SÍ, ESA SOY YO...Ahora ocupo este rol femenino... Si mi cuerpo parece irreal, es porque he pasado por muchas cirugías para ser esta mujer que ven aquí. Un par de liposucciones, implantes mamarios, relleno de labios, caderas, glúteos... todo eso. Ahora soy la viva imagen de una diosa... o al menos eso es lo que mi marido dice de mí. Sin olvidar mi tratamiento hormonal, que ha transformado mi piel, suavizándola, y ha hecho que mis emociones se sientan más intensas y reales.
Ha sido todo un camino. Mis padres siempre quisieron verme tener un matrimonio, y ahora lo tengo. Pero no están muy contentos con que yo ocupe el rol de mujer en la relación. Son un poco anticuados, pero ¿qué más podría hacer? Así son ellos... Aunque su desaprobación me duele, no puedo negar que mi felicidad y autenticidad son lo más importante para mí.
En cuanto a mí, nunca me sentí del todo a gusto llevando el rol masculino. De hecho, siempre me gustó más el lado de las chicas... Me encantaba jugar con muñecas, probarme la ropa de mi madre a escondidas y soñar con ser una hermosa mujer algún día. Y vean ahora, soy una más de ellas...
Y pensar que tomé esta decisión en un momento donde tenía mucho que perder... pero al final resultó bien. Comencé mi transición a los 18 años. Empecé con las hormonas y luego me hice una orquiectomía. Recuerdo la emoción y el miedo al despertar de la cirugía, sabiendo que mi cuerpo nunca volvería a ser el mismo.
Mientras mi masculinidad cedía, mi feminidad florecía. Mi cuerpo empezó a cambiar, mis caderas se ensancharon, mis pechos crecieron, y mis rasgos faciales se suavizaron.
Mi pene se volvió más y más pequeño cada día... y eso me hacía sentir orgullosa. Ahora solo es un clítoris que ya ni se puede poner duro.
En mi nuevo rol, comencé a tener citas, pero muchas de ellas acababan fatal... Ningún chico me tomaba en serio. Me encontré con situaciones un poc bizarras.
Luego conocí a él... Roberto, un hombre que me doblaba la edad, divorciado con un par de hijas. Roberto fue diferente. Con él tuve varias citas y luego un noviazgo. Recuerdo nuestras primeras salidas, cómo me hacía sentir especial y aceptada por quien realmente soy. Él estaba muy decidido, decía que veía en mí un verdadero material para ser esposa... y no se equivocó.
Trato de ser la mejor esposa. Me encargo de todo en la casa, como las esposas tradicionales. Siempre llevo un lindo atuendo que resalta mis curvas, siempre muy arreglada y maquillada, resaltando mi feminidad. Me esfuerzo en crear un hogar cálido y acogedor para Roberto y sus hijas, asegurándome de que cada detalle esté perfecto.
Mi arduo trabajo en la casa no pasa desapercibido. Roberto siempre me compensa con salidas a cenas en hermosos restaurantes, donde disfruto de exquisitas comidas y momentos románticos a su lado. Además, me compra toda la ropa y zapatos que deseo. Me siento como una reina cuando él me sorprende con un nuevo vestido o un par de zapatos que había estado mirando.
Pero sentirse mujer no es solo cuestión de tener las caderas mas ensachadas o los senos como pemotas de playa ni de solo verte bonita ni lavar los platos y los que haceres domesticos. Como mujer y ahora esposa, estoy para mi marido. Aunque no tengo una vagina, he logrado compensar complaciendo a mi hombre usando mi boca y mi trasero para llevarlo al cielo del placer.
He aprendido sus deseos, y me enorgullece poder satisfacerlo de todas las maneras posibles.
Pero eso no es todo.
También he logrado ganarme la admiración y el respeto de sus hijas. Me hace sentir orgullosa cuando ellas acuden a mí si necesitan un consejo de maquillaje o ropa. Me han tomado gran aprecio y ahora soy un referente de su figura materna. Me esfuerzo por ser un buen ejemplo para ellas, enseñándoles a ser seguras y a aceptar su propia feminidad.
A menudo me siento en la cocina, charlando con ellas mientras preparo la cena, y disfruto esos momentos de conexión y complicidad. Me llena de alegría ver cómo me buscan para compartir sus problemas y alegrías, y cómo confían en mí para guiarlas.
Así es mi vida como esposa trans. He recorrido un largo camino para llegar aquí, y aunque ha habido desafíos y momentos difíciles, no cambiaría nada de mi viaje. He encontrado mi verdadero yo, un amor incondicional y una familia que, aunque no es perfecta, es mía.
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