Mi esposo es encantador y tiene una fascinación especial por mi figura. En ese aspecto, los pantalones ajustados y las faldas cortas son el secreto de la felicidad en nuestro hogar.
Me considero una mujer muy feliz, capaz de satisfacer mis deseos gracias a la situación económica que mi matrimonio proporciona. Además, mi astucia me permite discernir cuándo es el momento de dejar a un lado las tareas domésticas y complacer las necesidades de mi esposo.
Antes de sumergirme en esta vida, me llamaba Rick. Era un chico común, como cualquier otro, hasta que descubrí un extraordinario poder: la capacidad de saltar al cuerpo de otras personas y controlarlas a mi voluntad. Este don inusual transformó por completo mi existencia, llevándome a explorar mundos y experiencias que nunca imaginé posibles.
Pero un día, mi curiosidad y deseo morboso me llevaron a poseer el cuerpo de una nueva amiga de mi madre, la señora Victoria.
Al descubrir a la señora Victoria, quedé fascinado por la magnificencia de su presencia. Con una estatura de 163 cm, su pelirroja melena se deslizaba sobre sus hombros, complementando sus 76 kg de curvas generosas. Sus senos grandes y prominentes, junto con caderas y glúteos amplios, creaban una sinfonía visual de feminidad madura y seductora.
Sin embargo, lo que despertó mi atención no fue solo su apariencia física, sino también la complejidad de su vida cotidiana. Descubrir que era una mujer comprometida con su familia, llevando consigo la responsabilidad de su matrimonio y la crianza de sus hijos, añadió una capa de intrigante complejidad a mi experiencia.
Una curiosidad intensa comenzó a crecer en mí, alimentada por el deseo de sumergirme en la vida de la señora Victoria. Quería explorar sus días, entender sus emociones y desentrañar los secretos que resguardaba en su rutina diaria. ¿Cómo sería vivir desde su perspectiva, compartiendo sus alegrías y enfrentando sus desafíos? Esta interrogante me impulsó a adentrarme aún más en la trama de su vida, desatando un torbellino de emociones y decisiones intrigantes.
Aguardé pacientemente el momento adecuado para poseer el cuerpo de Victoria. Observé su vida desde las sombras, estudiando sus rutinas y esperando el instante propicio para sumergirme en su existencia. La anticipación crecía, alimentada por la intriga y el deseo de experimentar el mundo a través de sus ojos.
El momento propicio llegó y, con una mezcla de emoción y nerviosismo, me sumergí en la vida de Victoria. Experimentar una existencia completamente femenina se volvió una odisea intrigante.
La complejidad se intensificaba al enfrentarme a situaciones como pasar por la menstruación, una experiencia completamente ajena para mi mente masculina. Adaptarme a los cambios hormonales y entender las sutilezas de este aspecto biológico añadía una capa de desafío a mi nueva realidad.
Con cada experiencia femenina que abrazaba, mi mente masculina se veía desafiada por una rica paleta de contrastes. Participar en las compras junto a mi esposo implicaba una danza entre la elección de prendas y accesorios con una sensibilidad femenina que se entrelazaba con mi esencia original. Al mismo tiempo, descubría el arte de cocinar, asumiendo el rol de una madre experta en la cocina.
Afrontar la menstruación se convertía en un territorio desconocido, donde los cambios hormonales y las complejidades biológicas resonaban en una armonía discordante con mi naturaleza masculina. Este desafío añadía capas de complejidad a mi nueva vida.
El dormir con mi esposo no solo implicaba compartir una cama, sino también abrazar la intimidad de una relación marital desde la perspectiva femenina. Aprender a equilibrar la cercanía física con las sutilezas emocionales se volvía un delicado acto de conexión íntima.
Las experiencias femeninas continuaban desafiando y contrastando con mi mente masculina. Desde los detalles meticulosos del maquillaje hasta los momentos compartidos en la privacidad del dormitorio, cada vivencia contribuía a la complejidad de mi nueva vida, creando una narrativa única entre las dualidades de los géneros.
Fingir naturalidad en las conversaciones femeninas, ya fueran charlas íntimas con amigas o compartir inquietudes cotidianas, se transformaba en un hábil acto de equilibrio entre autenticidad y la adaptación a las expectativas sociales. Cada día se convertía en un cautivador lienzo de experiencias femeninas que, de manera sorprendente, se entrelazaban y contradecían con mi esencia original, tejiendo así la trama única de la vida de Victoria que ahora habitaba.
"Lo más vergonzoso de esta experiencia es que desde el primer día no pude resistir mis deseos morosos de experimentar la intimidad como mujer. La dualidad de géneros se entrelazaba con la urgencia de satisfacer curiosidades íntimas, llevándome a explorar terrenos desconocidos mientras lidiaba con la complejidad de mantener mi esencia original y, al mismo tiempo, sumergirme en la piel de Victoria.
La sensación era increíble, podía sentir mis entrañas estirándose para acomodar la gran virilidad. Pero eso hizo poco para aliviar el impulso, necesitaba más velocidad y más fricción. Instintivamente comencé a empujar mis caderas y el placer comenzó a fluir por mi cuerpo
Podía sentir mis músculos vaginales apretando alrededor de la polla dentro de mí y, de repente, toda la tensión en el cuerpo desapareció. Una explosión de placer recorrió mi cuerpo y sentí que mis músculos perdían toda fuerza. Mientras me recostaba allí con esa polla llenando con su semen, me di cuenta de algo extraño
La anticipación de compartir momentos íntimos con mi esposo como mujer me impulsaba a adentrarme en un territorio emocionalmente desafiante. Los matices de la conexión física y las emociones entrelazadas añadían una capa adicional de complejidad a mi doble vida.
Cada encuentro íntimo se volvía un acto de equilibrio, donde la expresión de la feminidad chocaba con la conciencia constante de mi identidad original.
La vergüenza se mezclaba con la excitación, creando una experiencia íntima que, a pesar de ser parte de la trama más vergonzosa de mi nueva vida, también se convertía en un capítulo inevitable en esta dualidad.
La vergüenza se mezclaba con la excitación, creando una experiencia íntima que, a pesar de ser parte de la trama más vergonzosa de mi nueva vida, también se convertía en un capítulo inevitable en esta dualidad.
Por otro lado
Sumergirme en los instintos maternales de Victoria fue un viaje revelador. Al explorar su conexión con los hijos, me enfrenté a una complejidad de emociones y responsabilidades que transformaron mi perspectiva. Cada interacción diaria, desde preparar comidas hasta ayudar con la tarea, me permitía abrazar la ternura y la paciencia intrínsecas a la maternidad.
La dualidad de ser Rick y, al mismo tiempo, vivir como Victoria, generaba un torbellino de sentimientos en cada momento con los niños. El instinto maternal se convertía en una fuerza impulsora, desafiándome a equilibrar la autenticidad con el papel de madre que desempeñaba. La lucha interna por mantener mi esencia mientras me sumergía en el rol materno añadía una capa de complejidad a mi doble existencia.
Sentir el vínculo emocional profundo y la preocupación constante por el bienestar de los hijos era tanto un desafío como una revelación. Esta experiencia intensa no solo ampliaba mi comprensión de la vida de Victoria, sino que también aportaba una profundidad emocional única a mi propia existencia.
Poco a poco, lo que comenzó como una curiosidad y morbo se transformó en una verdadera pasión por vivir esta vida. Cada día, la dualidad de ser Rick y Victoria se volvía más intrincada y absorbente, desencadenando una pasión profunda por explorar las complejidades de la existencia femenina.
Descubrir los matices de la feminidad, desde los roles maternales hasta las sutilezas de la vida diaria como esposa, se volvía una fuente constante de aprendizaje y crecimiento personal. La conexión emocional con la vida de Victoria se intensificaba, llevándome más allá de la mera experimentación hacia una inmersión completa en este fascinante juego de roles.
La pasión por vivir esta vida no solo se alimentaba de la excitación inicial, sino que también se nutría de la profundidad y complejidad que cada experiencia aportaba. Cada día se convertía en una oportunidad emocionante de descubrimiento, desafiando mis propios límites y llevándome a lugares inexplorados dentro de esta dualidad de identidades.
La dualidad de roles, entre ser yo y Victoria, se había convertido en la esencia misma de mi identidad. Mis huellas como Rick comenzaban a difuminarse, dando paso a una versión fusionada, donde las experiencias y las emociones se entrelazaban en una trama única. La vida de Victoria se volvía la realidad predominante, mientras que la sombra de Rick se desvanecía en el telón de fondo de esta nueva narrativa que estaba escribiendo con cada elección y cada paso en esta inexplorada dualidad.
Cada día, las líneas entre lo que era antes y lo que era ahora se volvían más borrosas. Abrazar los roles de Victoria se había convertido en más que una elección; era una transformación completa. La pasión por esta vida dual se intensificaba con cada desafío superado y cada conexión emocional forjada. Este viaje, donde yo y Victoria coexistíamos, se volvía una narrativa compleja y fascinante, desdibujando las fronteras entre lo que una vez fui y lo que estaba destinado a ser.
Después de vivir unos meses como la señora Victoria, enfrenté náuseas intensas, vómitos persistentes y una hinchazón preocupante. Con un toque de paranoia, decidí dejar de lado la incertidumbre y acudí al médico.
En la sala de espera, mi mente repasaba la complejidad de mi vida dual hasta ese momento. Cuando el médico soltó la noticia, el impacto fue palpable: estaba embarazada. Las emociones se mezclaron, desde la sorpresa hasta una intriga nerviosa. De repente, la vida de Victoria tomaba un giro inesperado, desafiándome a equilibrar la dualidad de identidades y ahora, las más complejas responsabilidades de la maternidad.
Unas horas más tarde, aquí estás teniendo sexo anal con él, depues de una cena romántica donde le dieron la noticia a resto de la familia, comparten un momento de intimidad.
Siento como su miembro se deliza entre mis entrañas, el arco reflejo de culo succiona su miembro por completo, algo doloroso pero por los siguientes 9 meses así será ya que no pienso usar mi coño hasta después del parto, porque no quiero perjudicar al bebé.Una vez que termianos una vez más, siento su semen dentro de mi, el mismo semen que me embarazo, solo que ahora en emi puerta tracera, con un poco de dificultad voy al baño asearme
Cuando me miro al espejo no podía evitar maravillarme de lo grande que era mi cuerpo: mi figura de curvas destacaba por tu enorme trasero, miss anchas y maternales caderas y mis grandes pechos listos para lactar.
Solía ser un chico, medigo mi misma
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Este fue un entrada inspirada en un comentario hecho en la publicación de la historia "mi cuerpo ideal". Espero se de su Grado
-Dawn
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