No puedo creer esto, ni siquiera pensé que le agradara. Me quedé boquiabierto ante mi nuevo reflejo en el espejo del baño. La luz tenue iluminaba el rostro que ahora no me pertenecía.
Apenas unas horas antes, fui víctima del "Gran cambio", una extraña fuerza que había empezado a alterar vidas indiscriminadamente. Estaba en casa, cenando tranquilamente pasta, cuando una sensación extraña recorrió todo mi cuerpo. De repente, todo se volvió negro y, al recobrar la conciencia, me encontré acostado en una cama desconocida, experimentando mi primer orgasmo como mujer. La confusión y el placer se mezclaron mientras trataba de asimilar lo que estaba sucediendo.
Después de unos momentos de desconcierto, me levanté y caminé hacia el espejo. "¡Dios mío, ¿soy Jimena?!" exclamé en voz alta, viendo el reflejo de mi compañera de clase. Tenía los ojos grandes y marrones, el cabello largo y ondulado que caía en cascada sobre mis hombros. Todo era real.
Mi nuevo cuerpo era delgado pero con notables curvas. Las caderas anchas y bien definidas contrastaban con mi cintura estrecha, creando una figura de reloj de arena. Mi pecho, aunque no muy grande, era firme y proporcionado, acentuando mi feminidad. Era de estatura algo baja, lo que me daba un aire delicado y casi frágil, pero mis piernas eran largas y esbeltas, dándome una elegancia natural.
Tome el telefono del mesa de noche. Al encender la pantalla, me encontré con una avalancha de mensajes. "¿¡Estás bien, Jimena!? ¡Todos se están volviendo locos! ¡La gente ha estado cambiando de cuerpo! ¡Mira las noticias! ¡Es permanente!" Mi rostro reflejaba miedo y desconcierto. "Entonces... ¿esto es real?" Miré fijamente mi reflejo en el espejo. "¿Tengo su cuerpo... para siempre...?" susurré con una voz que ahora me sonaba extraña, más suave y melodiosa.
Observé mi nuevo cuerpo detenidamente, especialmente mis pechos. Moví lentamente las manos, sintiendo la suavidad de la piel y el contorno de mi nuevo cuerpo. Una mezcla de curiosidad y nerviosismo se apoderó de mí. "Siempre quise mirarlos por más tiempo del que era apropiado," pensé, sintiendo una extraña emoción. "Supongo que está bien si los toco," murmuré para mí mismo, "después de todo, ahora son míos." Lentamente levanté una de mis manos hacia mi pecho, sintiendo la suavidad y el peso, sonriendo con placer antes de retirarla.
"¡Ay!" exclamé de repente, "sus uñas son más largas de lo que pensaba," comenté mientras examinaba mis nuevas manos con uñas perfectamente cuidadas y pintadas de un rosa pálido. "¿Cómo se limpia con esto?" reí nerviosamente, intentando aligerar la situación, antes de que mi expresión se tornara seria, "¿Cómo... me limpio con estos?" Tragué saliva, sintiendo la realidad de la situación.
Mi mente se lleno de pensamientos. Recordé a Jimena, la chica popular de mi clase, siempre rodeada de amigos y admiradores. Ahora, yo era ella. Pronto me acostumbraría a ser Jimena; no tenía otra opción. Mi vida había cambiado para siempre y tendría que adaptarme a este nuevo mundo, este nuevo cuerpo y todas las complicaciones que conllevaba.
Nice
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