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jueves, 13 de junio de 2024

馃啎️Suplantaci贸n caso1




Era una tarde lluviosa cuando Alejandro, un joven de 19 a帽os, descubri贸 un antiguo libro de hechizos en en un caja vieja que anteriormente le pertecia a su abuela. Siempre hab铆a sido curioso y, sin pensar demasiado en las consecuencias, decidi贸 probar uno de los hechizos que promet铆a otorgarle la capacidad de poseer a otra persona. Sin saber qu茅 esperar, realiz贸 el ritual y, para su sorpresa, se encontr贸 dentro del cuerpo de Sara, una de las amigas de su madre.

Sara era una mujer en sus treinta y tantos, casada y con una vida social activa. Al principio, Alejandro utiliz贸 su nueva habilidad por morbo, explorando el cuerpo y la vida de Sara con una mezcla de asombro y culpa. Se sent铆a como un intruso, pero tambi茅n experimentaba una libertad que nunca hab铆a sentido antes.

1: La primera posesi贸n




La primera vez que Alejandro posey贸 a Sara, aprovechando que sabia que sara estaria completamente sola en casa, se encontr贸 en su elegante dormitorio, rodeado de ropa fina y perfumes caros. La sensaci贸n de ser alguien completamente diferente era embriagadora. Lo primero que sinti贸 fue la ausencia de algo en su entrepierna, una sensaci贸n desconcertante pero fascinante. La ropa interior se pegaba a su pubis de una manera 铆ntima y diferente, mientras las varillas del sost茅n sujetaban firmemente sus senos. Esta nueva realidad corporal lo llen贸 de una mezcla de sorpresa y curiosidad.

Pas贸 el d铆a explorando la casa con una mezcla de curiosidad y asombro, maravill谩ndose ante la decoraci贸n exquisita y los lujos a los que no estaba acostumbrado. Al mismo tiempo, se dedic贸 a explorar meticulosamente el cuerpo de Sara, descubriendo con fascinaci贸n cada cent铆metro de su piel, la suavidad de sus manos, la forma en que sus m煤sculos se mov铆an, y los peque帽os lunares que adornaban su cuerpo.

Alejandro examin贸 cada detalle minuciosamente: el aroma de su cabello, la textura de sus labios, y la forma en que la luz del sol atravesaba las finas cortinas para iluminar sus ojos. Se mir贸 en el espejo, admirando la figura esbelta y la gracia innata en cada uno de sus movimientos. Cada gesto, cada movimiento le revelaba algo nuevo, algo desconocido y emocionante.

Incluso sinti贸 una curiosidad infantil por experimentar algo tan cotidiano como hacer pis como mujer. Esa simple acci贸n, realizada de una manera completamente distinta a la que estaba acostumbrado, le result贸 extra帽amente fascinante y parte integral de su exploraci贸n.


Al caer la noche, despu茅s de un d铆a de descubrimientos y emociones intensas, regres贸 a su propio cuerpo, facinado por la experiencia. Sin embargo, esa sensaci贸n de haber sido otra persona, de haberse sumergido en una vida ajena, era tan adictiva que se sinti贸 incapaz de resistir la tentaci贸n de hacerlo de nuevo. La experiencia lo hab铆a transformado, y la promesa de nuevas exploraciones lo manten铆a en vilo, ansioso por volver a ser Sara y seguir descubriendo sus secretos.


Segunda posesi贸n : Reuni贸n de amigas


Unos cuantos d铆as despu茅s, Alejandro decidi贸 volver a ser Sara. Esta vez, asisti贸 a una reuni贸n con las amigas de Sara, incluyendo a su propia madre. La situaci贸n era surrealista; charlaba y re铆a con mujeres que siempre hab铆a visto desde la distancia.


La pl谩tica comenz贸 como la de cualquier grupo de se帽oras: hablando de la subida de precios, de sus hijos, intercambiando recetas y algunos chismes del vecindario. Todo parec铆a normal hasta ah铆. Sin embargo, la conversaci贸n dio un giro inesperado, como si de adolescentes calenturientos se tratase, cuando el grupo de amigas comenz贸 a hablar sobre temas sexuales y sobre cu谩n activas eran cada una en sus relaciones 铆ntimas.

Eli fue la primera en romper el hielo, con una mirada de complicidad y un tono de voz m谩s bajo: "Mi marido lleva d铆as pidiendo el chiquito (sexo anal) y no s茅 si d谩rselo. No estoy segura de c贸mo me sentir铆a."

El resto del grupo, menos Sara, respondi贸 casi al un铆sono: "¡Adelante, d谩selo, y nos cuentas!"

Ana, una de las amigas m谩s cercanas de Sara, se inclin贸 hacia adelante con una sonrisa p铆cara: "S铆, Eli, tienes que probarlo. A veces hay que salir de la rutina, ¿no creen?"

La madre de Alejandro, con una risa nerviosa, intervino: "A m铆 me gusta cuando me penetra por detr谩s sin avisar; es jodidamente excitante ser tomada as铆, de forma tan inesperada."

Carmen tom贸 la palabra, su voz cargada de una mezcla de verg眉enza y atrevimiento: "Estamos de acuerdo en que aqu铆 todas hemos chupado una, aunque sea una vez, el pene de nuestros maridos, ¿no? Pero 茅l me ha insistido en beber su leche y no s茅 si quiero hacerlo."

Sara, queriendo participar en la conversaci贸n sin levantar sospechas, agreg贸 t铆midamente: "Supongo que todas tenemos nuestras peque帽as fantas铆as. A veces es divertido sorprender a nuestros maridos."

Eli asinti贸, a帽adiendo: "S铆, tiene un sabor fuerte. No es para cualquiera, mi cielo, pero si a 茅l le gusta, quiz谩s deber铆as intentarlo al menos una vez."

Carmen continu贸, sus mejillas enrojecidas: "Ya lo hice antes con mi ex de la universidad y es algo que no me volver铆a a hacer. El sabor es... fuerte, no s茅, no es para cualquiera."

La conversaci贸n se volvi贸 a煤n m谩s 铆ntima cuando Ana coment贸: "Yo disfruto mucho cuando mi marido me amarra las manos. Al principio, me daba un poco de miedo, pero ahora lo encuentro excitante. ¿Alguna de ustedes ha probado algo as铆?"

Alejandro, en el cuerpo de Sara, sinti贸 un cosquilleo y una humedad entre sus piernas mientras escuchaba a las amigas hablar de esos temas tan 铆ntimos y desinhibidos. Cada palabra y risa nerviosa contribu铆a a una sensaci贸n de excitaci贸n y curiosidad que no hab铆a anticipado.

Ana, con una sonrisa maliciosa, a帽adi贸: "Pero, sinceramente, lo que m谩s adoro es cuando mi marido me come el co帽o. No hay nada m谩s placentero que esa sensaci贸n. ¿No les pasa igual?"

Eli, despu茅s de un momento de duda, confes贸 sutilmente: "Bueno, la verdad es que a veces me siento un poco culpable, porque he encontrado esa misma satisfacci贸n fuera de casa. No es algo de lo que est茅 orgullosa, pero sucedi贸..."

Las otras mujeres se miraron entre s铆, sorprendidas, pero ninguna la juzg贸. Al contrario, Ana coment贸: "A veces las cosas pasan, Eli. Lo importante es c贸mo te sientes ahora y qu茅 decides hacer con eso, solo premetenos que usar condon... no queremos que arruines tu matrimonio..."

A lo largo de la noche, Alejandro aprendi贸 a comportarse y a pensar como una mujer de su edad, adapt谩ndose r谩pidamente a su nueva vida. Observ贸 con atenci贸n c贸mo las dem谩s interactuaban, la forma en que se tocaban el cabello o c贸mo cruzaban las piernas al hablar. Se sum贸 a las conversaciones con comentarios oportunos y naturales, a veces con una risita c贸mplice, otras con un gesto de comprensi贸n.

Mientras la noche avanzaba, Alejandro se dio cuenta de que nadie sospechaba nada. Hab铆a suplantado a Sara a la perfecci贸n, dominando su papel con una habilidad que lo sorprend铆a a s铆 mismo. Se sinti贸 una mezcla de alivio y triunfo, consciente de que hab铆a entrado en un mundo nuevo y complejo, lleno de matices y detalles que apenas comenzaba a entender. La promesa de seguir explorando y descubriendo m谩s lo manten铆a en vilo, ansioso por volver a ser Sara y seguir desentra帽ando los secretos de esa vida ajena.




 3: La intimidad con el marido


En su tercera incursi贸n, Alejandro decidi贸 explorar un aspecto m谩s 铆ntimo de la vida de Sara. Motivado por las conversaciones con las otras mujeres y las hormonas del cuerpo maduro de Sara, quiso probar el sexo desde el lado femenino.

Esper贸 hasta la noche, cuando el marido de Sara, James, lleg贸 a casa. La experiencia de estar con James fue completamente nueva y desconcertante. Sara descubri贸 un lado de la sexualidad que nunca hab铆a experimentado, lo que lo hizo cuestionar su identidad y sus deseos.

Cuando James lleg贸, la atm贸sfera se llen贸 de una tensi贸n el茅ctrica. Se acerc贸 a Sara con una sonrisa tierna, acariciando su rostro. Sara sinti贸 una mezcla de anticipaci贸n y nerviosismo. James la bes贸 profundamente, despertando sensaciones que nunca hab铆a conocido. Lentamente, James comenz贸 a desnudarla, sus manos movi茅ndose con una mezcla de familiaridad y deseo.

Sara sent铆a el cuerpo de James contra el suyo, el calor de su piel y la firmeza de sus m煤sculos. Cuando la ropa interior cay贸 al suelo, la intensidad de la situaci贸n aument贸. Sinti贸 c贸mo el pene de James la tocaba, c贸mo el glande se met铆a entre sus labios, golpeando el cl铆toris con una precisi贸n que enviaba olas de placer por todo su cuerpo. Poco a poco, se acercaba a la entrada de su vagina.

Sab铆a que le iba a hacer rogar que la follara, pero no le importaba. Sin que lo esperara, el glande de James comenz贸 a entrar en su vagina, hundi茅ndose lentamente, muy despacio, hasta llenarla por completo. Se qued贸 all铆 unos segundos, haciendo de esos segundos una delicia que no olvidar铆a jam谩s.

Desde ese momento, las manos de James en sus caderas la mov铆an hacia adelante y hacia atr谩s. Sent铆a el pene de James penetr谩ndola continuamente, sus gemidos de placer, la sonrisa de felicidad en su rostro. Su culo se mov铆a en busca de su pene, disfrutando del sexo como nunca antes lo hab铆a hecho.

Cuando James comenz贸 a retirarse, Sara sent铆a una mezcla de placer y frustraci贸n por sac谩rsela. La sent铆a all铆 dentro, caliente y palpitante, deseando que no se marchara. Los movimientos de James se volvieron m谩s lentos y cari帽osos. Se besaban, gimiendo juntos mientras sus lenguas se entrelazaban. Ambos se miraban con la cara desencajada, sonriendo y riendo, d谩ndose un beso profundo y sudoroso mientras el pene de James permanec铆a dentro de ella.

La experiencia fue una revelaci贸n. Sent铆a una mezcla de culpa y placer, pero no pod铆a negar la intensa conexi贸n que sent铆a con la vida de Sara. 






4: Reflexi贸n y tentaci贸n

Alejandro comenz贸 a pasar cada vez m谩s tiempo como Sara. Poco a poco, se enamor贸 de la vida c贸moda y plena que ella llevaba. Las rutinas diarias de ser esposa, madre y ama de casa empezaron a seducirlo de una manera que nunca hab铆a imaginado. Cada d铆a, Alejandro deseaba m谩s quedarse en el cuerpo de Sara de forma permanente, usurpar su lugar como una mujer m谩s del vecindario.


A medida que se acostumbraba a los quehaceres dom茅sticos y a las interacciones sociales como Sara, Alejandro encontraba una sensaci贸n de realizaci贸n y pertenencia que nunca hab铆a sentido antes. Era fascinante c贸mo los vecinos la saludaban con una sonrisa, c贸mo las amigas confiaban en ella con sus secretos m谩s 铆ntimos, y c贸mo su esposo James la miraba con amor y complicidad.

Pero junto con este sentimiento creciente de pertenencia, tambi茅n ven铆an las dudas y los dilemas morales. Cada vez que se enfrentaba al espejo y ve铆a el rostro de Sara reflejado, Alejandro se cuestionaba si su deseo de quedarse era justo hacia ella. Sab铆a que usurpar su identidad significaba condenarla a una existencia en la nada, privada de su propia vida y libertad.








D铆a 5: La decisi贸n final



Despu茅s de vivir repetidamente la vida de Sara, Alejandro finalmente tom贸 una decisi贸n crucial. A pesar de haber llegado a amar la vida de Sara, la moralidad de sus acciones lo atormentaba.

Dedic贸 d铆as buscando hechizos que pudieran hacer el intercambio permanente, consciente de que esto significar铆a la desaparici贸n de la conciencia original de Sara, una decisi贸n que estaba dispuesto a aceptar.

Antes de ejecutar el hechizo final, Alejandro utiliz贸 magia para que todos los que conocieran a Alejandro olvidaran su existencia. De esta manera, nadie se preocupar铆a por su desaparici贸n al tomar la vida y el cuerpo de Sara.

Con todos los preparativos listos, ejecut贸 los hechizos en la tranquila oscuridad de la noche.

Cuando los primeros rayos del sol iluminaron la habitaci贸n de Sara, ella despert贸 con la sensaci贸n familiar de su esposo a su lado. Al deslizarse suavemente por debajo de las s谩banas, not贸 su erecci贸n matutina y comenz贸 a acariciarlo con ternura, disfrutando cada respuesta de 茅l mientras despertaba lentamente. Sus labios encontraron los de 茅l en un beso apasionado, susurr谩ndole al o铆do: "Buenos d铆as... ¿tenemos unos minutos antes de que los dem谩s despierten?"

Despu茅s de un interludio 铆ntimo y ardiente, Sara y su esposo compartieron una ducha revitalizante juntos. Mientras 茅l se preparaba para enfrentar el d铆a en el trabajo, Sara baj贸 a la cocina para preparar un delicioso desayuno.








 Ep铆logo

Despu茅s de un largo d铆a, Sara y su esposo se encontraban en la calidez de su habitaci贸n. El tema del deseo de Sara de tener otro hijo surgi贸 entre ellos. A pesar de estar cerca de la menopausia, Sara expres贸 su anhelo de experimentar la maternidad una vez m谩s, argumentando que a煤n se sent铆a lo suficientemente joven y en una posici贸n econ贸mica estable para hacerlo.

Su esposo, sin embargo, mostraba reservas. Dudaba sobre la idea de tener otro hijo en esta etapa de sus vidas, preocupado por las responsabilidades adicionales y los cambios que podr铆a implicar.

Sara intent贸 convencerlo, destacando los beneficios de ampliar la familia y c贸mo podr铆an manejarlo con su situaci贸n financiera estable. Sin embargo, al ver que su esposo segu铆a indeciso, Sara recurri贸 a un 煤ltimo recurso con un tono m谩s serio: "Si no est谩s dispuesto, podr铆a haber otros que s铆 lo est茅n..."

Las palabras de Sara resonaron en la habitaci贸n, creando un breve momento de tensi贸n entre ellos. El esposo de Sara, sorprendido por la declaraci贸n y tomando la palabra como una especie de ultim谩tum, finalmente suspir贸 resignado y dijo: "Est谩 bien..."

En el interior de Sara, una sonrisa sutil se form贸. Alejandro, consciente de su influencia en la situaci贸n, estaba satisfecho de que sus planes continuaran avanzando seg煤n lo esperado.

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De podria tratar un hipetetico caso 2???

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