al despertar estába al lado de el nada más yo desnuda y el también, mi ropa tirada por el suelo me levante muy arrepentida y avergonzada de todo lo que habia
Nos bañamos juntos y antes de vestirnosnuevamente lo hicimos, nuevamente mi teléfono sonó el inconfundible tono de llamada de mi hija mayor, aunque yo quiera contestar en esta posición poco o nada podía yo hacer. Justo cuando el se corrió y alfin me sacó su pene de mi tracero con mis pocas fuerzas traté de ir a contestar pero cuando llegue el teléfono y había dejado de sonar...
Cómo se llama la actriz?
ResponderEliminarLauren phillips
Eliminar