La vida que deje atras...

El aire fresco de ocaso acaricia mi piel mientras me aparto de la alocada fiesta.

Mi vestido negro se ajusta perfectamente a mis curvas, brillando bajo los ultimos rayos de luz del sol. Dentro, la gente sigue bailando y riendo sin parar, pero yo necesitaba un respiro. Abro la puerta que da a la terraza y me apoyo en la barandilla, dejando que el viento suave despeje mis pensamientos.

Al otro lado de la calle, un pequeño local de comida rápida sigue abierto. A través de la ventana, veo a un chico solitario sentado en una de las mesas. Parece ausente, como si el mundo a su alrededor no existiera. Algo en él me resulta extrañamente familiar, y antes de darme cuenta, mi mente se llena de recuerdos que creía haber dejado atrás.

Ese chico podría haber sido yo, pienso mientras lo observo.

No hace tanto tiempo, yo también era alguien que se sentía invisible. Un joven tímido y solitario, atrapado en una vida gris, sin color ni emoción. Recuerdo las noches interminables de soledad, las rutinas monótonas, la sensación constante de no encajar, de no ser visto. Siempre había deseado un cambio, algo que me liberara de esa prisión que era mi propia existencia.

Y luego encontré el libro. Un viejo tomo de magia oscura en una librería de segunda mano, lleno de secretos y hechizos que parecían sacados de un cuento de hadas. Estaba desesperado por cambiar, por escapar de la persona que era. Así que, sin pensarlo dos veces, recité el conjuro que prometía una nueva vida.

La transformación fue rápida, casi como un sueño. Mi cuerpo cambió, mis rasgos masculinos se suavizaron, dandome una nueva vida.

 Angela. La nueva yo era hermosa, segura, deseada. Todo lo que había anhelado se convirtió en realidad. De repente, ya no era invisible, sino el centro de atención, alguien que podía disfrutar de la vida sin las cadenas de mi antiguo yo.

Pero aquí estoy, mirando a este chico, y no puedo evitar sentir una espeluznante familiridad. Me veo reflejada en su soledad, en su mirada perdida. Recuerdo cómo era estar ahí, en ese lugar oscuro donde parecía que nada iba a cambiar, donde cada día era una repetición del anterior.

Sin embargo, esa ya no soy yo. He trabajado en mi nueva vida, para disfrutar de todo lo que he ganado. Este es mi mundo ahora, y no puedo dejar que los fantasmas del pasado me atrapen de nuevo. Con una última mirada al chico, me permito una sonrisa, no de tristeza, sino de comprensión. Sé lo que siente, pero también sé que hay una salida.

Me doy la vuelta y camino hacia la puerta.

Esa vida ya no es mía, la he dejado atrás y no pienso volver. La música me envuelve nuevamente al entrar, el calor y la energía de la fiesta me arrastran de vuelta al presente. Pronto me encuentro riendo, bailando, disfrutando de la noche con mis amigos.

Porque la vida que dejé atrás, aunque forma parte de mi historia, ya no me define. He elegido mi camino, y estoy decidida a disfrutarlo hasta el final.