🗯RECUERDEN QUE SUBIMOS DE 3 A 4 CAP, CADA FIN DE SEMANA 🗯

sábado, 31 de agosto de 2024

El trabajo de su vida

 Me llamo Dr. Morgan, y frente a mí yace la culminación de años de trabajo, experimentación y visión: Juliette. 


A simple vista, cualquier hombre la consideraría una obra de arte viviente. Su largo cabello cae como seda oscura sobre sus delicados hombros, su piel brilla como porcelana fina, y cada curva de su cuerpo parece esculpida para seducir. Pero lo que nadie sabe, lo que solo yo conozco, es que antes de ser esta mujer perfecta, Juliette era un chico común del vecindario, un joven insignificante llamado Julian.

Lo vi por primera vez hace dos años, un joven delgado y desgarbado, sin propósito ni ambición. Caminaba por las calles como una sombra, intentando pasar desapercibido. Pero yo vi algo en él, una chispa, una oportunidad para mi proyecto más ambicioso. El Compuesto V, también conocido como “Venus”, era una creación revolucionaria, una fórmula capaz de alterar cada célula del cuerpo y la mente. Y Julian sería mi lienzo.

El proceso comenzó poco a poco. Al principio, Julian no notaba nada fuera de lo común, excepto una ligera calidez en su piel después de cada inyección. Sin embargo, el cambio era inminente. La piel que alguna vez fue áspera y descuidada comenzó a suavizarse, a volverse aterciopelada al tacto. Pronto, el vello que cubría sus brazos y piernas desapareció por completo, dejando un cuerpo liso y femenino.

Pero eso solo fue el comienzo.

Después de la tercera dosis, las caderas de Julian empezaron a ensancharse de forma dramática, su cintura se redujo hasta volverse una línea delicada, y sus glúteos se redondearon con una perfección casi exagerada. La transformación avanzaba rápido, implacable. No era solo el cuerpo lo que cambiaba. El Compuesto V trabajaba también en su mente, moldeando su percepción, reescribiendo su identidad.

Recuerdo el día en que sus pechos empezaron a formarse. Julian, en ese punto ya atrapado entre dos mundos, observaba incrédulo cómo su torso se redondeaba, cómo sus pezones se oscurecían y se volvían más sensibles.

 La incomodidad inicial dio paso a una aceptación resignada, y luego, a una extraña fascinación. Pronto, no pudo resistirse a tocarse, a explorar su nuevo cuerpo. Sus manos temblorosas recorrían sus curvas recién adquiridas, sintiendo cómo cada centímetro de su piel respondía con una nueva sensibilidad.

"Esto no está bien... esto no soy yo", murmuraba Julian al principio, pero cada día que pasaba esas palabras se volvían más débiles, más distantes. El Compuesto V no solo transformaba su físico, sino que borraba su antigua identidad, reemplazándola con una nueva. Juliette, la mujer que yo había creado, comenzaba a florecer.

Un día, lo vi probándose ropa frente al espejo, tímidamente al principio, como si aún recordara quién solía ser. Se puso un vestido rosa ajustado, uno que resaltaba sus  curvas, y se miró largo rato en el espejo. La duda en sus ojos se desvanecía lentamente, cada paso que daba en esos tacones de aguja que alguna vez consideró tortuosos, era un paso más hacia la aceptación.


Julian había desaparecido. En su lugar, solo quedaba Juliette, una mujer que no solo era hermosa, sino que encarnaba la sumisión y la femineidad en su forma más pura. Había aprendido a caminar con gracia, a sonreír de manera encantadora, y sobre todo, a servir sin cuestionar. En cada interacción, Juliette mostraba una devoción absoluta hacia mí. Era como si todo lo que hacía estuviera destinado a complacerme.

Recuerdo una noche en particular. La vi en la cocina, preparando la cena con una delicadeza que solo una mujer verdaderamente refinada podría tener. Cada movimiento era meticuloso, desde cómo picaba las verduras hasta la forma en que se inclinaba a sacar mas cosas de la nevera.


 Era perfecta, sumisa, y su mirada siempre estaba llena de una mezcla de gratitud y adoración. "¿Te gusta cómo me veo, querido?" preguntó con una voz suave, mientras giraba sobre sus tacones altos, mostrándome su figura en atuendo que yo mismo le había elegido.


Era una pregunta retórica. Claro que me gustaba. La había creado para que me gustara, para ser todo lo que un hombre podría desear. Y lo más importante, lo sabía. Sabía que había nacido para servir, para ser deseada y utilizada.Algunos podrían llamarlo un acto monstruoso, una violación de la naturaleza. Pero ¿qué es la naturaleza comparada con el poder de la ciencia? Juliette, mi creación, no es simplemente una mujer. Es la encarnación de la perfección femenina, y todo gracias al Compuesto V.

 Ya no es Julian, ni lo será jamás. Ahora es mi esposa perfecta, mi creación inmortalizada en cada curva, en cada susurro dulce que sale de sus labios pintados de rojo.

Y no hay vuelta atrás.

viernes, 30 de agosto de 2024


Increíble, todo el mundo me mira. Todas estas modelos y esposas trofeo, pero el exnovio se lleva toda la atención. Solía odiar ir a bailes y eventos públicos; era una tortura auténtica para mí, una responsabilidad de la que no podía escapar por culpa de mis padres. Me insistían constantemente en que asistiera, recordándome la importancia de las conexiones y las apariencias.


Recuerdo cómo me sentía atrapado en esos eventos, sofocado por el traje que llevaba, una camisa de fuerza glorificada que restringía cada movimiento. La corbata apretada alrededor de mi cuello era una soga que siempre sentí que estaba a punto de estrangularme. Las conversaciones eran vacías, los saludos forzados, y las miradas de reojo solo me recordaban lo poco que encajaba en ese mundo de lujo y poder. Odiaba cada segundo.



Pero ahora... ahora todo es diferente. Siento la libertad en cada respiración, el poder de mi nueva feminidad. Cada vez que mi pecho se eleva, sé que todas las miradas se posan en mis preciosos senos, los cuales resaltan aún más bajo el vestido que elegí meticulosamente para esta ocasión. La seda acaricia mi piel, recordándome con cada roce lo suave y delicada que me he vuelto. ¡Esto es vivir! Siempre supe que haber nacido en una familia rica era una bendición, pero solo cuando mi padre me ofreció acceso al procedimiento experimental de modificación genética, entendí el verdadero poder de esa riqueza. Cambié no solo de sexo, sino que mi cuerpo entero se transformó de una manera drástica y emocionante. 


Al principio, estaba llena de inseguridades. ¿Cómo sería vivir como mujer? ¿Cómo me verían los demás? ¿Cómo me sentiría conmigo misma? Pero esos temores pronto se desvanecieron. La vida como mujer ha sido mucho más divertida de lo que jamás imaginé. Los tacones altos que una vez me parecieron imposibles de manejar, ahora son una extensión natural de mi cuerpo. El maquillaje, una barrera misteriosa que nunca entendí, se ha convertido en una herramienta poderosa que uso para realzar mi belleza y proyectar una imagen de seguridad y encanto.


Sentir las miradas de todos estos chicos sobre mí, ver cómo se detienen un momento más de lo necesario para apreciar mi figura, provoca un hormigueo en mi interior que nunca antes había experimentado. Es una sensación embriagadora, un poder silencioso que me recorre y que apenas estoy comenzando a comprender. 



El mundo está a mis pies, y con este cuerpo, no hay límites para lo que puedo explorar. Sonrío, sabiendo que la noche apenas comienza, y con ella, las posibilidades de descubrir nuevos placeres, de jugar con mi poder, de disfrutar cada segundo de esta nueva vida. 


¡Es hora de sumergirme en esta nueva realidad y divertirme de verdad con lo que soy ahora!



domingo, 25 de agosto de 2024

 Mi padre estaba desesperado. Su novia lo había dejado de la nada, justo antes de la cena de negocios más importante de su carrera. Estaba desesperado. Sabía que asistir solo lo haría ver débil, vulnerable, y la competencia no dudaría en aprovecharse de eso. Cuando me pidió ayuda, supe que no bastaba con encontrarle una cita común y corriente. Necesitaba a alguien que lo acompañara y que dejara a todos boquiabiertos.

Así que, en un impulso, le aseguré que conocía a la mujer perfecta para la ocasión. "Papá, no te preocupes", le dije con una confianza que no sentía. "Tengo a alguien en mente. Te confirmaré esta noche."

Con eso, comencé a poner en marcha un plan loco. Mi novia, siempre curiosa y dispuesta a experimentar, tenía acceso a un compuesto experimental llamado V. Me lo mostró con una sonrisa traviesa y me dijo: "¿Estás seguro de esto? Porque si lo haces, estaras asi durante 72 horas." Asentí. Si esto podía salvar a mi padre, estaba dispuesto a intentarlo.


Una vez que tomé el compuesto, sentí una oleada de calor recorrer mi cuerpo. Mis huesos crujieron y se realinearon, mi piel se volvió suave como la seda, y mis rasgos se volvieron delicados y femeninos. En cuestión de minutos, mi reflejo en el espejo era el de una mujer impresionante. 



Mi novia no perdió tiempo y comenzó a vestirme. "Este vestido es perfecto para ti", dijo mientras sacaba un vestido negro ceñido que apenas llegaba a mitad de mis muslos. "Resalta todo lo que tienes." La tela se pegaba a mis nuevas curvas, dejando al descubierto un generoso escote que mostraba más de lo que yo hubiera deseado. 

"¿Estás segura de esto?", le pregunté, sintiéndome nervioso por primera vez al ver mi reflejo. "Es... un poco demasiado, ¿no?"

"Confía en mí, cariño. Los hombres no podrán quitarte los ojos de encima", respondió con una sonrisa. Luego, de manera casual, metió unos condones en mi bolso. "Por si acaso", bromeó, pero había un brillo en sus ojos que me hizo sentir una mezcla de anticipación y temor.


Ahora  ya lista le mande un mensaje  a mi padre diciéndole que le tenia una cita y que la encontria en el restaurante 

Finalmente, me encontré con mi padre en la entrada del restaurante. Estaba impecable en su traje, pero su mirada era ansiosa. Cuando me vio, se quedó sin palabras. "Nicole", me presenté, alargando una mano, sintiéndome extrañamente poderosa en este nuevo papel. "Encantada de conocerte."

Mi padre, aún desconcertado, tomó mi mano. "Eres... realmente impresionante", balbuceó, y pude ver el alivio en sus ojos. Para él, yo era la salvación.

Durante la cena interpreté el papel de "Nicole", la atractiva y encantadora novia trofeo., me aseguré de interpretar bien mi papel. Reí, coqueteé sutilmente y jugueteé con mi cabello cada vez que los hombres me lanzaban miradas. Pero debajo de esa fachada, estaba luchando con nuevas sensaciones. Cada vez que cruzaba las piernas, sentía un hormigueo que subía por mi cuerpo, y mis pezones, visibles a través de la delgada tela, se endurecían con la mínima provocación. 

Peor aún, una cálida humedad se acumulaba entre mis piernas. Me di cuenta, con horror, de que mi cuerpo femenino estaba respondiendo de maneras que nunca había anticipado.

"Nicole, ¿todo bien?", me preguntó mi padre, preocupado por mi repentina distracción.

"Sí, sí... solo estoy un poco acalorada", respondí con una sonrisa forzada, tratando de calmarme. 

La cena fue un éxito. Mi padre recuperó su confianza, y los otros empresarios quedaron impresionados Los hombres se acercaban, uno tras otro, intentando impresionarme. Pero el verdadero desafío llegó después, cuando decidimos continuar la noche en un bar cercano. El alcohol corrió libremente, y yo, sintiéndome cada vez más desinhibido, me dejé llevar. . Pero después de varias copas, la noche se volvió una neblina.

La mañana siguiente fue un shock.  


La luz del sol me golpeó el rostro y Me desperté en una cama extraña, sintiendo una pesadez en mi cuerpo que no reconocí de inmediato. Al girar la cabeza, mi corazón se detuvo. Un hombre, desnudo, dormía a mi lado. Miré a mi alrededor, tratando de recordar, pero todo era un vacío. Cuando me incorporé, sentí el dolor en mi cuerpo, y al mirar hacia el suelo, vi los preservativos usados, desparramados por el suelo, llenos de semen. Me llevé las manos a la cara, horrorizado. "Oh, no... ¿qué hice?"


Entonces, el hombre se movió, murmurando en sueños. le mire el rostro  era mi padre...

Me quedé parlizada, sin saber qué hacer. Todo lo que había pasado la noche anterior cobró sentido de golpe, y el miedo se apoderó de mí. Sentí una mezcla emociones que no podía negar. Solo tome mis cosas para marcharse, hora solo tenia que llegar a casa y espero  que efecto de este compuesto termine...


Cuando llegue a casa mi nivoa me preguntó " como estubo todo?"... yo solo respondi " pasaron unos cosas raras pero no quiero hablar  de eso ahora"

sábado, 24 de agosto de 2024

Una mas de la damas

 


En un vecindario suburbano, donde las casas estaban alineadas perfectamente y los jardines siempre bien cuidados, vivía Mateo, un joven de 22 años que compartía hogar con su madre, Clara. Desde que su padre había fallecido, ellos dos habían formado una rutina sencilla. Mateo era un chico común y corriente, aficionado a los videojuegos, las películas de acción, y las tardes de fútbol con los amigos. Pero en los últimos meses, algo en él comenzó a cambiar, algo que no podía explicar.


Todo comenzó con pequeños detalles: una curiosidad inexplicable por los programas de moda que su madre veía, un interés inesperado en los perfumes que ella usaba, y una sensación de bienestar al estar rodeado de las conversaciones banales de las amigas de su madre. No le prestó mucha atención al principio, pero pronto notó que su cuerpo también estaba cambiando. Sus rasgos se suavizaron, su piel se volvió más tersa, y su figura comenzó a adquirir curvas que, aunque sutiles, eran inconfundibles.


Conforme pasaban las semanas, los cambios se aceleraron. Sus manos se volvieron delicadas, sus caderas se ensancharon, y su pecho comenzó a abultarse de manera notoria. Mateo, confuso y asustado al principio, intentó esconder los cambios usando ropa holgada, pero no podía ignorar la realidad: se estaba transformando en una mujer, lenta pero inexorablemente. Lo que más le sorprendió no fue el cambio físico, sino su propia aceptación interna de lo que estaba sucediendo. Sentía una extraña paz al verse al espejo, una sensación de plenitud que nunca antes había experimentado.


Clara, su madre, notó estos cambios y, en lugar de alarmarse, decidió apoyarlo. En su corazón de madre, comprendió que Mateo se estaba convirtiendo en algo nuevo, algo que necesitaba ser guiado y moldeado. Así que, un día, lo llamó a su habitación y le dijo con una sonrisa cálida: "Hijo, o mejor dicho, hija, es hora de que te enseñe a ser una dama".


A partir de ese día, Clara se convirtió en la maestra y guía de Mateo, que ahora comenzaba a responder al nombre de Mariana. Le enseñó cómo maquillarse con precisión, cómo delinear sus labios y resaltar sus ojos. Le mostró cómo caminar con gracia en tacones altos, cómo balancear sus caderas al andar, y cómo mantener una postura elegante y femenina. Mariana absorbía cada lección con entusiasmo, perfeccionando cada detalle. Descubrió que le encantaba peinarse de diferentes formas, probando estilos que iban desde un moño sofisticado hasta ondas sueltas que caían sobre sus hombros.

Su transformación física también se aceleró, hasta que un día, al mirarse en el espejo, vio a una mujer madura, con una belleza serena y confiada. Sus curvas eran ahora prominentes, su busto lleno y redondeado, y su rostro irradiaba una feminidad natural. Había dejado atrás a Mateo por completo, abrazando su nueva vida como Mariana.





Pero no solo era la apariencia lo que Mariana aprendió. Clara también le enseñó las tareas del hogar: cómo cocinar platos deliciosos, cómo doblar la ropa con perfección, y cómo decorar la casa para que siempre estuviera acogedora. Mariana, que alguna vez había despreciado estas tareas como triviales, ahora las disfrutaba, sintiendo una extraña satisfacción al ver el resultado de su trabajo.


Una tarde, mientras Mariana practicaba su maquillaje en el espejo, su madre entró al cuarto. Mariana la miró, su rostro iluminado por una sonrisa radiante. "Mamá," dijo suavemente, "nunca pensé que me sentiría tan... completa haciendo esto. Es como si finalmente todo tuviera sentido."


Clara se acercó y le acarició el cabello. "Es porque siempre fuiste así, hija, solo que ahora estás mostrándolo al mundo. Y estoy tan orgullosa de la mujer que te has convertido."


Pronto, Mariana comenzó a acompañar a su madre a las reuniones con sus amigas del vecindario.


Al principio, se sintió un poco fuera de lugar entre las damas, todas mayores que ella y con años de experiencia en la vida que ahora comenzaba a experimentar. Pero poco a poco, se fue integrando al grupo. Las conversaciones, que inicialmente le parecían superficiales, se volvieron fascinantes. Hablaban de moda, de relaciones, de las pequeñas y grandes cosas que conforman la vida diaria de una mujer adulta.


Entre risas y chismes, Mariana se transformó en una de ellas. Empezó a adoptar sus costumbres, sus manías, e incluso sus preocupaciones. 

En el fondo, sin embargo, algo más se agitaba en su corazón. Desde hacía algún tiempo, Mariana había empezado a fijarse en el vecino de al lado, un hombre de unos cincuenta años que vivía solo con sus dos hijos adolescentes. Era un viudo amable y atractivo, siempre dispuesto a ayudar en lo que fuera necesario. Cada vez que se cruzaban, Mariana sentía un cosquilleo en su interior, una mezcla de nerviosismo y atracción.


Las amigas de su madre no tardaron en notar esta atracción y la animaron a dar el primer paso. "Si te hace feliz, querida, no dejes que nada te detenga", le decían con una sonrisa cómplice. Mariana, influenciada por el consejo de las damas, decidió arriesgarse. Empezó a pasar más tiempo con él, encontrando excusas para visitarlo y ofrecerle su ayuda. Pronto, lo que comenzó como una amistad se convirtió en algo más.


Finalmente, el viudo la invitó a salir a cenar en una cita formal. Mariana, nerviosa pero emocionada, aceptó. Se preparó con esmero: un vestido azul floreado que resaltaba sus curvas, tacones altos, y un maquillaje que acentuaba su belleza. 



La cita fue perfecta. Disfrutaron de una comida deliciosa, conversaron sobre la vida, los sueños, y el futuro. Al final de la noche, él la llevó a un elegante hotel, donde ambos se entregaron a la pasión que habían estado conteniendo. Mariana experimentó por primera vez lo que era ser mujer en toda su plenitud. Ambos disfrutaron de una noche intensa de sexo, llenos de deseo y conexión, y amanecieron juntos, abrazados, en la cama del hotel.



Cuando Mariana se reunió con las amigas de su madre en su siguiente encuentro, no pudo evitar compartir su experiencia. "Chicas, no van a creer lo que pasó en mi cita," dijo con una sonrisa pícara, mientras las otras mujeres la miraban con curiosidad. "Pasamos la noche juntos... y fue maravilloso."


Las damas se quedaron boquiabiertas por un momento, antes de estallar en risas y felicitaciones. "¡Vaya, Mariana! Parece que te has convertido en toda una mujer de verdad," dijo una de ellas con un guiño.


El romance entre Mariana y el viudo floreció rápidamente. Se convirtieron en inseparables, compartiendo cenas, paseos por el vecindario, y largas charlas al anochecer. Mariana descubrió una nueva faceta de sí misma, una que disfrutaba de la compañía masculina, que anhelaba ser cuidada y amada. A medida que su relación se consolidaba, Mariana se mudó con él, dejando la casa de su madre para empezar una nueva vida como su esposa.



Ahora, Mariana era oficialmente una de las damas del vecindario. Su vida estaba completa: tenía un hogar que cuidar, hijos a los que guiar, y un esposo al que complacer. Durante el día, se ocupaba de las tareas del hogar, manteniendo la casa impecable y acogedora. En las tardes, se reunía con las otras damas para tomar el té, charlar y compartir consejos. Y por la noche, se entregaba por completo a su esposo, complaciéndolo y disfrutando de la intimidad que compartían.




Así, Mariana, quien alguna vez fue un Chico, encontró su lugar en el mundo. Se había transformado completamente en una mujer madura, realizada y feliz. Su vida ahora giraba en torno a su familia, sus amigas, y su hogar, viviendo como una más de las damas del vecindario, con la satisfacción de haber encontrado su verdadera identidad.

viernes, 23 de agosto de 2024

Vida virtual. (Dawn)



Karina se movía por la cocina con la agilidad de una mujer que había hecho de su hogar su reino. Esa mañana, había elegido un vestido azul que se aferraba a cada curva, destacando su voluptuosa figura de una manera casi provocativa. 


El tejido del vestido se estiraba sobre sus grandes senos, cuyos pezones se marcaban levemente a través de la tela, ya que había optado por no usar sostén. Sentía el peso de sus pechos balanceándose con cada movimiento, Sus tacones altos resonaban en el suelo, un clic-clac rítmico que acompañaba su andar decidido mientras sus caderas amplias se mecían con un ritmo natural, acentuando su andar sinuoso.


En la encimera, los ingredientes estaban dispuestos meticulosamente, listos para ser transformados en una comida casera que sus hijas y esposo adorarían. Cada vez que se inclinaba para tomar algo, sentía la presión del vestido contra su trasero generoso, una sensación que solía disfrutar, pero que ahora la hacía sentir extrañamente incómoda, como si algo no encajara del todo.


Afuera, el sol brillaba intensamente, bañando el patio en una luz cálida donde sus hijas jugaban despreocupadas, sus risas llenando el aire. La escena era tan idílica que Karina no pudo evitar sonreír, aunque una pequeña inquietud comenzaba a formarse en el fondo de su mente. Entonces, escuchó la puerta principal abrirse y cerrarse con un suave golpe, seguido por el sonido de pasos firmes. Su esposo había llegado a casa. Él se acercó a ella por detrás, envolviendo su cintura con sus brazos fuertes y dándole una palmada juguetona en su trasero antes de besarla profundamente. Karina respondió al beso, sintiendo una oleada de placer y familiaridad que la envolvía. Era todo tan perfecto, tan increíblemente perfecto, que le resultaba difícil creer que algo pudiera estar mal.


Pero en ese instante, una grieta se abrió en su mente, y con ella, su verdad emergió como un rayo desgarrador. Karina se detuvo, el beso de su esposo aún cálido en sus labios, y de repente recordó: ella no era Karina. No era la devota esposa y madre de tres hijas. No era la mujer que sentía ese profundo amor por su hogar y su familia. No, ella era Jared, un joven de 23 años que, hace lo que parecía una eternidad, había decidido probar un simulador de vida en realidad virtual. Al principio, solo había querido experimentar algo diferente, algo divertido. Pero el juego lo había atrapado, arrastrándolo tan profundamente en este mundo virtual que había olvidado quién era en realidad.


El horror se apoderó de él cuando comprendió cuán lejos había llegado. 

Todo se sentía tan real: el peso de sus senos, tan pesado y presente, como si siempre hubieran sido parte de su cuerpo; la ropa interior femenina, perfectamente ajustada a sus formas, envolviéndolo en una cotidianidad que jamás había conocido; la ausencia de su pene, un vacío que lo desorientaba cada vez que intentaba ajustar su postura. Su cabello largo rozaba suavemente su cuello cada vez que giraba la cabeza, y podía sentir el viento moviéndolo con delicadeza, como si cada hebra tuviera vida propia. El aroma de la comida cocinándose, la textura del vestido sobre su piel, y el toque de su esposo en su cintura… todo era tan tangible, tan inmersivo, que por momentos, Jared se olvidaba de que todo era falso.


El peor de los terrores, sin embargo, no venía solo de la confusión física, sino de las emociones y experiencias que había vivido como Karina. Había hecho cosas que nunca se habría imaginado como Jared. 

Recordó cómo se había dejado llevar por el placer, cómo su cuerpo había respondido al toque de su esposo, cómo había gemido de placer cuando la penetró por primera vez. Su vagina, algo que no debería existir, le había dado una satisfacción que lo dejaba atónito y aterrorizado. Incluso había sentido la intensidad del sexo anal, algo que nunca había considerado antes, y para su horror, había disfrutado de cada segundo. Había chupado el pene de su esposo, sintiendo su dureza en su boca, el sabor del semen cuando terminó… y lo había disfrutado.



Jared, ahora atrapado en esta simulacion, se sentía ahogado por la realidad virtual que lo rodeaba. Sabía que su esposo, sus hijas, su casa, todo era solo una simulación, una ilusión creada por unos y ceros, pero la intensidad de las sensaciones, la autenticidad de las emociones, lo mantenían prisionero.

pero lo más aterrador de todo era que Jared sentía que Karina se hacía más real, mientras él se desvanecía poco a poco en las sombras de su propia mente. ¿Cómo podría escapar, si cada fibra de su ser comenzaba a creer que esta vida, esta aterradora y perfecta vida, era suya?


El temor se apoderó de él cuando se dio cuenta de que el juego no tenía una opción de salida visible. Estaba atrapado, y cada vez más, comenzaba a aceptar que tal vez, solo tal vez, esta era su nueva realidad. Y lo peor de todo era que, en lo profundo de su ser, una pequeña voz comenzaba a susurrar que quizás… no quería escapar...

domingo, 18 de agosto de 2024

A cualquier costo



No era solo miedo, era impotencia. Sabía que estaba a punto de reprobar el semestre. La aritmética se me escapaba entre los dedos, cada examen se convertía en una pesadilla más grande que la anterior. Había intentado de todo, pero nada parecía cambiar mi destino. Desesperado, fui al cubículo del profesor, con la esperanza de que se apiadara de mí.


"Profe, necesito su ayuda. No puedo reprobar," supliqué, con la voz quebrada, al borde de las lágrimas.


El profesor, un hombre de mediana edad con mirada astuta, se acomodó los lentes con una sonrisa calculadora. "Bueno, podría hacer algo por ti... pero necesitaré un favor a cambio."


Mi corazón se detuvo. ¿Qué podía querer de mí? Su sonrisa se ensanchó mientras sus ojos se clavaban en los míos. "Consígueme una cita con tu tía Aliyah, y te aseguro que pasarás el semestre."


El shock me dejó paralizado. ¿Cómo sabía él sobre mi tía Aliyah? Apenas nos veíamos, pero al parecer, él la conocía bien, al menos de vista. "Es una mujer atractiva," comentó con un tono perverso, describiéndola como si fuera un premio que deseaba. "Si logras que salga conmigo, te aprobaré sin problemas."


Salí de allí sin decir una palabra más, sintiendo una mezcla de asco y desesperación. Al llegar a casa, me derrumbé en la cama, tratando de encontrar una solución. Mi tía Aliyah… no había forma de que accediera. Ella era lesbiana, y ni todo el dinero del mundo la convencería de salir con un hombre, mucho menos con alguien como mi profesor. Estaba atrapado.


Pasaron las horas, y mientras navegaba sin rumbo en Instagram, un reel captó mi atención. Un extraño brujo hablaba de un ritual para controlar a un familiar. La idea era ridícula, pero en mi estado desesperado, cualquier cosa parecía una solución. No perdía nada con intentarlo.


Reuní los materiales necesarios y, esa misma noche, realicé el ritual en secreto. Sentí un escalofrío recorriendo mi cuerpo cuando pronuncié las palabras del conjuro. Algo empezó a cambiar dentro de mí. El mundo giró a mi alrededor y, de repente, me vi en otro lugar, en otro cuerpo. Estaba mirando a través de los ojos de mi tía Aliyah.


No solo había logrado controlarla, sino que había tomado su cuerpo por completo. Me levanté tambaleante, observando mi reflejo en el espejo. Su rostro, sus curvas, su presencia... todo eso ahora me pertenecía. Pero con este nuevo poder venía un peso oscuro; estaba a punto de hacer algo que nunca podría deshacer.


El día siguiente fue un torbellino. Desde el cuerpo de Aliyah, contacté al profesor, fingiendo una dulzura y coquetería que me resultaba ajena. "Hola… he estado pensando en tu propuesta. ¿Qué tal si salimos mañana por la noche?" Lo escuché jadear al otro lado del teléfono, casi sin poder creer su suerte. Era como un niño con un nuevo juguete.


Esa noche, en el restaurante donde nos encontramos, me miraba con una mezcla de lujuria y admiración. Yo, en el cuerpo de Aliyah, jugué el papel a la perfección. Mi piel se erizó cada vez que me tocaba, pero mantuve la compostura, sabiendo que todo esto era parte del plan. Cada sonrisa, cada risa falsa, me acercaba más a mi objetivo: aprobar el semestre. Sin embargo, mientras la noche avanzaba, una sensación de repulsión y poder se mezclaba en mi interior. Sabía que estaba manipulando a mi profesor, pero también sabía que algo en mí estaba cambiando.


Finalmente, el profesor me aseguró que mis notas estaban arregladas. Lo había logrado. Pero cuando regresé a casa, el verdadero peso de mis acciones me golpeó. Estaba atrapado en el cuerpo de mi tía Aliyah. Intenté revertir el ritual, pero fue en vano. Lo que pensé que sería un control temporal se había convertido en algo permanente.



Ahora, mientras me miro en el espejo, ya no sé quién soy. ¿Soy todavía ese estudiante desesperado, o me he convertido en alguien más? El cuerpo de Aliyah es mío para siempre, y con él, su vida. Tal vez, con el tiempo, me acostumbre. Pero una cosa es segura: el precio de mi desesperación fue mucho más alto de lo que jamás imaginé.



sábado, 17 de agosto de 2024


Desde que mi segunda pubertad transformó mi vida por completo, había evitado a toda costa las reuniones familiares. Mis padres entendieron que un cambio tan drástico como el mío sería difícil de explicar, y menos aún de aceptar, para el resto de la familia. Durante cinco largos años, excusaron mi ausencia con historias de viajes o compromisos importantes, manteniendo mi secreto a salvo.



Todo cambió cuando mi tía, conocida por su insistencia, decidió organizar una reunión en nuestra casa. Mis padres me advirtieron con antelación, ofreciéndome la opción de pasar el día en un hotel para evitar la situación, pero algo en mí sabía que había llegado el momento. Era hora de enfrentarme a la familia y mostrarles en quién me había convertido. 


El día de la reunión, mi madre me ayudó a prepararme, escogiendo para mí un elegante vestido azul que realzaba mis nuevas curvas de manera delicada pero innegable. Mis pies, ahora más pequeños, se acomodaron en unos zapatos de tacón bajo que combinaban a la perfección. Mientras me miraba en el espejo, noté cómo el reflejo mostraba a una mujer segura, una que no existía hace cinco años. Respiré hondo y bajé las escaleras, sintiendo el peso de todas las miradas sobre mí.


El silencio que inundó el comedor al verme fue ensordecedor. Mis tíos, atónitos, apenas podían disimular su sorpresa, mientras que mis primos, especialmente aquellos que solían ignorarme en el pasado, me miraban con un interés que rozaba la lujuria. 

Sus ojos me devoraban, recorriendo cada detalle de mi figura, de mos pies hasta mi cabeza, como si intentaran despojarme de mi ropa con la mirada. Finalmente, tomé aire y me presenté, con una voz firme y decidida: "Soy Victoria".



La cena transcurrió con cierta tensión en el aire, pero en terminos generales bien, aunque los murmullos y susurros no se hicieron esperar, pero mis padres se mantuvieron cerca, apoyándome en cada momento, explicando mi demicado asunto con la segunda pubertad, un tema algo nuevo para oidos de los más mayores de l familia. Aun así, algo me inquietaba. 

Esa noche, mientras todos seguian festejando, Yo decido ir a mi cuarto a encerrarme nuevamente pero una corazonada me invadió, un presentimiento oscuro y siniestro... algo no andaba bien. Cerré con llave mi habitación, pero no pude dormir. La sensación de que alguno de mis primos intentaría irrumpir en mi cuarto me mantenía en vela, con la mente llena de sombras....



viernes, 16 de agosto de 2024

Tratando de aceptar

 Nunca me había sentido tan incómoda en mi vida. Mi madre nos había inscrito en un programa experimental de intercambio de cuerpos, y ahora yo estaba atrapada en su cuerpo. Era como una pesadilla, pero muy real. No podía creer que estaba viviendo el día a día en su piel, enfrentándome a su rutina, su vida, y sus responsabilidades. Cada movimiento me recordaba que no era mi cuerpo, que no era yo, y eso me hacía sentir desesperada.


Al principio, traté de evitar todo lo relacionado con su vida personal, pero pronto me di cuenta de que no podía huir de ello para siempre. Mi madre, astuta como siempre, percibió mi incomodidad. Sabía que no estaba contenta con la situación, y un día decidió tomar el asunto en sus propias manos. Sin decir una palabra, tiró sus prendas sobre sobre la cama, una selección que incluía encajes, seda, y colores que nunca me hubiera imaginado usar. 


"Necesitas aprender a aceptar este cuerpo, a aceptarme a mí", dijo con una sonrisa suave antes de salir de la habitación, dejándome a solas con sus pertenencias.


Me quedé allí, inmóvil, mirando mi cuerpo luchando contra la mezcla de emociones que me invadía. Sabía que ella tenía razón. Tenía que intentar sacar el máximo partido de esta situación, por más desagradable que fuera. A regañadientes, tomé las prendas y me dirigí al espejo para cambiarme.


Mientras me ponía su vestido, no pude evitar sentir una extraña agitación en mi interior. El cuerpo de mi madre tenía curvas generosas, curvas que siempre había envidiado en silencio. La prenda se adaptaba perfectamente a mis nuevas formas, acentuando mi figura de una manera que me dejó sin aliento. Sentí el cosquilleo de la tela contra mis muslos y no pude evitar mirarme en el espejo.



La imagen  reflejaba sensualidad y feminidad,  completamente ajena a mí. 

Sin embargo, había algo hipnótico en la manera en que el vestido resaltaba mis pechos, en cómo la seda se ceñía a mis caderas y acentuaba la plenitud de mi trasero. Toqué mis pechos, mis caderas, intentando asimilar que ahora formaban parte de mí. Al principio, fue extraño y embarazoso, pero luego, mientras me observaba más de cerca, comencé a sentir una chispa de aceptación, incluso de orgullo. Este cuerpo, aunque no era mío, tenía una belleza innegable, una sensualidad madura que no podía ignorar.


El sonido de su teléfono interrumpió mis pensamientos. Al revisar el mensaje, me di cuenta de que tenía una cita esta noche. Había olvidado que mi madre tenía planes. El nombre del hombre no me era familiar, pero sabía que mi madre lo conocía bien. Mi corazón se aceleró, sabiendo que esta noche no sería como cualquier otra.


Mientras terminaba de arreglarme, la realidad me golpeó: no solo tendría que enfrentar esta cita, sino que probablemente terminaría en sexo. La idea me asustaba y me emocionaba a partes iguales. ¿Podría yo, atrapada en el cuerpo de mi madre, aprender a amar y disfrutar de esta experiencia? Estaba a punto de descubrirlo.

jueves, 15 de agosto de 2024

Una madre de familia




Renata, una ejemplar ama de casa, se despertó como todas las mañanas. Después del habitual sexo matutino con su marido, se levantó de la cama, se dio una ducha, se cambió de ropa y se puso algo de maquillaje antes de bajar a preparar el desayuno para su familia. Al abrir el armario, sin embargo, una sensación de incomodidad la invadió al ver la fila de vestidos y faldas. Instintivamente, buscó algo más simple, algo que no logró encontrar. Se encogió de hombros y eligió un conjunto femenino, como siempre.


Pronto su marido bajó, dándole una palmada en el trasero antes de darle un beso. Él deslizó su mano por debajo de la bata de Renata, acariciando levemente su zona íntima apenas cubierta por sus panties, provocándole un gemido. Sólo se detuvieron al escuchar las risas de sus hijas que bajaban para desayunar con ellos.


Toda la familia desayunaba en armonía, y Renata observaba con orgullo a su esposo y a sus hijas. Sin embargo, algo en su interior le decía que esa no era su vida, que no pertenecía a ese lugar. Su mirada se perdió en un rincón de la cocina, donde solía estar una colección de tazas de su marido. ¿Por qué sentía la extraña necesidad de agarrar una taza que no tenía flores ni colores llamativos, sino un diseño sobrio y masculino? Su marido se dio cuenta de que Renata estaba perdida en sus pensamientos y, al tomarla de la mano, le preguntó: "¿Pasa algo, amor?"


Renata sonrió y respondió: "No, cariño, solo estaba pensando en un sueño extraño que tuve."


Tras el desayuno, Renata subió con sus hijas para prepararlas para el colegio. Mientras recogía la mochila de una de sus hijas, vio un trofeo de fútbol en una repisa y sintió un tirón en su pecho. ¿Por qué le parecía tan familiar ese trofeo, como si hubiera sido suyo alguna vez? Sacudió la cabeza, convencida de que eran ideas absurdas. Se despidió de sus hijas y su marido, intentando alejar esos pensamientos de su mente.


Cuando se quedó sola en casa, Renata intentó ignorar los extraños sueños que la acosaban, pero no podía evitar pensar en ellos. En sus sueños, se veía en una camioneta, siendo llevada a una especie de laboratorio, como en una película de terror. Intentando distraerse, se sumergió en las tareas del hogar. Pero mientras limpiaba, un fugaz recuerdo la golpeó: un joven rebelde peleaba con su madre porque no quería ayudar en la limpieza de la casa. Renata se sintió incómoda. ¿Quién era ese chico? ¿Por qué tenía esa imagen en su mente, cuando su propia relación con su madre había sido siempre ejemplar?


Más tarde, mientras lavaba la ropa, Renata sacó una carga de la secadora. Al recoger su ropa interior, tuvo otro borroso recuerdo: un chico escondido en un rincón, con ropa interior femenina que no era suya. El recuerdo la perturbó profundamente, aunque no lograba entender por qué.


Una vez que terminó con las tareas del hogar, Renata se sentó a ver televisión. Mientras buscaba su telenovela, se detuvo en un programa destinado a jóvenes. Algo en ese programa le resultaba extrañamente familiar; recordaba haberlo visto y haberse reído de su humor absurdo. Un nombre, "Juan", cruzó por su mente, pero se desvaneció tan rápido como llegó. Justo cuando intentaba recordar más, cambió de canal y se distrajo con su telenovela favorita.


Al llegar la hora de preparar el almuerzo, Renata se dio cuenta de que le faltaban algunos ingredientes y decidió ir a la tienda cercana. Caminando por los pasillos, se detuvo en la sección de botanas. Al ver unas papas picantes, otro recuerdo la invadió: un joven que solía comer esas papas extra picantes mientras jugaba videojuegos. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una trabajadora del local que le preguntó: "¿Señora, busca algo en específico?" Renata reconoció a la chica y, sin saber cómo, la llamó por su nombre: "Roxana."


La chica se sorprendió y le preguntó: "¿Cómo sabes mi nombre? ¿Eres amiga de mi mamá?" Renata no entendía cómo sabía el nombre de esa chica, pero algo dentro de ella lo recordaba.


De regreso a casa, vio a unos chicos jugando al fútbol. La pelota rodó hacia ella y, al rozarla con el pie, un recuerdo de un chico jugando fútbol se le vino a la mente. Este recuerdo fue más nítido que los anteriores. Podía ver al chico riendo, sin preocupaciones, pero no podía recordar su rostro. ¿Por qué esos recuerdos la hacían sentir tan ajena a sí misma?


Al llegar a casa, Renata se encontró con un álbum de fotos familiares. Lo abrió, buscando reconfortarse con las imágenes de su vida con su esposo y sus hijas. Sin embargo, al ver las fotos, notó que no recordaba haber tomado ninguna de ellas. Ni las vacaciones, ni los cumpleaños, ni siquiera los momentos felices con sus hijas recién nacidas. De repente, se dio cuenta de que no recordaba haberse embarazado. Tampoco recordaba haber tenido senos tan grandes antes. Una pregunta resonó en su mente: "¿Quién soy?"


Angustiada, Renata llamó a su marido, quien, con calma, le dijo que no se asustara, que ya iba en camino para llevarla al psicólogo, tal vez un tratamiento de hipnosis con el Dr. Steven la ayudaría.


Al final del día, vemos a Renata más calmada, tomado un té, sin ninguna preocupación más que preparar algo delicioso para su esposo e hijas. Sin embargo, en lo profundo de su ser, el eco de esos recuerdos seguía resonando, dejando una inquietante pregunta sin respuesta.


miércoles, 14 de agosto de 2024

Destructora de hogares


 Mis padres me echaron de casa cuando era joven, dándome una dura lección sobre la independencia. Lo que no sabían era que estaban sembrando las semillas de mi venganza. Durante años, he estado preparando mi plan con una precisión meticulosa: convertirme en la mujer de sus sueños para luego usar esa transformación para mi propia venganza.


El día de mi boda había llegado, y con él, el momento culminante de mi plan. Cada detalle de la ceremonia estaba meticulosamente diseñado para asegurar mi triunfo y la culminación de mi venganza. El anillo en mi dedo simbolizaba no solo mi unión con él, sino también el éxito de mi venganza, el producto final de una transformación completa y devastadora.


La transformación no fue sencilla. Mi primer paso fue someterme a una cirugía de feminización facial que remodeló mi estructura ósea para darle un aspecto más delicado. Después, pasé por una serie de procedimientos estéticos para suavizar mi piel, agrandar mis pechos y ajustar mi cintura, todo mientras mantenía mi apariencia lo más natural posible. 

No contenta con esto, también me sometí a un programa intensivo de terapia hormonal para transformar mi cuerpo. La testosterona que antes me daba fuerza y masculinidad fue reemplazada por estrógenos, esculpiendo mis caderas y trasero para que se volvieran voluptuosos y femeninos. Durante meses, me sometí a dolorosos tratamientos de depilación y me mantuve al borde de la perfección estética. Además, la cirugía de reasignación de género completó el proceso, transformando mis genitales en una versión completamente femenina, mientras que las inyecciones continuas de estrógeno ayudaron a mantener una apariencia femenina.



Para justificar el desgaste de mi cuerpo con el tiempo, adopté la identidad de Sophia, una mujer madura y seductora. Mi nuevo yo era un contraste llamativo con la persona que era antes. Mi piel radiante y mi figura voluptuosa eran el resultado de años de procedimientos meticulosos. La tercera vez fue la vencida; mi papel como Sophia lo atrapó por completo. Él se enamoró perdidamente de mí, y lentamente fui desenterrando la brecha entre él y su eesposa y su matrimonio de treinta años.


Recuerdo los primeros momentos incómodos de mi coqueteo con él. Inicialmente, mi intento de seducción fracasó. pero después nos volvimos mas cercanos, hasta que lo tube  comiendo de la plama de mi mano,  lo convenci de divorciarse.

Ahora, mientras me miro en el espejo con una mezcla de orgullo y anticipación, siento la lujuria y el triunfo palpitar en mi interior. La ceremonia estaba en pleno apogeo, y los invitados disfrutaban, ajenos al verdadero motivo detrás de mi sonrisa y de la intensidad en mi mirada. Mi libido, aún activa a pesar de los años de hormonas, se mantenía fuerte, pero hoy, el deseo de venganza eclipsaba todo lo demás.


Cuando el momento fuera el adecuado, me levantaría para hacer un anuncio. La revelación no sería simplemente sobre mi amor por él, sino una exposición pública de la verdad: mi identidad oculta, el plan meticuloso que había ejecutado y el dolor que había causado. Esperar hasta el final de la noche sería más dulce. Cada segundo de suspense alimentaba mi satisfacción. El momento de la venganza estaba cerca, y nada podría detenerme ahora.


martes, 13 de agosto de 2024

Un Nuevo Hogar, Un Nuevo Yo



El mundo cambió para siempre el día en que el virus de género comenzó a propagarse. Para muchos, fue una catástrofe; para otros, una revelación. Para mí, fue ambas cosas. En cuestión de semanas, mi cuerpo se transformó de manera radical e irreversible, dejándome atrapado en una nueva forma que nunca hubiera imaginado. Pero lo más doloroso no fue el cambio físico, sino la reacción de mis propios padres.



Profundamente religiosos y arraigados en sus creencias, mis padres no vieron mi condición como una enfermedad o un cambio desafortunado. Para ellos, era una abominación, un castigo divino. La noche que me echaron de casa, el frío y la oscuridad no fueron nada comparado con la helada indiferencia en sus ojos. Sin un lugar a dónde ir, me sentí completamente sola.


Fue entonces cuando los Wilson, mis vecinos, intervinieron. Siempre habían sido una pareja amable y generosa, pero nunca había imaginado cuán lejos llegarían para ayudarme. Me ofrecieron un hogar, un refugio seguro en medio de la tormenta que era mi vida. El señor Wilson, con su voz grave y reconfortante, me dijo que siempre había deseado tener una hija. En sus palabras encontré un consuelo que no sabía que necesitaba. Comencé a sentirme aceptada, querida, e incluso protegida.


La señora Wilson también fue increíblemente amable. Me ayudó a crear mi nueva identidad como “Connie”. Me enseñó a maquillarme, a elegir la ropa adecuada, a caminar con gracia. Todo lo que hacía era con una dulzura genuina, aunque a veces no podía evitar notar la sombra de tristeza en sus ojos. Sabía que el señor Wilson y ella habían intentado tener hijos durante años sin éxito. Me preguntaba si, en cierto modo, yo estaba llenando ese vacío en sus vidas.



Con el tiempo, me acomodé en mi nueva vida. Pero algo empezó a cambiar.  Yo comencé a pasar más tiempo con el señor wilson , mucho más de lo que una "hija" normalmente haría. Empecé con pequeños gestos: un roce de la mano, una mirada que duraba un poco más de lo necesario, una sonrisa que parecía tener un significado oculto. Al principio, el troto  de ignorarlo, convencido de que era calidades.


Dentro de mí, algo despertó. Un deseo que nunca antes había sentido. El señor Wilson no era solo un hombre mayor que me había dado un hogar; era atractivo, en una forma madura y poderosa. Su presencia me hacía sentir cosas que no había experimentado antes. Sabía que estaba mal, que era inapropiado, pero no podía evitarlo. La nueva “Connie” era una mujer, y esa mujer estaba empezando a descubrir su propio poder.


La señora Wilson, ocupada con sus actividades, no notó cómo las cosas entre su marido y yo se volvían más intensas. Pero yo lo noté. Y él también. El agradecimiento que sentía hacia él por haberme salvado de la miseria se transformó en algo más oscuro, más peligroso. Empecé a vestirme de manera más provocativa cuando él estaba cerca, a inclinarme un poco más cuando recogía algo, a reírme de sus chistes de una manera que sabía que lo excitaba.



Entonces, una noche, cuando la señora Wilson se fue de viaje a visitar a unos parientes, sucedió lo inevitable. Estábamos solos en la casa, y el ambiente estaba cargado de tensión. Me acerqué a él en la cocina, con un camisón de seda que me había comprado días antes, uno que sabía que él notaría. Nuestras miradas se cruzaron, y en ese momento, supe que había cruzado un punto sin retorno. Con un suspiro tembloroso, me acerqué a él, sintiendo cómo su respiración se aceleraba.



“No tienes que hacer esto, Connie,” susurró, aunque sus manos ya se movían hacia mi cintura.


“Quiero hacerlo,” respondí, mi voz apenas un murmullo. Era cierto. No solo quería, lo necesitaba. Necesitaba sentirme deseada, amada de una manera que mis padres nunca me habían dado. Y así, detono todo con un beso, luego una caricia, el agradecimiento se transformó en algo mucho más profundo y prohibido.



A la mañana siguiente, me desperté en sus brazos, sintiéndome atrapada entre la culpa y mis deseos. Sabía que había traicionado a la señora Wilson, la mujer que me había acogido como una hija. Pero también sabía que no podía detenerme. La idea de darle al señor Wilson lo que siempre había deseado, los hijos que su esposa nunca pudo tener, comenzó a obsesionarme. ¿Qué pasaría si quedara embarazada? ¿Cómo reaccionaría él? ¿Cómo cambiaría eso nuestras vidas?



Mientras el tienpo pasaba. Sabía que estaba jugando un juego bastante peligroso, pero no podía evitarlo. Me había convertido en “Connie”, la hija perfecta para los Wilson, pero también en algo más. Algo que podía destruir su matrimonio… o transformarlo en algo nuevo...



lunes, 12 de agosto de 2024

Cambio...


Evan siempre fue el arquetipo del chico nerd: delgado, con gafas gruesas y constantemente sumergido en sus libros. Mientras sus compañeros exploraban la vida universitaria con fiestas y romances, Evan se centraba en sus estudios, perfeccionando su dominio de las matemáticas y la ingeniería. Graduado con honores, creyó que su futuro estaba asegurado. Pero en el fondo, siempre sintió que algo no encajaba, como si su vida estuviera incompleta, como si hubiese algo más que el destino le deparaba.


Un día, mientras navegaba por internet, Evan encontró un anuncio que capturó su atención: "Transforma tu vida en 90 días. Desata tu verdadero potencial." No era el tipo de cosa en la que Evan normalmente se interesaría, pero algo en el mensaje resonó con él. Sin pensarlo demasiado, se inscribió, pensando que quizás este era el cambio que su vida necesitaba. No tenía idea de lo radical que sería esa transformación.


Las primeras semanas trajeron cambios sutiles pero innegables. Su piel comenzó a volverse más suave y tersa, mientras sus manos, antes huesudas, se transformaron en delicadas y elegantes, con uñas perfectamente cuidadas. 

Pronto, su voz, antes monótona y un poco aguda, comenzó a adoptar un tono más suave y seductor. Los cambios físicos se intensificaron rápidamente: su cintura se afinó, sus caderas se ensancharon dramáticamente, y sus pechos comenzaron a crecer, redondeándose en un par de curvas exuberantes que no dejaban lugar a dudas sobre su nueva feminidad.


Evan observaba, fascinado y aterrorizado, cómo su cuerpo se transformaba. Día tras día, su trasero se volvía más grande y redondeado, adquiriendo una prominencia que no podía ignorarse. Al mismo tiempo, su pene, el símbolo de identidad masculina, comenzó a encogerse. Cada día se hacía más pequeño, hasta que no quedó más que un diminuto micropene, casi imperceptible entre sus ahora voluminosas y suaves piernas. En lugar de sentirse devastado, como Evan habría esperado, Eva como ahora se hacía llamar, aceptó estos cambios con una mezcla de resignación y extraña satisfacción. 


Pero los cambios físicos no fueron los únicos que ocurrieron. Su mente, que antes estaba llena de complejas ecuaciones y teorías, comenzó a enfocarse en otras prioridades. La moda, el maquillaje, y la belleza se convirtieron en sus nuevos intereses. 

Eva se deleitaba en elegir los atuendos que mejor destacaban sus nuevas curvas: vestidos ajustados que mostraban su figura de reloj de arena, tacones altos que realzaban el balanceo de sus caderas, y lencería que la hacía sentir increíblemente sensual.


A medida que su cuerpo ganaba más peso en sus caderas y trasero, estos se convirtieron en su mayor orgullo. Eva consciente de que todos los ojos estaban sobre su trasero perfectamente redondeado. Le encantaba cómo sus nuevas curvas llenaban la ropa de manera tan provocativa, cómo los hombres no podían evitar mirarla con deseo. Su antigua vida de ecuaciones y fórmulas se desvaneció por completo. Ya no había rastros de Evan; solo quedaba Eva, una mujer deslumbrante, superficial y completamente obsesionada con un icono sexual.


La transformación también afectó profundamente su sexualidad. Mientras Evan había sido tímido y reservado, Eva se volvió completamente sumisa y extrovertida, ansiosa por complacer. Su micropene no era más que un recordatorio insignificante de su antigua vida.... que lenta y preogresivamemte desaparecia.

Eva ya no sentía deseo alguno de ser quien tomara la iniciativa; ahora, su mayor placer radicaba en ser penetrada, en ser la receptora de toda la atención y el deseo. Se convirtió en una verdadera muñeca bimbo, dispuesta y lista para satisfacer a cualquier hombre que la valorara por su belleza y sumisión. Eva se entregó completamente a este rol, disfrutando cada momento de su nueva vida como una bimbo, una mujer cuya única ambición era ser adorada y tomada en todos los sentidos.


Eva había cambiado. Las mañana se levantaba emocionada por las oportunidades de ser vista, admirada y deseada. 

Sus días de ingeniera quedaron atrás, reemplazados por tardes de compras, visitas al salón de belleza, y noches en clubes exclusivos donde podía mostrar su cuerpo perfecto. y las mirada lasciva nunca faltaban ni los cumplido que recibía por su voluptuosa figura, Eva se sentía más segura de su nueva identidad.

 Ahora sabía que su propósito era simple pero profundo: ser una mujer absolutamente.


domingo, 11 de agosto de 2024

Ser la esposa de un millonarios de gustos peculiares...(dawn)

 


Después de ser expulsado de la escuela secundaria, mi vida se convirtió en un caos. Sin estudios ni perspectivas laborales, me encontré deambulando sin rumbo, buscando alguna forma de ganarme la vida. Había intentado conseguir trabajo, pero cada puerta que tocaba se cerraba en mi cara. La frustración y la desesperación comenzaron a apoderarse de mí, hasta que un día, un hombre misterioso se me acercó.


Se presentó como el agente Smith. Parecía un hombre de negocios refinado, con un aire de seguridad que me dejó desconcertado. Me miró con una sonrisa tranquilizadora y me dijo: 


—Estoy buscando jóvenes como tú, sin futuro aparente, para ofrecerles una oportunidad única. Una vida de ensueño —su voz era firme, convincente—. Riquezas, viajes, y un estilo de vida acomodado que jamás has imaginado.


Lo escuché con escepticismo, hasta que mencionó la única condición para obtenerlo todo: tendría que convertirme en la esposa de un multimillonario.


—¿Estás bromeando? —le dije, incrédulo.


—No, hablo en serio. Tenemos la tecnología para hacer de ti la mujer perfecta para cumplir ese rol —respondió, sin perder la compostura.


Sentí un nudo en el estómago mientras me explicaba cómo funcionaría el proceso. La desesperación terminó ganando. ¿Qué tenía que perder? Acepté la oferta.


El proceso de transformación fue más allá de cualquier cosa que hubiera podido imaginar. Las semanas que siguieron fueron un borrón de dolor y desconcierto mientras mi cuerpo cambiaba de formas que nunca creí posibles. Cuando finalmente me miré al espejo, casi no me reconocí.



—¿Esa... soy yo? —murmuré, asombrado por la imagen de una mujer madura y atractiva que me devolvía la mirada.


—Eres perfecta, justo lo que necesitamos —dijo el agente Smith con una sonrisa satisfecha—. Ahora estás lista para conocer a tu esposo.


Finalmente, llegó el día en que conocí a mi nuevo esposo. El hombre que tenía frente a mí era calvo, con algo de sobrepeso, y probablemente estaba en sus 40. No era el príncipe azul que había soñado de niño, pero era quien había financiado mi transformación y ahora, oficialmente, mi esposo.


—Necesito que me acompañes a eventos importantes, cenas de negocios y reuniones de la alta sociedad —dijo con tono profesional en nuestra primera conversación. Pero luego, su voz bajó y se tornó más oscura—. También disfruto del sexo… especialmente del sexo anal.


Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Tragué saliva y asentí con la cabeza, intentando mantener la compostura mientras él me observaba con una mirada que me hacía sentir vulnerable.


—Mis esposas anteriores no pudieron… manejar mis preferencias —agregó, con una sonrisa algo siniestra—. Pero creo que tú serás diferente, no por eso paque mucho por ti...


—Bienvenida a tu nueva vida, señora Hamilton —dijo finalmente, dándome una última mirada antes de dejarme sola en nuestra nueva casa.


Al principio, todo parecía cumplir con lo que el agente Smith había prometido. Mi vida estaba llena de lujos, pero algo no encajaba. A pesar de todo lo que mi esposo me había dicho sobre sus deseos sexuales, durante los primeros meses no hubo ningún acercamiento físico entre nosotros. Dormíamos en la misma cama, pero nunca hubo un beso, una caricia, ni siquiera una palmada en el trasero. Esto me intrigaba profundamente.


Finalmente, la verdad se reveló de la manera más peculiar. Una noche, mi esposo me pidió que me arreglara porque íbamos a recibir una visita especial.


—Vístete para impresionar —me dijo, con emocion.


Me puse uno de mis vestidos más elegantes, un atuendo que destacaba mis curvas. Cuando llegamos al salón principal, me presentó a Chad, un hombre joven, atractivo y con una musculatura que parecía esculpida a mano.



—Él será el encargado de complacerte en la cama —dijo mi esposo, sin ningún rastro de vergüenza, incluso se notaba algo orgulloso.


Lo miré, boquiabierta, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.


—¿Perdón? —logré decir, incrédula.


—Eres mi esposa —continuó, con una sonrisa esxitada—, pero disfruto viendo a otros hombres complacerte. Chad es un semental y muy bueno en lo que hace. Estoy seguro de que te encantará.


Sentí una mezcla de humillación y temor cuando Chad me llevó al dormitorio, seguido de cerca por mi esposo, que se instaló en un rincón de la habitación para observar.

Lo que siguió fue una experiencia que nunca olvidaré. Chad me tomó con una fuerza y pasión que me hizo sentir completamente sumisa. El tamaño de su miembro me llenó de una manera que no había creído posible. Sentí que me partiría en dos, y aunque al principio fue doloroso, pronto el dolor dio paso a una ola de placer que no había experimentado antes. 




—¡Dios! —gemí, mientras Chad se movía dentro de mí con una intensidad insana.


—Eso es, cariño… disfruta —susurró mi esposo desde la esquina, con una mirada de satisfacción en su rostro y solo se aceco para ver como chad me metia su miebro mas profundo



A partir de esa noche, esta se convirtió en mi nueva realidad. No era solo la esposa trofeo de un multimillonario; era también la pieza central en sus fantasías más retorcidas.

 Mi vida se había convertido en un ciclo de lujos y sexo con los sementales que mi esposo elegía, todo para satisfacer su peculiar necesidad de ver a otros hombres complaciéndome.


Nunca había imaginado que la vida que había aceptado sería así, pero aquí estaba, viviendo en una jaula de oro, atrapada en una vida más que exotica... pero al menos es mejor que ser un bago por lo menos tengo algunos lujos...