Renata, una ejemplar ama de casa, se despertó como todas las mañanas. Después del habitual sexo matutino con su marido, se levantó de la cama, se dio una ducha, se cambió de ropa y se puso algo de maquillaje antes de bajar a preparar el desayuno para su familia. Al abrir el armario, sin embargo, una sensación de incomodidad la invadió al ver la fila de vestidos y faldas. Instintivamente, buscó algo más simple, algo que no logró encontrar. Se encogió de hombros y eligió un conjunto femenino, como siempre.
Pronto su marido bajó, dándole una palmada en el trasero antes de darle un beso. Él deslizó su mano por debajo de la bata de Renata, acariciando levemente su zona íntima apenas cubierta por sus panties, provocándole un gemido. Sólo se detuvieron al escuchar las risas de sus hijas que bajaban para desayunar con ellos.
Toda la familia desayunaba en armonía, y Renata observaba con orgullo a su esposo y a sus hijas. Sin embargo, algo en su interior le decía que esa no era su vida, que no pertenecía a ese lugar. Su mirada se perdió en un rincón de la cocina, donde solía estar una colección de tazas de su marido. ¿Por qué sentía la extraña necesidad de agarrar una taza que no tenía flores ni colores llamativos, sino un diseño sobrio y masculino? Su marido se dio cuenta de que Renata estaba perdida en sus pensamientos y, al tomarla de la mano, le preguntó: "¿Pasa algo, amor?"
Renata sonrió y respondió: "No, cariño, solo estaba pensando en un sueño extraño que tuve."
Tras el desayuno, Renata subió con sus hijas para prepararlas para el colegio. Mientras recogía la mochila de una de sus hijas, vio un trofeo de fútbol en una repisa y sintió un tirón en su pecho. ¿Por qué le parecía tan familiar ese trofeo, como si hubiera sido suyo alguna vez? Sacudió la cabeza, convencida de que eran ideas absurdas. Se despidió de sus hijas y su marido, intentando alejar esos pensamientos de su mente.
Cuando se quedó sola en casa, Renata intentó ignorar los extraños sueños que la acosaban, pero no podía evitar pensar en ellos. En sus sueños, se veía en una camioneta, siendo llevada a una especie de laboratorio, como en una película de terror. Intentando distraerse, se sumergió en las tareas del hogar. Pero mientras limpiaba, un fugaz recuerdo la golpeó: un joven rebelde peleaba con su madre porque no quería ayudar en la limpieza de la casa. Renata se sintió incómoda. ¿Quién era ese chico? ¿Por qué tenía esa imagen en su mente, cuando su propia relación con su madre había sido siempre ejemplar?
Más tarde, mientras lavaba la ropa, Renata sacó una carga de la secadora. Al recoger su ropa interior, tuvo otro borroso recuerdo: un chico escondido en un rincón, con ropa interior femenina que no era suya. El recuerdo la perturbó profundamente, aunque no lograba entender por qué.
Una vez que terminó con las tareas del hogar, Renata se sentó a ver televisión. Mientras buscaba su telenovela, se detuvo en un programa destinado a jóvenes. Algo en ese programa le resultaba extrañamente familiar; recordaba haberlo visto y haberse reído de su humor absurdo. Un nombre, "Juan", cruzó por su mente, pero se desvaneció tan rápido como llegó. Justo cuando intentaba recordar más, cambió de canal y se distrajo con su telenovela favorita.
Al llegar la hora de preparar el almuerzo, Renata se dio cuenta de que le faltaban algunos ingredientes y decidió ir a la tienda cercana. Caminando por los pasillos, se detuvo en la sección de botanas. Al ver unas papas picantes, otro recuerdo la invadió: un joven que solía comer esas papas extra picantes mientras jugaba videojuegos. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una trabajadora del local que le preguntó: "¿Señora, busca algo en específico?" Renata reconoció a la chica y, sin saber cómo, la llamó por su nombre: "Roxana."
La chica se sorprendió y le preguntó: "¿Cómo sabes mi nombre? ¿Eres amiga de mi mamá?" Renata no entendía cómo sabía el nombre de esa chica, pero algo dentro de ella lo recordaba.
De regreso a casa, vio a unos chicos jugando al fútbol. La pelota rodó hacia ella y, al rozarla con el pie, un recuerdo de un chico jugando fútbol se le vino a la mente. Este recuerdo fue más nítido que los anteriores. Podía ver al chico riendo, sin preocupaciones, pero no podía recordar su rostro. ¿Por qué esos recuerdos la hacían sentir tan ajena a sí misma?
Al llegar a casa, Renata se encontró con un álbum de fotos familiares. Lo abrió, buscando reconfortarse con las imágenes de su vida con su esposo y sus hijas. Sin embargo, al ver las fotos, notó que no recordaba haber tomado ninguna de ellas. Ni las vacaciones, ni los cumpleaños, ni siquiera los momentos felices con sus hijas recién nacidas. De repente, se dio cuenta de que no recordaba haberse embarazado. Tampoco recordaba haber tenido senos tan grandes antes. Una pregunta resonó en su mente: "¿Quién soy?"
Angustiada, Renata llamó a su marido, quien, con calma, le dijo que no se asustara, que ya iba en camino para llevarla al psicólogo, tal vez un tratamiento de hipnosis con el Dr. Steven la ayudaría.
Al final del día, vemos a Renata más calmada, tomado un té, sin ninguna preocupación más que preparar algo delicioso para su esposo e hijas. Sin embargo, en lo profundo de su ser, el eco de esos recuerdos seguía resonando, dejando una inquietante pregunta sin respuesta.
Muy interesante
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