La nueva esposa de papá

 

Hoy, después de dos años estudiando en el extranjero, por fin me toca regresar a casa. Papá dijo que tenía una sorpresa para mí. Eso es raro; él no suele emocionarse con casi nada... pero bueno. Voy a tomar un taxi que me lleve a casa para ver de qué se trata.

Mientras paso por este vecindario, me vienen recuerdos de aquellos días en que mis amigos y yo corríamos de aquí para allá. ¡Qué tiempos aquellos! Las calles, las casas, todo parece igual, pero a la vez, diferente. Es como si el tiempo hubiera dejado su huella, pero no lo suficiente como para borrar los recuerdos.

Finalmente, llego a casa. Papá está esperándome en la puerta con una sonrisa en el rostro.

—¡Bienvenido a casa! —exclama con entusiasmo, algo que rara vez muestra.

—Gracias, papá. ¿Cuál es la gran sorpresa? —pregunto, curioso y un poco ansioso.

Papá me guía hacia el interior de la casa, y noto algunos cambios en la decoración. Todo está más ordenado, más limpio. Recuerdo cuando aún vivía solo con mi papá; la casa era un desastre.

Me lleva hasta la cocina, donde una mujer está preparando unos sándwiches. Antes de que pueda decir nada, el teléfono de papá suena. Es una llamada urgente del trabajo.

—Tengo que salir —dice papá, visiblemente apurado.

Se despide de mí rápidamente, se acerca a la mujer y le da un apasionado beso.

—Nos vemos más tarde, cariño —le dice antes de marcharse.

Me quedo ahí, en la cocina, observando a la mujer. Ella se vuelve hacia mí con una sonrisa amable

—Hola, Melissa —digo, un poco incómodo.

Ella camina hacia mí y dice:

—Hola, Marko. Ya te dije que puedes llamarme "mami"... o "mamá", como tú gustes —añade con una risita

—Eh, tal vez... —respondo, aún procesando la situación.

Melissa termina los sándwiches y los pone en la mesa.

—Si quieres uno, puedes tomarlo —me dice.

—Gracias, Melissa... —respondo.

Ella reacciona rápidamente y dice:

—La secadora ha parado —e inmediatamente deja la cocina y va al cuarto de lavado.

Por mi parte, tomo un sándwich y subo a mi antigua habitación. Mientras paseo por la casa, noto los cambios que mi padre y Melissa le han hecho. Hay muchas fotos de ellos juntos... se ven muy enamorados.

Estando en mi cuarto, miro hacia el patio trasero. Me vienen recuerdos de cuando mi mejor amigo y yo jugábamos juntos ahí hace muchos años. Mis recuerdos son interrumpidos cuando noto la presencia de Melissa saliendo al patio trasero con una cesta de ropa húmeda. La veo ahí, tendiendo su ropa, su vestido y su ropa interior.

Me quedo un momento observando, sorprendido por cómo todo ha cambiado tanto en mi ausencia. La vida de papá ha seguido adelante, y ahora incluye a Melissa de una manera que nunca imaginé.

Mientras observo a Melissa tendiendo la ropa, no puedo evitar reflexionar sobre cuánto han cambiado las cosas desde que me fui hace dos años. Todo parece tan diferente ahora.

Mi mente vaga hacia mi mejor amigo, Mario. Recuerdo los días en que solíamos pasar horas jugando en el patio trasero. Éramos inseparables. Pero ahora, aquí estoy, viendo a Melissa, la nueva mujer en la vida de mi padre, 

Pues resulta que Melissa, hace apenas dos años, era mi mejor amigo Mario. Lo conocía desde hace tanto tiempo, pasábamos horas y horas juntos en mi casa. Estudiamos juntos desde la primaria hasta el bachillerato e incluso fuimos a la misma universidad.

Pero todo cambió hace dos años, cuando se me presentó la oportunidad de ir a estudiar al extranjero. Fue una decisión difícil, pero sabía que era una oportunidad que no podía dejar pasar. Mario me animó a seguir mis sueños, aunque secretamente lamentaba que nuestra amistad tuviera que separarse temporalmente.

Nunca imaginé que, en mi ausencia, Mario y mi padre encontrarían consuelo el uno en el otro. La idea de que Mario se convirtiera en Melissa es abrumadora. eva realidad?

Tantas preguntas invaden mi mente: ¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo mi padre convenció a Mario de hacer esto? Me enteré justo antes de irme...

No sé cómo o por qué, pero mi padre convenció a mi amigo Mario de tomar una píldora rosa llamada X-Change, la cual lo convirtió en la mujer que vemos hoy como Melissa.

La incredulidad se apodera de mí al comprender lo que ha ocurrido. ¿Cómo pudo mi padre hacer algo así? ¿Cómo pudo convencer a Mario de tomar una decisión tan drástica? La confusión y la ira se mezclan en mi interior mientras intento asimilar esta información.

Mi mente se llena de preguntas sin respuestas. ¿Qué llevó a mi padre a tomar esta decisión? Y ¿porque mario accedio?

Pero como dicen, nunca terminamos de conocer a una persona. No sé qué tan fuerte era la influencia de mi padre sobre él, pero el caso es que Mario, ahora Melissa, se convirtió en la amante, esposa y compañera de vida de mi padre.

La revelación golpea como un puñetazo en el estómago. Nunca habría imaginado que algo así pudiera suceder. Mi mente lucha por procesar la enormidad de la situación.

De regreso al presenté 

Mientras observo a Melissa en el patio trasero, aun tendiendo la ropa como si nada hubiera cambiado, me invade una mezcla de emociones

Pero nada podía hacer. Tratar de hablar del tema no tenía sentido. Al menos, ellos dos se ven como una pareja de enamorados felices... aunque para mí, es un poco extraño esta situación.

Decido guardar silencio Mis emociones siguen siendo un lio, pero observando la situación de mi padre y Melissa, puedo ver una chispa de genuina felicidad en sus ojos. Aunque mi mente se rehúsa a aceptar la situación, al menos puedo encontrar algo de consuelo en su aparente amor mutuo.

Respiro hondo y trato de aceptar esta nueva realidad. 

Horas más tarde, mi padre regresó a casa y entablamos una conversación amena hasta que llegó la hora de cenar. Desde la cocina, Melissa nos llamó diciendo que la cena estaba lista.

Al terminar la cena, mientras recogíamos la mesa, mi padre y Melissa me detuvieron.

 —"Marko, ¿recuerdas la sorpresa que te queríamos dar?"—, preguntó mi padre con una sonrisa. Volteé hacia ellos, intrigado, y les presté toda mi atención.

Mi padre, con un brillo de emoción en los ojos, anunció: —"Vas a ser hermano mayor"—.

Observé cómo Melissa se llevaba las manos al vientre, y comprendí el significado detrás de sus gestos.

La noticia me tomó por sorpresa, pero traté de mantener la compostura. A pesar de la complejidad de nuestra situación familiar, la idea de tener un nuevo miembro en la familia con una sonrisa forzada y un gesto de aprobación, me retiré a mi habitación.

Mientras cerraba la puerta, una avalancha de emociones me inundó. La noticia de ser hermano mayor era tanto emocionante como algo perturbadora.