Mientras comparten sorbos de café, Martín, con una chispa en los ojos, confiesa su deseo de revivir lo que compartieron. La atmósfera se carga de nostalgia, pero Dinora, con gracia y calma, entrelaza sus dedos con el anillo de compromiso y le revela que ha formado una familia en los últimos años. Describiendo con detalle su matrimonio, la felicidad de ser madre, y cómo su hogar ahora rebosa de risas y amor, Dinora deja claro que ha avanzado en la vida. La cafetería se convierte en testigo de la evolución de Dinora y Martín, cada uno en su propio camino.
Más tarde, Martin, frustrado y con la amargura a flor de piel, abandona la cafetería con pasos pesados. La puerta se cierra tras él, dejando un rastro de tensión en el aire.
Consumido por celos y despecho, Martin decide investigar la vida actual de Dinora. Sumergiéndose en la oscuridad de la red y utilizando sus habilidades de investigación, obtiene detalles sobre su familia, su felicidad y su éxito.
Lleno de amargura, Martin se sumerge en los recuerdos de su época universitaria, recordando los fragmentos de magia oscura que aprendió en ese entonces. Guiado por la rabia y la obsesión, encuentra un hechizo poderoso diseñado para desgarrar la vida de Dinora.
Decidido a hacerle pagar por haber seguido adelante sin él, Martin se prepara para llevar a cabo acciones que amenazarán la paz y la felicidad que Dinora ha construido.
Con maestría mágica, Martín inicia una metamorfosis lenta y progresiva en el hijo de Dinora. Cada día, el joven adquiere rasgos más sutiles de su madre, desde la forma de sus ojos hasta la cadencia de su voz. La transformación no solo afecta la apariencia física, sino también la esencia misma del hijo, fusionándose con los recuerdos y emociones que compartió con Dinora sobretodo los recuerdo de su epoco donde fue la novia de Martín.
A medida que pasa el tiempo, el hijo de Dinora comienza a adoptar gradualmente la apariencia de la madera, pero con una personalidad más intensa. A pesar de los esfuerzos de Dinora por evitarlo, se da cuenta de que no puede hacer nada para detener esta transformación.
Preocupada y frustrada, Dinora busca asesoramiento. Sin embargo, cada intento por revertir o detener el cambio resulta en vano. A pesar de su determinación, Dinora se enfrenta a la dolorosa realidad de que la evolución de su hijo está más allá de su control.
A medida que el hechizo se afianza, el hijo de dinora muestra preferencias cada vez más marcadas por la compañía de Martín. Sus gestos cariñosos y risas cómplices con Dinora se desvanecen gradualmente, reemplazados por una conexión extraña y manipulada con Martín. Dinora, con el corazón roto, observa impotente cómo su hijo, en un giro retorcido de la magia de Martín, comienza a sentir afecto por él en lugar de por su propia madre.
La relación entre madre e hijo se vuelve cada vez más distante. Las actividades familiares que antes disfrutaban juntos se desvanecen, reemplazadas por salidas clandestinas con Martín. La conexión entre madre e hijo se debilita ante los encantos manipuladores de Martín, quien tejía su hechizo no solo en la forma física, sino también en los recuerdos y emociones del joven.
Mientras tanto, Martín continuaba su juego sádico, intensificando la ilusión de amor y conexión con el hijo transformado. Paseos nocturnos, cenas a la luz de las velas y palabras dulces que antes eran compartia con Dinora, ahora eran exclusivas de la extraña pareja formada por el joven y Martín. La casa resonaba con risas falsas y secretos compartidos, mientras Dinora observaba impotente desde la periferia de su propia tragedia familiar.
Con el pasar de los días, Dinora se dio cuenta de que la magia de Martín era demasiado poderosa y compleja para ser desentrañada. Cada intento por liberar a su hijo se convertía en una batalla perdida, y la oscura realidad de su situación se imponía. Aunque su instinto maternal le instaba a luchar, Dinora comprendió con pesar que estaba atrapada en un juego mágico que la superaba.
En un momento de resignación, Dinora tomó la dolorosa decisión de dejar que la venganza de Martín se consumara por completo. Observó desde las sombras mientras su hijo, ahora una copia perfecta de ella misma, se entregaba por completo a la ilusión creada por Martín.La vida perdecta de dinora se convirtió en el escenario de una tragedia familiar, donde la realidad y la ficción se entrelazaban de manera irreversible.
Martín, saboreando su triunfo retorcido, se fusionó emocionalmente con la copia de Dinora, consolidando su venganza. de manera surrealista, y Dinora, desde la periferia de su propia vida, experimentaba el dolor de un final inevitable.
La historia concluyó con Dinora, una sombra de la mujer fuerte y decidida que una vez fue, desvaneciéndose en el crepúsculo de la realidad distorsionada. El sonido de la risa falsa y los secretos compartidos entre el su copia y Martín llenaron el vacío que quedó en la vida de Dinora, quien, resignada, se retiró a la oscuridad de su propia tragedia. Las lágrimas que derramó no solo simbolizaban la pérdida de su familia, sino también el sacrificio silencioso de una madre atrapada en la red de venganza tejida por un pasado oscuro.... y Martín cada día le envía una foto diferente de su hijo, mostrándose las perversión que le hacia...
Xmarilix
ResponderEliminarNunca ví una venganza tan agresiva en mi vida
Me imagino lo que debe de sentir Dinora cada vez que recibe alguna fotografía de su hijo asiendo cosas calientes con el que en algún momento fue su novio
Y más al ver su rostro y cuerpo disfrutar de esos actos carnales y aún cuando sea ella misma o una copia perfecta de ella la que protagoniza los vídeos lo más terrible y doloroso para ella es saber que es su propio hijo el que ocupa el lugar dela mujer en la relación