Me enfrentaba a la segunda pubertad con cierta preparación. Un parientes mio al igual que yo había sido diagnosticado con la misma Condición unos meses atrás, así que no fue una sorpresa cuando mi visita al médico, el Dr. Sánchez, confirmó que yo también llevaba el gen correspondiente. Sin embargo, mi corazón dio un vuelco al escuchar el resto de la noticia.
Resulté ser uno de los pocos afectados por la segunda pubertad que experimentaría un variación de envejecimiento acelerado durante la transformación.
Sánchez me explicó que mi esperanza de vida seguiría siendo la misma, pero mi cuerpo se quedaría estancado con la apariencia de una mujer de unos treinta años durante los próximos 25 años, aproximadamente, hasta que mi edad real alcanzara mi edad física.
La noticia me golpeó con fuerza. Imaginé cómo sería vivir con una variante que mis amigos solían bromear llamando "Maduración prematura". Cada detalle de mi futuro, ahora incierto, se volvía más nítido en mi mente.
Mis pensamientos se desbordaban con imágenes de cómo sería enfrentar el mundo con la apariencia de alguien mucho mayor de lo que realmente era, Pensé en las miradas extrañas y los comentarios sin filtro de la gente que no entendía mi condición y La perspectiva me hizo sentir una mezcla de miedo y resignación mientras me enfrentaba a un futuro que, de repente, se veía muy diferente.
¿Cómo encontraría la aceptación en un mundo que valora la juventud y la belleza cuando mi apariencia contradecía mi edad real de manera tan drástica.
Me preguntaba si las relaciones personales cambiarían, si la sociedad sería comprensiva o si me verían con ojos de lástima. La idea de navegar por la vida con este desafío único, y me cuestionaba constantemente cómo podría forjar una identidad en un mundo que a menudo juzga por las apariencias.
Cuando sentí que se avecinaban mis cambios unas semanas más tarde, todavía tenía la esperanza de que el médico estuviera equivocado. La transformación comenzó como esperaba. Los senos grandes y suaves, típicos en las mujeres de mi familia, hicieron notar su presencia, creciendo un poco más cada día. Cada vez que tocaba mi cabello que rozaba mis hombros, sentía la textura suave y sedosa, una parte integral de los ajustes que mi cuerpo estaba experimentando.
Pero una sensación en la boca del estómago me decía que mis cambios no habían terminado. Durante los días siguientes, el cuerpo al que apenas empezaba a acostumbrarme se veía más viejo en el espejo cada mañanaen, en apariencia envejesi de los 15 a los 30.
A medida que avanzaba la transformación, noté otros cambios inesperados. Comencé a perder centímetros de altura, mi cuerpo encogiéndose sutilmente, mientras ganaba peso más fácilmente. Simultáneamente, la sombra de mi masculinidad se fue desvaneciendo progresivamente, como una mermelada que se derrite en el sol del cambio. Este proceso, aunque desafiante, añadió otra capa de complejidad a mi experiencia, redefiniendo no solo mi apariencia física, sino también mi percepción interna de género.
Mis pechos firmes comenzaron a hundirse un poco, y noté que se formaban finas arrugas, y fue hasta Ai que llegaron el envejecimiento, una aparienciamoderada, senti un gran alivio po no tenr la aparienciade una anciana. Pero gané algunos kilos más alrededor del pecho y las caderas, supe que terminaría con el cuerpo de una mujer madura. Ahora me parecía más a una herma menor de mi madre que a mi hermana, llevando con orgullo la herencia genética que me unía a ellas.
Aunque una parte de mí se alegraba de que la mujer del espejo todavía fuera extremadamente atractiva para su edad, la aceptación de mi nueva apariencia me traía cierto consuelo. No pude evitar sentir una compleja mezcla de emociones al ver cómo mi imagen evolucionaba día tras día, como capítulos de un libro que revelaban mi historia de vida.
Uno de los desafíos más molestos fue tener que cambiar todo mi guardarropa. La necesidad imperante de adquirir vestidos, blusas, pantalones y, lo más difícil, encontrar sostenes de mi nueva talla, se convirtió en una tarea que, aunque inevitable, representaba una adaptación constante a mi transformación. La búsqueda de prendas que reflejaran mi nueva identidad y se ajustaran a mi cuerpo en evolución se volvió una travesía complicada.
Además, me encontré enfrentando dificultades para realizar tareas que antes realizaba sin ningún problema, todo debido al peso extra de mis pechos. Actividades cotidianas que solían ser simples ahora requerían un esfuerzo adicional, lo que añadió una capa más de ajuste a mi vida diaria.
Promoverme llevaba las miradas de propios y extraños cuando salía a la calle, convirtiéndose en un acto valiente y desafiante. La atención de la sociedad, a veces llena de prejuicios y miradas curiosas, se volvió una realidad con la que tuve que aprender a lidiar en mi camino hacia la aceptación y la autenticidad.
Ajusté mi estilo de vida para adaptarme a mi cuerpo en constante cambio y me enfrenté a la inevitable curiosidad y juicio de quienes me rodeaban. Los encuentros con amigos y familiares se volvieron momentos delicados, llenos de miradas furtivas y preguntas incómodas que desafiaban mi determinación.
Intentaba mantener mi amistad de siempre al ver a mis amigos, pero sus miradas se clavaban en mi nuevo frente, imposible de esconder. No los culpaba; la cosa habría sido rara hace nada. A pesar de mi apariencia nueva, tiraba chistes y compartía anécdotas, tratando de conservar la esencia que me caracterizaba, como si la nueva fachada no cambiara lo que siempre fui.
Pero bueno, resulta que mis ojos se iban por otro lado. Pasaba más tiempo en la casa de mi pana Mike. No porque quisiera hacer tiempo, ni por que fuera mi mejor amigo que me comprendio mas en esta situación, sino porque siempre encontraba alguna excusa para ver a su padre, Pedro. Pedro era alto y bien puesto, con esa presencia que te deja pensando. Cada vez que lo veia, sentía mariposas en el estómago porque su mirada se quedaba en mi nuevo cuerpo un par de segundos más de la cuenta.
En medio de mi propio enredo emocional, me preguntaba: ¿Pedro sentiría algo parecido o era solo cosa mía?.
Y bueno, este cambio que sufrí también influía. Había estado pensando en otras cosas, como la masculinidad del padre de Mike, que de alguna manera llamaba mi atención, pero ya no era una simple admiración. La transformación que experimenté me hacía cuestionar y explorar aspectos de mi identidad que antes ni me planteaba. Aunque, claro, trataba de no hacer notar que me sentía atraída de alguna manera
Trataba de no ceder ante estos impulsos femeninos y no dejarme llevar, pero las miradas intensas entre nosotros no pasaban desapercibidas. Me hacían cuestionarme si acaso había algo más allí, más allá.
En nuestras ocasionales charlas, Pedro y yo nos metíamos en temas más profundos. Hablábamos de sueños, experiencias de vida, y mientras nuestra relacion se iba poniendo más fuerte, la línea se volvía cada vez más borrosa. Las miradas intensas y las sonrisas compartidas generaban una tensión que se podía sentir en el aire, como si estuviéramos a punto de cruzar una línea que cambiaría las cosas.
La incertidumbre se volvía más Profunda, mientras seguía con mi rutina diaria y Con Mike, compartía mis dudas y preocupaciones, buscando su consejo y apoyo mientras intentaba entender estas nuevos emociones, deseos y expectativas. Claro sin decirle directamente. ¿Cómo iba a salir ileso de este embrollo? La incertidumbre era como una nube que flotaba sobre cada paso que daba.
Con el pretexto de una fuerte tormenta que me obligó a quedarme en casa de Mike, pasé la noche allí nuevamente. Al amanecer, decidí darme una ducha rápida, dejando que el agua caliente recorriera mi nuevo cuerpo, sus gotas creando un suave tintineo al caer en la bañera. Mientras la corriente caía, mi mente divagaba nuevamente hacia el padre de Mike, y apreté los dientes, deslizando mi mano entre mis muslos para sofocar cualquier gemido, mientras mi piel todavía conservaba la calidez del agua.
Cerré la ducha y, envuelta en una vata suave como una caricia, abrí la puerta del pasillo. Al doblar la esquina, noté la puerta del dormitorio principal abierta al final del pasillo, una invitación visual que me atrajo, sabiendo que Pedro estaba dentro. Mientras caminaba por el pasillo, la alfombra mullida absorbía el sonido de mis pasos, y dudé por un momento cuando debería haber entrado en el dormitorio de invitados. Pero armé de valor y continué hasta el final del pasillo, entrando en la habitación de Pedro y cerrando la puerta detrás de mí con un susurro.
Al darme la vuelta, casi dejé escapar un grito al chocar contra Pedro, sus músculos firmes bajo mis manos femeninas. Su aliento, cálido y lleno de sorpresa, se mezclaba con el mío.
"¿Nicole? ¿Qué estás haciendo aquí?" susurró, sus ojos, oscuros como la noche, mostrando una mezcla de desconcierto y curiosidad.
Mientras recuperaba el aliento, noté con la misma emoción de antes que los ojos de Pedro estaban fijos en mi cuerpo, envuelto que dejaba entrever la delicadeza de mi piel. Era ahora o nunca, pensé. Después de todo, mi cuerpo tenía mucho que recuperar. Sus ojos me recorrieron mientras desabrochaba los tirantes de mi vestido, y este cayó al suelo como pétalos de una flor, revelando mi nuevo cuerpo femenino, esculpido por la luz tenue que se filtraba por las cortinas entreabiertas. La tensión en el aire, una mezcla de sorpresa y anticipación, como el preludio de una melodía aún por tocar.
"No puedo pasar por alto las miradas que me hechaste ayer, ¿por qué no echarle un vistazo adecuado?"
Saqué su polla de los calzoncillos y estaba llena de lo que más adelante supe era el líquido preseminal.Aquel sabor y la cara de pedro cuando me introduje su miembro en la boca jamás se me olvidará
Con mi boca le succionaba la punta del pene y con una mano lo masturbaba y con la otra le acariciaba los testículos. No duró mucho cuando mandó su cuerpo hacía adelante provocando que me metiera todo su pene en mi boca y ¡pum! este señor se ha podido venir en mi boca, ya en ese punto teniendo su pene bien adentro de mi boca estaba dispuesta a recibir todo su semen.
Él alucinó con mi reacción, seguí chupando tan fuerte que en 30 segundos me avisó que se iba a correr, pero no sé por qué, no pude parar de mamar aquella polla y se corrió en mi boca.
Yo me lo tragué todo y seguí mamando hasta que su polla quedó completamente limpia y flácida dentro de mi boca. Me preguntó que por qué había hecho eso y le dije que porque me apetecía.aunque debo decir que tiene un sabor extraño entre ácido y amargo, debo confesar que su sabor me pareció lo más delicioso que había probado, me fascinó ese liquido espeso, cremoso y calentito, que acababa de salir de las entrañas de tan buen hombre, que calmó mi sed de mujer, pero me fascinó más ver la cara de éxtasis de mi agradecido amante
Depues de eso me tomo de la mano y llevo hasta su habitación, me tumbó sobre su cama, se puso un condón e intentó penetrarme torpemente.
Le costó entrar, pero una vez dentro comenzó a gustarme bastante y como él acababa de correrse aguantó lo suficiente como para que yo, pudiese correrme un par de veces.
Desde entonces y hasta ahora esos tenido esta relación secreta, sin que nadien más que nosotros 2 se entere
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