🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

jueves, 27 de junio de 2024



Cuando el virus de Genro llegó a Tokio, nadie estaba preparado para las consecuencias. Entre los afectados, yo me convertí en mujer. Al principio, la confusión y el miedo eran abrumadores, pero pronto me di cuenta de que no había pasado nada extremadamente negativo. Mi jefe fue comprensivo; mientras pudiera seguir desempeñando bien mi trabajo, no había motivo para despedirme. Esta aceptación en mi lugar de trabajo me brindó un ancla de normalidad en medio del caos.

Mi familia también me apoyó en todo momento. Mi madre, quien siempre había adorado a las niñas, estaba emocionada de tener una hija más. Mi hermana estaba encantada de tener una hermana propia y rápidamente comenzamos a compartir más tiempo juntas, hablando sobre moda, maquillaje y otras cosas que antes nunca habíamos compartido.

En cuanto a mi nueva forma física, me convertí en una mujer un poco regordeta pero con dos grandes, enormes, descomunales senos que atraían miradas dondequiera que iba. Al principio, traté de llevar una vida común como antes: mantener mi trabajo y seguir con mi familia. Pero, las cosas no fueron tan simples.
Un gran cambio fue mi relación con mi novia. Ella rompió conmigo y estaba devastado. Afirmaba que quería un hombre de verdad, no una pin-up con grandes senos como pareja. Ella no era lesbiana y no podía adaptarse a nuestra nueva realidad. Esta ruptura me dejó destrozado y me tomó un tiempo considerable superarlo.
Aunque cuando finalmente lo hice, me enfrenté a una pregunta crucial: ¿Todavía me gustan las mujeres? Durante un tiempo me consideré bisexual, explorando sentimientos hacia ambos géneros. Todo cambió cuando mi hermana me organizó un par de citas a ciegas con chicos. En esas citas, me di cuenta de que en realidad me gustaban los hombres, solo los hombres. Fue una revelación que transformó mi vida amorosa y mi identidad sexual.

Así, comencé a salir de nuevo. Salí con algunos chicos, me ligaron en bares y tuve algunas experiencias sexuales. Recuerdo la primera vez que dejé que un chico jugara con mis senos; fue una mezcla de nerviosismo y excitación. Descubrí que disfrutaba cuando me los chupaban y también otras experiencias más íntimas.



A mi hermana le encantaba mi nueva yo. Siempre me mostraba nuevos lugares para bailar y me presionaba para que fuera a nuevos clubes y me relacionara con chicos. Gracias a ella, descubrí una vida nocturna vibrante y emocionante. Finalmente, sentí que mi vida era normal. Bueno, lo más cerca posible a la normalidad.

De hecho, tengo una cita esta noche. ¿Qué opinas de mi vestido? ¿Qué quieres decir con que podría darle una impresión equivocada? Si no dejo que las chicas (mis senos) salgan a jugar, mi cita podría pensar que no quiero que me folle. Y créeme, realmente quiero perder mi virginidad esta noche.

Cuando llegué a mi cita, me sorprendió ver que era mi jefe, un hombre algo mayor. La cita comenzó algo incómoda, con ambos tratando de mantener la conversación ligera. Sin embargo, después de unas copas de más y con mis impulsos de tener sexo esa noche, terminamos en un "hotel del amor". Fue ahí donde perdí mi virginidad con él. La experiencia fue una mezcla de emociones: nerviosismo, excitación y curiosidad. Después del sexo, comenzamos a hablar y él afirmó que me quería como su esposa. Decía que mis senos y mis caderas eran perfectos y listos para la concepción. Literalmente, me estaba diciendo que quería que fuera su mujer para plantar su semilla en mí. Dijo que si aceptaba, mi vida mejoraría ya que sería la esposa de un exitoso hombre de negocios; nunca me faltaría nada y ya no tendría que trabajar. Luego me pidió que lo pensara.

Después del sexo, nos besamos una vez más. Me vestí y salimos del hotel. Mientras caminaba, sentí una humedad saliendo de mi coño y empapando mis pantis. Era el semen de mi jefe, que me había depositado en el hotel. Caminé hacia una farmacia para comprar una píldora del día siguiente. En eso, antes de llegar a la farmacia, una mujer me detuvo y se sorprendió con el tamaño de mis senos. Dijo: "¡Wow! ¿En serio son reales?"

Luego se presentó. Dijo que era una cazadora de talentos y que veía en mí una gran carrera como modelo de talla grande. Me explicó que podía ganar mucho dinero, pero que tendría que hacer sacrificios, como renunciar a mi vida social, mi tiempo y en parte a mi familia. Dijo que valdría la pena después de todo. Me dio su tarjeta de contacto y me pidió que lo pensara.

Ahora, mientras sostengo la tarjeta en mis manos, me encuentro en esta difícil decisión. ¿Debería aceptar la propuesta de mi jefe y convertirme en su esposa, asegurándome una vida de estabilidad financiera y familiar? ¿O debería seguir mi propio camino y explorar la oportunidad de convertirme en una modelo, enfrentando los desafíos pero también las recompensas de una carrera independiente...







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